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CONSECUENCIAS DEL CUIDADO EN LA VIDA DEL CUIDADOR

cuidando1La vida de aquellas personas que atienden a una persona mayor dependiente puede verse afectada de muchas maneras. Es frecuente que experimenten cambios en: las relaciones familiares, el trabajo y su situación económica, su tiempo libre, su salud o su estado de ánimo. El carácter de estas transformaciones también puede ser positivo, aunque se tienda a considerar sus consecuencias como exclusivamente negativas. En este capítulo se recogen las caras amables y las menos agradables sobre pensamientos y situaciones cotidianas en la vida del cuidado de las personas mayores.

La satisfacción de cuidar
El cuidado de una persona mayor puede ser, a pesar de las dificultades y la «dureza» de la situación, una experiencia muy satisfactoria para el cuidador. Ocurre así cuando esta labor supone luchar por alguien a quien se quiere, a quien se desea expresar cariño e interés. En ocasiones los cuidadores descubren que poseen unas cualidades que hasta entonces no conocían y no son pocos los que manifiestan haber «evolucionado» como personas a través de las situaciones asociadas al cuidado. A buen seguro, más de una cuidador se ha dicho a sí mismo afirmaciones como éstas:

«Cuando ya estás agotada te queda el cariño. Ella no quiere más que estar conmigo. Y yo con ella. La verdad es que nos hacemos compañía.»

«Si ayudaba a otros, ¿cómo no iba a ayudar a mi madre?. Mi madre es mi madre. A mi madre la llevo dentro…».

Cambios en las relaciones familiares
No es raro que aparezcan conflictos en la familia como consecuencia del cuidado. He aquí algunos ejemplos de situaciones que pueden crear tensiones, discusiones o malestar:

– Tomar la decisión de qué va a pasar con la persona mayor que necesita cuidados. ¿Se busca una residencia?, ¿se le cuida por temporadas?, ¿quién se encarga?

– Tomar la decisión que quién será la principal responsable del cuidado. En ocasiones no hay toma de decisiones, sino que se da por supuesto quién es la persona más adecuada sin contar con su opinión.

– La persona que ha asumido la mayor responsabilidad percibe que el resto de la familia no valora suficientemente su esfuerzo (por ejemplo, piensa: «¿es que no se dan cuenta?», «¿cómo creen que lo harían ellos?»).

– La pareja de la persona que ha asumido la responsabilidad de cuidar o sus hijos se encuentran a disgusto con el hecho de que la persona mayor viva en la misma casa. Esto crea de manera habitual dificultades en la relación de pareja.

Cambios en el trabajo y en la situación económica
Para muchos cuidadores no resulta fácil mantener un trabajo y realizar al mismo tiempo la tarea de cuidado. En algunas ocasiones tienen la sensación de abandonar a la persona mayor y en otras la de estar incumpliendo con su responsabilidad laboral. De hecho, el 50% de los cuidadores en España no pueden plantearse trabajar, han abandonado su trabajo o han reducido su jornada laboral. También son frecuentes las dificultades económicas, ya sea porque disminuyen los ingresos (reducción de la dedicación laboral) o porque aumentan los gastos derivados del cuidado del anciano. Expresiones como la siguiente describe una realidad que, por desgracia, afecta a no pocas familias:

«Mi madre cobra cuatrocientos euros este año, pagamos de piso seiscientos y cinco, más la luz y el agua aparte, claro, teléfono no tengo… y me han denegado la ayuda porque mi madre vive conmigo. ¿Y qué hago?, ¿la tiro en la calle?».

Cambios en el tiempo libre
El cuidado de una persona mayor dependiente exige mucho tiempo y dedicación. Una parte sustancial del tiempo que antes se dedicaba al ocio, a los amigos, hay que destinarlo ahora a afrontar esta tarea. Es frecuente que el familiar cuidador perciba que no tiene tiempo para su ocio. Incluso es posible que no se dedique ese tiempo a sí mismo por los sentimientos de culpa que le produce pensar que si dedica una parte del día a sí mismo está abandonando su responsabilidad. La reducción de actividades en general y, sobre todo, de las actividades sociales, es muy frecuente y está muy relacionada con sentimientos de tristeza y de aislamiento. Reacciones como las que se transcriben a continuación no son extrañas:

«No me relaciono con nadie, con nadie. Me tiene atrapada, me tiene atrapada».

«Muchas veces digo: ‘Ves, si no fuera por esta mujer, pues ahora iba yo a ayudaros al campo… o ir con mi marido al cine. O sea, que nos quita mucho».

«… es una atadura de pies y manos… Dos años ya cogida como una máquina desde las siete de la mañana que me levanto hasta las doce que me acuesto».

Cambios en la salud
Algo muy común en los cuidadores es el cansancio físico y la sensación de que su salud ha empeorado desde que cuidan de su familiar. De hecho, no es una ‘sensación’. Cuando en diversos estudios se han comparado personas que cuidan con personas sin esa responsabilidad, se ha comprobado que los cuidadores tienen una peor salud. En otros estudios se ha detectado también que las personas que cuidan visitan más al médico y tardan más en recuperarse de las enfermedades.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la edad media de los cuidadores principales es de 52 años y que un 20 % son mayores de 65 años. Por tanto, es muy probable que en ellos estén comenzando algunos de los cambios que conlleva el envejecimiento, como disminución de la fuerza muscular, cambios en algunas estructuras que permiten el movimiento, etc. Si a esto se añade el hecho de que están sometidos a un esfuerzo físico mayor que cualquier otra persona a esa edad, no es sorprendente que algunos de esos cambios se aceleren o que aparezcan de forma precoz. Algunas de las quejas más comunes se asemejan a ésta:

«Yo estoy ya que no puedo tirar más, porque tengo unos dolores en las rodillas… Mi hija me ha tenido que comprar una hamaca, porque no puedo estar sentada ni en las sillas por el dolor».

Cambios en el estado de ánimo
Consecuencias del cuidado en la vida del cuidador Se sabe que la experiencia de cuidar a otra persona genera en muchos cuidadores sentimientos positivos. El simple hecho de que la persona a la que cuida y a la que quiere se encuentre bien puede conseguirlo. La persona a la que se cuida puede mostrarle su agradecimiento y eso le hace sentir bien. Hay quien cree que ofrecer estos cuidados es una obligación moral y cumplir con ello le hace sentirse satisfecho.

La experiencia de cuidar, día a día, a una persona mayor dependiente puede acarrear asimismo consecuencias psicológicas negativas.

– Sentimientos de tristeza, desesperación, indefensión y desesperanza. Se he comprobado la presencia de un alto número de síntomas depresivos en familiares cuidadores. Esto puede ser debido a muchas causas: a la situación de declive que perciben en su familiar, a la reducción de su tiempo libre, etc. No es raro escuchar quejas como ésta:

«Me siento muchas veces deprimida. Hay días que me acuesto y digo: ‘Ay, madre mía, pero cuándo me va a cambiar a mí la suerte, porque con lo que tengo aquí y yo sola… y si me pasa algo, con lo que tengo en casa’, y empiezo a pensar y me pongo con la moral por los suelos, esa es la verdad».

– Sentimientos de enfado e irritabilidad. Es frecuente que los familiares cuidadores experimenten estos sentimientos cuando perciben su situación como injusta o su labor como poco reconocida.

– Sentimientos de preocupación y ansiedad ante la situación por la que pasan. Preocupación por la salud de su familiar, por su propia salud, por los conflictos familiares asociados, por la falta de tiempo para todo, etc. Una reacción típica es la siguiente:

«Estoy de los nervios. Me he jubilado por eso. Me he «aviejado» el doble en cuatro días: tengo un sufrimiento, una intranquilidad…»

– Sentimientos de culpa. Pueden experimentarse por muy diversas razones: por haberse enfadado con la persona a la que se cuida, por pensar que no hace todo lo que se puede, por desear que el familiar muera (para que deje de sufrir o para «liberarse» el cuidador de la situación), por descuidar otras responsabilidades, etc. Estas preocupaciones se plasman en frases como ésta:

«El sacerdote muchas veces me dice: » no te sientas tan mal, eres humana. Pero ¿por qué te vas a sentir mal si haces más de los que puedes?».
Fuente: consumer

CÓMO CUIDAR DE TUS PADRES CUANDO ENVEJECEN

7 pasos para cuidar y atender adecuadamente a las personas mayores

84-493-0474-1AUTOR/ES: Carl Eisdorfer; Donna Cohen
ISBN: 9788449304743
AÑO: 1997
EDICION: 1ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Rústica
PÁGINAS: 236
DIMENSIONES: 15,5 X 22
BEST SELLER
DE INTERES PARA:
Autoayuda > Relaciones
PUNTOS CLAVE:
Actualmente, la vida humana suele ser más larga de lo que lo ha sido jamás en siglos anteriores, pero, en contrapartida, millones de adultos de mediana edad se ven obligados a afrontar las crisis y los miedos que supone el cuidado de los padres ancianos. A partir de ahí, este libro divide las tareas subsiguientes en siete pasos y establece útiles estrategias que sin duda reducirán los terrores y frustraciones que aquéllas conllevan. Entre ellas:- Reconocer y jerarquizar los problemas.
– Controlar las emociones.
– Comparar recursos y necesidades.
– Saber superar las crisis.Los lectores comprenderán así sus propias reacciones a la hora de cuidar de sus padres, establecerán beneficiosas relaciones con los profesionales de la salud y sabrán conseguir las herramientas indispensables para realizar las elecciones correctas, equilibrando de este modo las necesidades de toda la familia.

DATOS DEL AUTOR:
David Cohen es cineasta y director de Psychology News. Es además autor de diez libros, entre los que se encuentran Psychologists on Psychology -publicado en España como Los psicólogos hablan de psicología-, J.B. Watson, Development of a play y Being a man… El doctor Carl Eisdorfer es profesor y directivo de la University of Miami School of Medicine y ha escrito dieciocho libros..
Para comprar

QUE ES… CUIDAR A UN FAMILIAR?

Cuidar es una situación que muchas personas a lo largo de sus vidas acaban
experimentando. cuidador1La experiencia de cada cuidador es única, ya que son muchos los aspectos que hacen que esta experiencia difiera de cuidador a cuidador.
El por qué se cuida, a quién se cuida, la relación previa con la persona
cuidada, la causa y el grado de la dependencia del familiar de edad avanzada, la ayuda que prestan otros miembros de la familia, las exigencias que se marquen los cuidadores, etc, son algunos de esos aspectos.

Sin enbargo existen características comunes a las situaciones de cuidado de
personas mayores:
·Proporcionar esta ayuda es una buena forma de que los mayores sientan que sus necesidades físicas, sociales y afectivas están resueltas.
·Implica una dedicación importante de tiempo y energía.
·Conlleva tareas que pueden no ser cómodas y agradables.
·Suele darse más de lo que se recibe.
·Es una actividad que, normalmente, no se ha previsto y para la que no se ha
sido previamente preparado.

Cuidar implica muchas y variadas actividades de prestación de ayuda. Aunque las áreas en las que se prestan cuidados y las tareas que implica dicha ayuda dependen de cada situación particular, muchas de las tareas habituales que implica la prestación de ayuda a una persona mayor dependiente son comunes a la mayoría de las situaciones de cuidado.

Asi, las tareas mas frecuentes de los cuidadores suelen ser:
·Ayuda en las actividades de la casa (cocinar, lavar, limpiar, planchar, etc.).
·Ayuda para el transporte fuera del domicilio (por ejemplo, acompañarle al
médico).
·Ayuda para el desplazamiento en el interior del domicilio.
·Ayuda para la higiene personal (peinarse, bañarse, etc.).
·Ayuda para la administración del dinero y los bienes.
·Supervisión en la toma de medicamentos.
·Colaboración en tareas de enfermería.
·Llamar por teléfono o visitar regularmente a la persona que se cuida.
·Resolver situaciones conflictivas derivadas del cuidado (por ejemplo, cuando se comporta de forma agitada).
·Ayuda para la comunicación con los demás cuando existen dificultades para expresarse.
·Hacer muchas «pequeñas cosas» ( por ejemplo, llevarle un vaso de agua,
acercar la radio, etc.).

Cuidar a un familiar que depende de nuestra ayuda para satisfacer sus
necesidades puede ser una de las experiencias más conmovedoras y
satisfactorias.
Cuidar a otra persona puede hacer que en las numerosas tareas que ello
implica descubramos en nosotros mismos cualidades, aptitudes o talentos que, probablemente, de otra forma hubieran pasado desapercibidas. Asimismo, cuidar a otra persona puede hacer que establezcamos una relación más próxima con ella o con otros familiares y que descubramos en ellos facetas interesantes que hasta entonces habían permanecido ocultas para nosotros.
Una gran parte de los cuidadores, pese a posibles sinsabores, acaban
descubriendo la íntima satisfacción de ser útiles a sus familiares más
próximos.
También puede ser una de las experiencias más solitarias e ingratas. En
muchos casos, el cuidado es, al mismo tiempo, solitario, ingrato, conmovedor y satisfactorio.
Lo que es seguro es que cuidar a un familiar es una de las experiencias más
dignas y merecedoras de reconocimiento por parte de la sociedad.