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MALTRATO A LOS MAYORES

El maltrato a los mayores
La escasez de personal y sin capacitación gerontológica, hacinamiento, falta de baños y normas de higiene, de alimentación adecuada, de infraestructura y seguridad son algunas de las irregularidades frecuentes que se encuentran en algunos establecimientos geriátricos y que se resumen en una palabra: maltrato.
La falta de plazas en los geriátricos públicos, de cuidadores/as familiares o de dinero para pagar a un cuidador/a domiciliario o los costos de un establecimiento con buenas condiciones y en regla son algunas de las causas de la proliferación de residencias para adultos y adultas mayores “truchas”.
Por lo general, se trata de residencias chicas, que funcionan sin habilitación o lo peor, en algunos casos cuentan con una pero no con los controles y sanciones -o clausura- necesarias.
Según estiman los especialistas en Gerontología, el 20 ó 25 por ciento de las residencias geriátricas del país “no están habilitadas” y destacan que la clave es el “gancho económico”. Sin embargo advierten que entre las residencias habilitadas hay un montón que “no se encuadran dentro de las normas”.
En este marco destacan que “las dos víctimas” de este sistema son los adultos/as mayores y los empleados/as de estos establecimientos:
Los mayores: viven en malas condiciones, en la mayoría de los casos no se les respetó el derecho a domicilio (porque los adultos/as mayores tienen el derecho a decidir dónde residir, si en su domicilio o en una residencia; son quienes deben firmar el contrato del servicio de la residencia; y sólo se exceptúan los casos en que interviene un juez por distintas cuestiones), en muchos casos no tienen la libertad de salir a la calle y poder regresar al establecimiento, se les imponen horarios para poder ver a sus seres queridos, deben cumplir con horarios establecidos -por ejemplo, de comida, para ir a dormir- y en muchos lugares no se les respeta ni su ropa ni objetos personales, entre otros puntos.
Los cuidadores/as: que suelen ser insuficientes, con la consecuente sobrecarga de tareas, no cuentan con la capacitación gerontológica adecuada y terminan deteriorándose junto a los/as residentes.

ENVEJECIMIENTO SALUDABLE

Los científicos Rowe y Kahn, en un artículo publicado en 1987, establecían una distinción entre la vejez usual o normal (usual aging) y la vejez exitosa o saludable (successful aging). Con ello pretendían contrarrestar la tendencia creciente en gerontología de marcar una distinción entre lo patológico y lo no patológico, es decir, entre la población anciana con enfermedades o algún tipo de invalidez y la que no padece ninguna de ellas.

El concepto de vejez saludable incluye tres componentes principales: baja probabilidad de padecer enfermedades o invalidez, elevada capacidad funcional física y cognitiva y mantenimiento de una vida activa en la sociedad La baja probabilidad de enfermar se refiere a la ausencia o bajo nivel de gravedad de los factores de riesgo de padecer una enfermedad.

Respecto al elevado nivel funcional, éste incluye los dos componentes, físico y cognitivo, éste último vinculado al aprendizaje y a la memoria de corto plazo. Ambos elementos confieren el potencial necesario para una vida activa en la sociedad. Estos dos puntos resultan, por tanto, básicos, ya que las alteraciones físicas o cognitivas son las responsables de la dependencia y la pérdida de autonomía. La actividad física y cognitiva nos dice lo que la persona puede hacer, pero no lo que realmente hace.

La vejez exitosa va más allá de este potencial e incluye la vida activa efectiva, no la posible. Aunque la implicación activa en la vida diaria toma varias formas, las dos más importantes son, sin duda, las relaciones interpersonales y la actividad productiva. Las relaciones interpersonales engloban los contactos con otras personas, es decir, intercambio de información, soporte emocional y asistencia directa.

Sobre la actividad productiva, su característica definitoria es la creación de valor social, tanto si es remunerada como si no. Por ejemplo, una persona mayor que cuida a un miembro discapacitado de su familia o trabaja como voluntario en una iglesia u hospital está siendo productiva, aunque no sea pagada por su trabajo.

Por ello es fundamental que a cualquier edad (jóvenes, adolescentes, adultos, personas mayores, muy mayores) se tenga en cuenta que la dependencia se puede prevenir, que se puede lograr un envejecimiento o, mejor dicho, una forma de envejecer saludable. Es necesario empezar desde la infancia con esta prevención, que no es otra cosa que hábitos de vida saludable útiles para todas las edades.

Hugo Pinaud Rojas

ACTIVIDAD FÍSICA Y CALIDAD DE VIDA.

calidadEs evidente que añadir años a la vida no es suficiente garantía de que estos años vayan a ser vividos con calidad de vida.

El concepto de calidad de vida no se expresa apropiadamente si, como se ha hecho hasta ahora, se manejan solamente dos factores: la morbididad y la mortalidad, o dicho en sentido positivo, la ausencia de enfermedad y la esperanza de vida.

La introducción de la evaluación del estado funcional del individuo como un indicador de la calidad de vida se ha hecho bajo la premisa de que una función física comprometida (por ejemplo, la incapacidad para realizar ciertas actividades del vivir cotidiano) se asocia con una degradación de la calidad de vida. Sin embargo, esta perspectiva ignora la gran capacidad de adaptación del los seres humanos, como lo demuestra que individuos con considerables limitaciones físicas pueden vivir su vida con gran satisfacción.

Por lo tanto, al definir la calidad de vida debe tenerse en cuenta que tal concepto debe incluir la naturaleza subjetiva de su evaluación. En este sentido, la calidad de vida debe definirse a un nivel más integrador, como una sensación global de bienestar y como la satisfacción de vivir.

La figura es un modelo conceptual propuesto por los autores en el que se integran los efectos beneficiosos de la actividad física sobre la calidad vida entendida con la antedicha definición (bienestar global y satisfacción con la vida) y los factores intermediarios que conducen a dichos beneficios.

Entre estos factores intermediarios se incluyen:

– Los efectos positivos de la actividad física sobre la función cognitiva, de modo especial sobre la capacidad de atención y la memoria.

– Los efectos positivos de la actividad física sobre la función física del individuo y sobre las limitaciones funcionales, las incapacidades, la realización de sus actos (“performance”) y la composición corporal.

– Los efectos positivos de la actividad física sobre la auto-estima, la auto-eficiencia y los afectos.

La integración de estas tres funciones condicionan el estado de salud física y el estado de salud mental del individuo y, en último término, el estado de salud global entendido como la conjunción del triple bienestar: físico, mental y social.

A partir de esta integración, cuando el resultado global es positivo, es posible vivir una vida de calidad.

Fuente: American Journal of Lifestyle Medicine