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DECÁLOGO CONTRA EL MALTRATO A LOS MAYORES

Como resultado de la campaña «Ponte en su piel» iniciada por infoelder  ha quedado registrado en el siguiente Decálogo, el cual será tenido en cuenta por entidades, profesionales y familiares para generar una cultura del respeto por los mayores:

1. Dignidad. tratar con respeto.
2. Inclusión social. Evitar aislamiento y soledad.
3. Atención inmediata ante lesiones, abusos, reclusiones y negligencias
4. Personalizar su entorno. Adecuar el espacio para garantizar la independencia de la persona.
5. Responder al deseo de satisfacer sus necesidades de higiene
6. Calidad de la comida, adecuada a sus gustos y necesidades.
7. Respetar su intimidad.
8. Favorecer el mantenimiento o recuperación del máximo grado de autonomía.
9. Ayudas técnicas para facilitar la movilización, la higiene y el vestirse.
10. Implicar a las familias en el cuidado y tomar decisiones compartidas.

Fuente: www.infoelder.com

AMOR Y FELICIDAD

Era una mañana agitada, eran las 8:30, cuando un señor mayor, de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.

Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente,podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.
Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, ‘¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?’
Él sonrió
y me acarició la mano, me contestó;
‘Ella no sabe quien soy,
pero yo aún sé quién es ella.’
Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé,
‘Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida.’
El Amor Verdadero no es físico, ni romántico.
El Amor Verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no será.
La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos sólo hacen todo lo mejor que pueden.

«¡La vida no se trata de cómo sobrevivir a una tempestad, sino cómo bailar bajo la lluvia!»

APRENDIENDO A ENVEJECER

Comparadas con las de otros tiempos, las personas mayores de ahora disfrutamos, al menos en algunos aspectos de la vida, de una situación muy ventajosa. Nunca han dispuesto los ancianos de condiciones tan favorables, ni de una calidad de vida equiparable a la que proporcionan las sociedades avanzadas a sus jubilados. Pero esto solo no nos garantiza una vejez feliz.

Para disfrutar de una vejez a la altura de nuestra aspiración a una vida valiosa y llena de sentido necesitamos, además, aprender a envejecer. Porque la vejez física nos sobreviene sin que apenas nos demos cuenta: «No sentí resbalar mudos los años», constataba Quevedo. Pero, en realidad, somos nosotros los que «nos hacemos viejos», y hay tantas formas de envejecer como sujetos y formas de vivir.

El paso del tiempo, es cierto, socava inexorablemente para todos su ser corporal. Pero, felizmente, no nos reducimos a eso. «Mientras el yo externo se desmorona, escribió San Pablo, nuestro hombre interior se renueva día tras día». La vejez nos da la oportunidad de experimentarlo y de hacerlo realidad.

Primero con el ejercicio del yo interior y el cultivo de la vida espiritual que desarrolla nuevos hábitos de corazón: serenidad, desprendimiento, capacidad contemplativa, que permiten disfrutar del hecho mismo de vivir y de los mil pequeños detalles: la belleza de la naturaleza y del arte en todas sus formas, la conversación, la compañía de los seres queridos, los momentos de «soledad sonora» para el recuerdo, la reflexión sobre los misterios de la condición humana, el descubrimiento del sentido y el valor de la vida. Y, sobre todo, la atención a las necesidades de los que nos rodean y el amor desinteresado y discreto, como el mejor servicio que podemos hacerles.

La vejez tiene su lado más oscuro en la proximidad de la muerte. La atención al yo interior ayuda a mirarla sin miedo. Vivir espiritualmente es cultivar lo que en nosotros desafía su presencia: «No moriré del todo», decía ya el poeta pagano. Ser creyente genera fuerzas que hacen posible enfrentarnos a ella con esperanza. ser cristiano, en definitiva, consiste en creer en el amor de Dios, que en el Resucitado se nos ha revelado más fuerte que la muerte, y en que nada, ni la muerte, puede separarnos de ese amor.»

Juan MARTÍN VELASCO
Fuente: la revista cristiana