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ACTIVARSE EN LA TERCERA EDAD(Video)

Alba Serra, estudiante de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona,  ha realizado un pequeño video rogándonos se lo publiquemos para que pueda visionarlo todos nuestros amigos del mundo Hispano. Nos gusta ver cono entre la gente joven, algunos aprovechan sus trabajos para estimular a los mayores a activarse o mantenerse activos. Felicidades Alba. AQUI ESTA TU VIDEO

 

COMO CONTRATAR UN CUIDADOR

Una elección difícil de tomar, pero ayuda a envejecer en casa

Cómo y cuándo contratar un cuidador para los padres

“No quiero que mi mamá se quede sola, pero no puedo estar las 24 horas con ella”. “Mi papá se cayó y tengo miedo que le pase otra vez”. “Se olvida de las cosas”. “Se perdió en la calle”. “Mis padres están grandes y necesitan ayuda”. Son algunas de las situaciones cotidianas que describen familiares de personas mayores en el Servicio de Cuidados Domiciliarios del área de Adultos/as Mayores de la AMIA (Asociación Mutual Israelí Argentina), donde por día se reciben entre 10 y 15 pedidos de asesoramiento y servicio.
Los especialistas en Gerontología recomiendan que lo mejor es envejecer en casa, junto a la gente que uno/a quiere, con sus objetos, muebles, recorridos, rutina; pero hay ciertas situaciones en la que la persona mayor requiere asistencia diaria -por ejemplo, por fragilidad, discapacidad- y a fin de aliviar la sobrecarga de tareas del cuidador/a familiar y mantener la autonomía del adulto/a mayor es necesario contratar un asistente gerontológico domiciliario -también llamado cuidador domiciliario o cuidador formal- para el día, la noche, o solo algunos días u horas. Cabe destacar que hay otras situaciones, donde es necesaria una internación en una residencia geriátrica, pero eso se tratará en otra nota.
Consultada por cuándo y cómo contratar un cuidador/a domiciliario, la coordinadora de dicho servicio de la AMIA, Dora Vorobechik, explicó que un/a asistente gerontológico no es ni un enfermero/a ni una dama de compañía -como se los/as suele confundir-, sino “una persona que se forma en cursos interdisciplinarios para lo que tiene que ver la asistencia, el cuidado y la contención de los adultos/as mayores en las actividades de la vida diaria”.
“Acá suelen llamar familiares que nos dicen que la mamá está sola y tienen miedo que le pase algo, tuvo caídas o comenzó con los primeros indicios de demencia. Y el/a asistente gerontológico es un apoyo para las familias, una persona que ayuda a descomprimir la tarea del cuidador/a familiar -pareja, hija/o, hermano/a que en muchos casos también son adultos/as mayores-”, señaló.

Las funciones
Al respecto ejemplificó: “Acompaña a la persona mayor al médico, a pedir los turnos; si tiene PAMI, va a buscar las recetas; la acompaña al centro de jubilados/as para que no salga sola a la calle; la ayuda en las actividades de la vida diaria como comer, lo que implica también cocinarle; si la ayuda a bañarse, tiene que mantener la limpieza del baño; se ocupa de lo que son las cosas de la persona que atiende, de hacer la cama, de la habitación”.
Sin embargo, la profesional aclaró que “esto no significa que el cuidador/a se va a poner a limpiar los vidrios ni nada, pero sí se ocupa del orden del espacio de la persona que cuida”.
También otra función es detectar “los signos de alerta, los cambios que puede tener el adulto/a mayor para informarle a la familia y consultar al médico”.
“La idea de contratar a un/a asistente gerontológico domiciliario es contar con una persona que se formó para cuidar a personas mayores y aliviar el estrés familiar y los conflictos. La familia va a seguir teniendo las responsabilidades con/para el adulto/a mayor, pero el cuidador/a formal es un medio para descomprimir la sobrecarga de tareas”, remarcó.

La capacitación
En la AMIA se dicta un curso de asistente gerontológico domiciliario, donde se forma “sobre lo que es un adulto/a mayor -que no es un niño/a y no se lo debe tratar como tal, es una persona con experiencia de vida que necesita respeto y mantener la autonomía-; el vínculo cuidador-adulto mayor; la comunicación, si presenta alguna patología; el manejo del tiempo libre -no como un tiempo muerto sino de estimulación y descubrimiento de habilidades y capacidades-; adaptar lo que tiene en la casa para que pueda seguir teniendo autonomía, por ejemplo, si quiere agarrar un cubierto y tiene dificultad para cortar se le enseña distintas estrategias, como darle un cubierto con un puño más grande”.
También indicó que se enseña “como bañar a una persona que está en cama; la higiene de la dentadura y de los pies; cómo lavarle la cabeza; cómo rotarlo en la cama; cómo hacer la cama con una persona acostada; cómo trasladarla de la cama a una silla sin cargar el esfuerzo en la espalda del cuidador/a; las características de las distintas enfermedades y terminología a fin de entender lo que dice el médico/a y trasmitírselo a la familia; cómo organizar la medicación”; entre otros puntos.
Además, en el servicio que coordina Vorobechik se orienta gratuitamente a las familias: “Vienen, nos cuentan el caso y hacemos un diagnóstico para ver si se necesita un cuidador/a, las características de esa persona mayor, cuáles serían las funciones a cumplir y se selecciona a cuatro o cinco de los cuidadores/as de los que formamos -quienes serían los más idóneos para esa situación-, luego la familia los entrevista y elige”.
En este punto Vorobechik señaló que “es importante que el adulto/a mayor participe de la elección del cuidador/a formal”, dado que es a él/la a quien van a cuidar y “para que no sienta que la familia le mete a alguien en la casa, sino que su opinión es importante, lo cual es un porcentaje de la aceptación, y si no le gustó ninguno/a se sigue buscando y probando con otros/as”.
Los costos
Respecto a la carga horaria del cuidador/a domiciliario, Dora Vorobechik, coordinadora del Servicio de Cuidados Domiciliarios de la AMIA, destacó que depende de cada caso: hay personas que lo/a requieren de día, otras de noche, algunas un par de días o solo los fines de semana, para descomprimir la tarea del cuidador/a familiar.
Sobre los costos, la profesional señaló que eso lo maneja directamente el cuidador/a formal con la familia. Sin embargo comentó que “hay personas que piden a la obra social que colabore con el pago”.
Asimismo indicó que “el Gobierno de la Ciudad cuenta con un programa de auxiliares domiciliarios, a través del cual una asistente social estudia el caso y se puede pedir que el Gobierno se haga cargo de una parte del pago o, según la situación familiar, del pago completo”.
En tanto, agregó que cuando a la AMIA “llega un caso de una familia que no tiene recursos se lo deriva al Servicio Social, donde se lo evalúa y se ve qué tipo de colaboración puede prestarse”.

Más lugares
Cabe destacar que la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores, dependiente de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, del Ministerio de Desarrollo Social cuenta con el programa de Cuidados Domiciliarios. También la obra social PAMI tiene el Programa Nacional de Atención Domiciliaria.

Dónde recurrir
Para consultas:

* Servicio de Cuidadores Domiciliarios de la AMIA: Tel. 4959-8800, internos 8768, 8813; Uriburu 650, primer piso, área Cuidados Domiciliarios, Ciudad de Buenos Aires; correo electrónico cuidadores@amia.ogr.ar
* Dirección Nacional de Políticas para Adultos/as Mayores, de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación: Tel. 4338-5830, fax 4342-9132, correo electrónico voluntariado@senaf.gov.ar
* PAMI: 138, 0800-222-7264
* Area Tercera Edad de cada municipio.

Por NATALIA MUÑIZ

(Popularonline.com)


METODO PARA REJUVENECER

CUERPO Y ÁNIMO EN FORMA

Queridas amigas

El Golden Age Women nace del propio resurgimiento de la mujer, en una nueva etapa trascendental de su vida. Usamos como referencia la mediana edad, que es cuando empieza esta época dorada. Después de los cincuenta, nos alejamos de la tierna juventud y al encontramos en otra fase de nuestra naturaleza femenina, ocurren notables cambios en todo nuestro ser. Esa metamorfosis precisa de una atención especial por nuestra parte, para descubrir y desarrollar las más óptimas cualidades que pueda proporcionarnos. Es un proceso irrevocable que realmente significa una evolución, en la cual, precisamos trabajar el autoconocimiento, para influir en nuestro porvenir y provocar estímulos favorables, que den como resultado una preciosa transformación. A partir del medio siglo de existencia y en adelante, las mujeres protagonizamos alteraciones metabólicas y la suma de múltiples circunstancias que hemos de aprender a asumir y aprovechar. Gracias a esa situación desconcertante se produce una oportunidad irrepetible y maravillosa. Desde esas bodas de oro con nuestra vida, podemos establecer un pacto de lealtad con nosotras mismas, ganando en autoestima para propiciar nuestro bienestar y curarnos en salud.

Sin embargo, si no nos resistimos a la presión mediática y a la morbosa pesadilla de las frívolas e insustanciales mentalidades y opiniones que nos arrastran hacia una vejez frustrante y desagradable, esta nueva morada puede convertirse indefectiblemente en un transtorno traumático y patético. Si no le ponemos remedio, desde la propia convicción y con un criterio lo suficientemente sólido, las mujeres somos desahuciadas –salvo en ocasiones excepcionales- por lograr cierta edad y sucesivamente. Si no reaccionamos y nos sometemos pasivas a esa cruel y desatinada sentencia las consecuencias suelen resultar fatales, puesto que las confirmamos con la peor actitud. No es de extrañar entonces que cuanto más avanza nuestra vida, más frustraciones  y miedos nos persigan y deterioren. Nos pueden afectar tanto que lleguemos a contribuir al aumento de las enfermedades, al sentirnos más vulnerables y bajar las defensas con nuestra apatía. La veteranía puede ser vista desde esa triste perspectiva como un fracaso o incluso el final de nuestros sueños y aspiraciones de felicidad.
Pero, si recuperamos la sensatez y hacemos uso de nuestro entendimiento, usaremos el tiempo como un aliado que juega a nuestro favor e intuiremos en el devenir un filón a nuestro alcance, gracias a la oportunidad que nos brindan los próximos retos y las ventajas de este momento extraordinario. Aquello que aparentemente se interpreta como una pérdida de facultades es en realidad una reciente faceta que explorar, otra calidad añadida a nuestra antigua naturaleza, capaz ahora de adquirir valores, aptitudes y beneficios a largo plazo, que van a enriquecer y embellecer nuestra personalidad y nos ayudarán a crecer en todos los niveles, desde los más evidentes y perceptibles hasta los más insospechados y sutiles.

Esta sensibilidad más intensa se basa en el desarrollo gradual de un ejercicio físico y de la psique, inspirado en la creatividad artística de la emoción que produce la belleza en su estado puro. Es decir, sin prejuicios impuestos, sin modelos a imitar ni expectativas que cumplir. Escuchando atentamente al cuerpo y mostrando cortesía y respeto hacia él, cada miembro responde agradecido y excelente en su conjunto. El remedio efectivo es el menos agresivo y el más armonizado con la propia conciencia. No intentamos disfrazar los años cumplidos con artificios implantados para fingir que somos quienes no somos. No borramos nuestra experiencia ni renegamos de nuestra historia y humanidad. Queremos mantenernos dignas en un estilo elegante y proporcionado. La filosofía del Golden Age Women es esfuerzo en equilibrio; estiramiento y tonificación del cuerpo a partir de la concienciación mental que lo facilita, ganando en flexibilidad, vigor y satisfacción, mejorando nuestras aptitudes desde múltiples niveles. La inspiración  artística que provoca nuestra dinamicidad, acompañada de una música adecuada, gestos agradables y la respiración correcta garantiza una respuesta inmediata evidente. No queremos repetir o emular comportamientos inmaduros. Esta forma de trabajo evita provocar lesiones exagerando nuestro grado de exigencia en el ejercicio y adiestramiento gimnástico. Muy al contrario; para animar nuestro cuerpo reforzamos el alma femenina, que se suponía jubilada de antemano, pero que ahora florece en su despertar efervescente, desde su edad más noble.

La mujeres doradas somos como el otoño mediterráneo. Esa estación privilegiada y bañada de templanza, en la que la naturaleza culmina pletórica de color, cuando se manifiesta más espléndida que nunca y se ofrece, generosa y dotada de singular excelencia en su plenitud. Con aquel delicioso sabor de la fruta que cae, sabiamente y por su propio peso, justo cuando está en su punto más dulce.

Éste es el espíritu que mueve con vigor nuestro corazón. Con la dinámica de la danza, columpiadas por el aire, acompañadas por los aromas que se desprenden de su tránsito y vuelan con las nubes peregrinas, que cargan con ternura matricial la uterina tierra. Sembradoras y recolectoras de nuestra recreación incesante. Viajamos desde nuestro mundo interior hacia la luz radiante de la expresión excelsa de nuestro virtuoso potencial.  Al compás del latido más íntimo y profundo, a través del roce y el trasiego de un universo de sensaciones reales, para relacionarnos cada vez mejor con todas las cosas. Respirar con paz es hacerle justicia al cuerpo y otorgarle sus derechos. Librarnos de sacrificios estériles y evitar el sufrimiento, dando vía y espacio a nuestro momento, es poner alas a nuestro impulso vital y gozar el inmenso placer de sentirnos vivas.

Un abrazo,
Yara

Para más información: http://goldenagewomen.blogspot.com/
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