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ENVEJECER BIEN ESTÁ EN NUESTRAS MANOS.

ejercicio-para-la-tercera-eCuando nos hacemos mayores, las capacidades de nuestro cuerpo disminuyen. Aunque las pérdidas son, en parte, inevitables, está en nuestras manos regular cómo envejecemos y a qué velocidad.
Envejecer comporta inevitablemente una pérdida progresiva de la capacidad de funcionamiento de los órganos y las estructuras corporales.

Disminuye la capacidad pulmonar, cardíaca y renal, se pierde densidad ósea y masa muscular, y, además, se añade el impacto de las enfermedades agudas y crónicas.

Estos cambios afectan a la condición física y se traducen en una reducción de la fuerza muscular, de la velocidad de la marcha (al andar), de la resistencia, del equilibrio y de la flexibilidad.

Finalmente, los cambios en la actividad y el rendimiento físico influyen, junto con otros factores, en la capacidad de
llevar a cabo las actividades de la vida diaria de manera autónoma.

La capacidad funcional es uno de los principales indicadores de salud en las personas mayores. La velocidad a la que se pierde depende de muchos factores y, en gran parte, depende de los hábitos que constituyen el estilo de vida, como la alimentación, la actividad física y el tabaquismo.

Si somos sedentarios, la pérdida de capacidad será mayor y más rápida. En cambio, si nos mantenemos o nos mostramos activos físicamente al envejecer, moderaremos la disminución de nuestras capacidades.

La fuerza muscular es una de las funciones corporales que declina con la edad. Esto se debe a que la masa muscular disminuye. Esta disminución se llama sarcopenia e incluye tanto la pérdida de la cantidad de fibras musculares como la pérdida de la calidad de éstas debido al envejecimiento.

Actualmente, el ejercicio físico es el único tratamiento eficaz para prevenir o revertir la sarcopenia.
El ejercicio físico es importante durante toda la vida. Cuando mayor sea la capacidad física que hemos ido ejer1adquiriendo haciendo ejercicio, más tardarán las pérdidas en limitarnos en la vida cotidiana.
Así pues, hay que empezar a hacer ejercicio lo antes posible.
El ejercicio físico tiene un efecto preventivo sobre el desarrollo de muchas enfermedades, especialmente las cardiovasculares, que son la primera causa de mortalidad.
Y a la vez, el ejercicio físico tiene un efecto preventivo sobre las limitaciones funcionales en la vida diaria que pueden comportar una discapacidad adquirida con la edad y llegar a causar una situación de dependencia (o necesidad de ayuda de otra persona parapoder realizar actividades cotidianas).
Hacer ejercicio regularmente a lo largo de la vida aumenta la esperanza de vida libre de discapacidad, disminuye el nivel de discapacidad o compacta la discapacidad al final de la vida, lo cual quiere decir que nos permite vivir más años sin limitaciones y sin depender de otras personas en nuestra vida cotidiana.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), otros organismos internacionales y la mayoría de gobiernos hacen especial énfasis en la importancia de promover el ejercicio físico para promover así la salud en general y, especialmente, en las personas mayores.

¿Qué sabemos…      …del ejercicio?
La mayoría de estudios señalan que, en general, las personas de todas las edades hacen poco ejercicio físico y, cuanta más edad tienen, menos ejercicio realizan. Sin embargo, parece que la tendencia de los últimos años es que cada vez más personas hacen ejercicio.

En todos los grupos de edad, los hombres hacen más ejercicio que las mujeres, pero la diferencia entre hombres y mujeres se ha reducido en los últimos años.
Entre las personas que dicen que hacen ejercicio, el 77% va a caminar y sólo el 17,8% hace una actividad física más intensa que caminar.

…de las caídas de las personas mayores?
Una de cada tres personas mayores de 65 años sufre una caída cada año.
Según las estadísticas, cada año, las caídas afectan a una de cada a tres personas mayores de 65 años.                            Una de sus consecuencias más graves son las fracturas.
Las fracturas pueden ocasionar un deterioro tan severo de la salud de la persona, que se produzca una situación de dependencia, la cual puede llegar a comportar un ingreso en una residencia. Además, las personas, cuando han sufrido una caída, empiezan a tener miedo a caerse.
Debido a esta sensación de inseguridad, hacen menos actividades, salen menos de casa… y cuando una persona está inactiva, la musculatura se debilita y todavía tiene más probabilidades de caer.
En esta situación, es muy importante encontrar la manera de romper esta espiral, recuperar la seguridad poco a poco y volver a ser activo físicamente.

Institut d’envelliment UAB

INESTABILIDAD y CAÍDAS EN LA TERCERA EDAD

INTRODUCCIÓN.
fracturas_cadera_anciano_2Las caídas constituyen un fenómeno frecuente entre los ancianos (13-25% de los mayores de 65 años, 31-35% de los mayores de 85 años), más en los institucionalizados (hasta el 50%), y con preferencia en el sexo femenino hasta los 75 años, edad en que la frecuencia se iguala para ambos sexos.

Las caídas constituyen una causa importante de lesiones (4-8% de fracturas), de incapacidad e incluso de muerte en los ancianos (siendo la causa principal de muerte por lesiones en mayores de 65 años) y son indicador importante en geriatría al definir el anciano frágil. Se conoce que en los ancianos activos las caídas, aún siendo menos frecuentes, tienen peores consecuencias.

La conservación de la postura precisa de mecanismos de regulación complejos e integrados en los que participa el sistema nervioso, cardiovascular, musculoesquelético y sensorial. Los ancianos en general tienen más dificultades para conservar la estabilidad, lo que se manifiesta por la existencia de una «marcha senil» o «marcha cauta» (postura rígida y en flexión, pasos cortos y lentos, giro en bloque, desequilibrio, base de sustentación ancha, pasos cortos y menor oscilación de los brazos). Además, con el envejecimiento se pierden las respuestas protectoras normales o reflejas frente a las caídas, como la extensión de manos y brazos.

FACTORES PREDISPONENTES
Alteraciones fisiológicas relacionadas con la edad que predisponen a las caídas, destacamos:
· Alteraciones oculares: disminución de la agudeza visual, de la capacidad de acomodación, de la visión cercana, de la nocturna y de la periférica, disminución de la tolerancia a la luz brillante.
· Alteraciones auditivas: trastorno en la discriminación del lenguaje, aumento del umbral del tono puro, tendencia a acumulación excesiva de cerumen.
· Alteraciones del sistema nervioso: elentecimiento del tiempo de reacción, disminución del reconocimiento sensorial, alteración de los reflejos.
La existencia de discapacidad supone un mayor riesgo de caídas, relacionándose éstas más con las siguientes patologías: enfermedad de Parkinson, demencia, hemiplejia, mielopatías, graves deformidades ortopédicas, y problemas cardiovasculares (síncope, hipotensión postural, arritmias, trastornos en la respuesta vagal). Incluso se sabe de la influencia de la hipoacusia en un mayor riesgo de caídas. También se encuentran entre los factores predisponentes los trastornos emocionales, la depresión y la negación de las limitaciones físicas que llevan al individuo a sobrevalorar sus capacidades evitando la ayuda de otras personas o de dispositivos.

Además de las enfermedades, el consumo de determinados medicamentos, pueden favorecer mucho la existencia de alteraciones del equilibrio y la marcha (hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos, hipotensores, diuréticos), de forma tal que se afirma que el elemento predictivo más importante de las caídas es el consumo de sedantes.

Siempre es necesario considerar la caída como posible signo de una enfermedad grave: «caída premonitoria» dentro de la manifestación atípica de enfermedades en el anciano.

Se podría resumir que los factores intrínsecos más determinantes del riesgo de caídas son:
· Mayor de 75 años
· Alteración de la estabilidad y la marcha.·
· Caídas previas.
· Nº fármacos consumido: 4 o más.
· Anciano frágil
· Vivir fuera del entorno familiar

Además de estas causas de origen personal factores ambientales para el mayor riesgo de caídas: iluminación, barreras arquitectónicas, empleo correcto de equipos de adaptación. Estudios en ancianos institucionalizados y en la comunidad muestran que la mayoría de caídas son de origen extrínseco para ambos. Las actividades que realizan los ancianos cuando ocurre la caída son actividades cotidianas normales como asearse, cambiar de posición, andar y subir o bajar escaleras y sólo el 5-10% ocurre realizando actividades potencialmente peligrosas.

CONSECUENCIAS
A) CONSECUENCIAS FÍSICAS.
Destacan las fracturas, ya que éstas pueden constituir una importante causa de incapacidad posterior, ya que la mitad de los pacientes que sobreviven a ellas no recuperan más la capacidad funcional que tenían previamente.

También pueden ocasionar lesiones dolorosas de tejidos blandos, hematomas subdurales y quemaduras, rabdomiólisis.

B) CONSECUENCIAS PSICOSOCIALES.
Debido a la restricción de actividad que el propio paciente o la familia establecen, debido a la falta de confianza y a la angustia que una nueva caída producen. Se pueden desencadenar agresividad y trastornos del comportamiento, pérdida de la autoestima y un aumento del aislamiento social.

Este factor puede ser bastante importante, además porque hay que considerar que la mayoría de las caídas en estos pacientes no suelen tener repercusiones físicas significativas. Se habla de un «síndrome postcaída», típico de mujeres con caídas de repetición, en las que el miedo a caerse de nuevo incapacita para la marcha. También cambia la actitud de la familia que suele hacerse más sobreprotectora. Se incrementa también tras las caídas el riesgo de institucionalización.

Las caídas ocurren sobre todo en el medio domiciliaria, al atardecer y por la noche. En residencias suelen ocurrir próximas al ingreso debido a la falta de conocimiento de la nueva ubicación y al aumento del deterioro del enfermo.

MAS VITAMINA D Y MENOS FRACTURAS

En los mayores de 65 años, los suplementos de vitamina D, por vía oral, reducen, al menos en un 20%, la frecuencia de las fracturas no vertebrales.

Vitamina D y fracturas. Éste es el resultado de un estudio publicado en la vitaminadsuplem150revista Archives of Internal Medicine del 23 de Marzo del 2009, por miembros de las universidades europeas de Zurich, Berna y Basilea, y las norteamericanas de Harvard y Tufts, en Boston.

Dado que la eficacia de la administración de suplementos de la vitamina D en la prevención de fracturas, en los mayores de 65 años ha sido cuestionada, los autores realizan un meta-análisis de los ensayos clínicos publicados.

Los autores incluyen 12 ensayos clínicos aleatorizados y controlados sobre las fracturas no vertebrales (42.279 participantes) y 8 ensayos clínicos para las fracturas de la cadera (40.886 participantes), comparando la frecuencia de fracturas en los participantes a los que se les administraron suplementos de vitamina D, con o sin calcio, con la de aquellos que solo recibieron calcio o un placebo.

El resultado ha sido el siguiente: Cuando se incluyen en el análisis todos los ensayos, la eficacia de la vitamina D en la prevención de las fracturas fue significativamente más elevada con las dosis más altas (400 Unidades Internacionales/día), que son las que consiguen los niveles más elevados de la vitamina en la sangre.

La conclusión práctica es que la prevención de fracturas no vertebrales en los mayores de 65 años depende de la dosis administrada, y que las dosis más elevadas reducen esta frecuencia al menos en un 20%.

Fuente: Archives of Internal Medicine