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¿MÁS VIEJOS Y MÁS FELICES?

Nuevos estudios revelan que la felicidad llega con la edad .

felicesLos «años dorados de la juventud» parecen perder su brillo. Un estudio reciente indica que los mayores son más felices que los jóvenes. El secreto estaría en el cerebro.

Gracias a recientes investigaciones, tenemos un motivo más para no mirar atrás buscando el tiempo perdido. El equipo de Heather Lacey, de la universidad estadounidense de Michigan, encuestó a 550 adultos preguntándoles cuán felices se sentían. De acuerdo con los resultados, y en contra de lo que comúnmente se piensa, las personas de mayor edad se consideraban las más felices.

El equipo médico estudió el sentimiento subjetivo de felicidad en 550 personas divididos por edades en un grupo entre 21 y 40 años, y otro de más de 60 años. Los voluntarios debían valorar su sentimiento subjetivo de felicidad en una escala de uno a diez. Además, debían apreciar en qué medida eran felices las personas de su misma edad.

Después se les pidió que recordaran o visualizaran, según la edad, cómo se sintieron o sentirían entre los 30 y los 70 años. También en este caso debieron responder cuán feliz era, según su criterio, el promedio de los seres humanos de 30 a 70 años de edad.

Todos los participantes partían de que, en la media, los treintañeros eran los más felices, y que la felicidad disminuye con la edad. Sin embargo, la apreciación subjetiva mostró una imagen muy distinta, según pudo comprobar Lacey.

Los mayores son emocionalmente más estables

Los participantes de más edad se consideraban más felices que los jóvenes. Heather Lacey explica que «al pasar los años, el ser humano aprende a sobrellevar mejor los malos y los buenos momentos «. Es decir, cuanto más vive, más feliz se siente, a pesar de que ciertas circunstancias, como por ejemplo la salud, empeoren.

«La gente cree a menudo que la felicidad depende de factores externos», sostiene Peter Ubel, co-autor del estudio, aparecido en la revista especializada «Journal of Happiness» (Revista de la Felicidad).

Si sucede algo bueno, muchos sienten que viven una felicidad sin fin. Si pasa una desgracia, como una enfermedad, muchas personas creen que le seguirá una etapa de infelicidad, explica Ubel. Pero esto parece ser un error. El sentimiento de felicidad individual depende en mayor medida de los recursos emocionales del individuo, que aumentan con la edad.

Sorprende en este estudio que las personas más ancianas se creían más felices que el promedio de su generación. Esta tendencia del ser humano, a considerarse mejor que el promedio, ha sido observada casi siempre por los investigadores en estudios anteriores.

El diagnóstico neurológico refuerza los resultados

Según un equipo de investigación australiano, el sentimiento de felicidad en la vejez puede ser de origen biológico, ya que los ancianos perciben mejor las sensaciones de satisfacción, y no tan bien las de angustia. Leanne M. Williams y su equipo de New South Wales, mostraron a un grupo de voluntarios de 12 a 79 años de edad una serie de 240 fotografías que contenían diferentes expresiones del rostro humano como alegría, miedo, rabia, asco y tristeza.

Por medio de tomografías de resonancia magnética, los científicos pudieron demostrar que las personas mayores identificaban mejor las expresiones alegres. Los jóvenes, en cambio, reconocían mejor los rostros angustiados.

Una cuestión de actividad cerebral

Al contemplar las fotos de personas angustiadas, los ancianos presentaban una actividad cerebral mayor en el centro de control emocional, el córtex prefrontal medial, al tiempo que el centro de la angustia, la amígdala, se bloqueaba.

Aunque las diferentes reacciones biológicas entre jóvenes y ancianos no pueden aún ser aclaradas por completo, Jason Radley, del Instituto Salk de Estudio Biológicos de La Jolla, California, relaciona a los glucocorticoides con ellas, según la revista New Scientist. Esta «hormona del estrés», según estudios en roedores, podría reducir la actividad en el córtex prefrontal.

Según Williams y su equipo, se pudo demostrar que la estabilidad emocional aumenta con la edad en forma lineal. Los ancianos podían controlar mejor los sentimientos negativos, y ésto a pesar de la pérdida de materia gris.

Fuente: Deustche Welle

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TESTIMONIO DE UNA VEJEZ PLENA

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Testimonio de una vejez plena Orfelina aprendiendo porcelana fría

Nacio antes de que se realizara el primer trasplante de órganos. Tuvo una infancia sin televisión, y jugaba con las muñecas de trapo y los carritos de rulemanes, en vez de con las Barbies y los autitos a control remoto. En su juventud vio surgir los primeros videocasetes y escuchaban a Elvis Presley. Ya era adulta cuando el hombre pisó la Luna y Mirtha Legrand empezaba a almorzar con las estrellas. Hoy, ya entrada en la tercera edad, ha aprendido a convivir con nuevas innovaciones como Internet y los teléfonos celulares, y no pierden la capacidad de seguir sorprendiéndose.

Sus cuerpos arrugados delatan el paso del tiempo y su memoria se torna cada vez más borrosa, pero ellos lo toman con naturalidad. Han llegado a una etapa en la que disponen de mucho tiempo libre y están dispuestos a aprovecharlo. Cuando se habla de una cuarta edad, ellos son personas que rondan los 80 años, que se esfuerzan por cambiarle la connotación negativa a la palabra viejo, y demostrar que se puede tener una ancianidad plena y feliz.

«Vivimos en una cultura que nos está mandando mensajes desde los medios de comunicación, el ámbito laboral, las publicidades e incluso la propia escuela, de que los viejos son inútiles y lentos; en una sociedad que hace culto de la rapidez, el movimiento y la dinámica», sostiene Liliana Gastrón, directora del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján.

Independientemente de su condición social, o de cuán gastadas estén las suelas de sus zapatos, cada persona encierra un recorrido vital fascinante. En el caso de los adultos mayores, la acumulación de años ayuda a generar un baúl de experiencias invalorables, que pueden ser aprovechadas por toda la sociedad.

En el caso de Orfelina Sandoval, sus 83 años de idas y venidas, de subidas y bajadas, sólo contribuyeron a estimular su espíritu intrépido. Da clases de telar mapuche, participa de numerosos cursos, se ocupa de mantener y refaccionar su casa, y hasta sale a caminar para no perder el ritmo.

A pesar de tener dos fechas de cumpleaños, se da el lujo de no festejar ninguno, porque para ella «el tiempo no pasa». Nació el 10 de abril de 1926 en Comayo, provincia de Río Negro, pero su papá la anotó recién el 20 de julio. Hace 16 que vive en el barrio Eva Perón, en Bariloche, y las horas del día no le alcanzan para cumplir con todas sus actividades. «Me levanto a las 6 para que el día me rinda. Tejo un rato en casa y después voy a participar de las actividades de la Fundación Gente Nueva», cuenta esta mujer vivaz, de sonrisa franca y espalda encorvada. Allí, desde hace años, enseña telar mapuche y participa como aprendiz de los talleres de telar tapiz, telar de mesa, bastidores varios y porcelana fría.

A pesar de su edad, no abandona su coquetería y sus ganas de verse bien. «Adonde voy me dicen que soy muy pituca porque me gusta arreglarme bien, ponerme polleras, y pintarme los labios y las uñas», cuenta con tono pícaro y la sensación de que todavía tiene mucho camino por recorrer.

Como nunca había tenido la oportunidad de ir a la escuela no se quedó con las ganas, y decidió empezar a estudiar de grande. «Como no sabía sacar las cuentas me embrollaban. Como tampoco sabía firmar, me daba vergüenza», dice esta madre, abuela y bisabuela. Para poder cumplir con su sueño de terminar la primaria caminó 5 kilómetros durante varios años a otro barrio cercano, donde estudiaba. Hoy siente que tiene más herramientas para desenvolverse en su vida cotidiana y eso le da satisfacción.

Está jubilada, y cobra 1000 pesos por mes, pero sostiene que se las arregla porque gasta poco y hace mucho. Vive sola y eso la obliga a ocuparse de su casa. Hace poco la forró con machimbre, puso los pisos y sacó los escombros. «Soy carpintera y lo único que me falta es ser albañil. Lo que no puedo es cargar peso, porque un día me puse a acarrear bloques y me lastimé la columna», dice.

Orfelina forma parte del colectivo de 3.587.620 personas de más de 65 años, según cifras del Censo 2001, que la sociedad se encapricha en llamar abuelitos y mirar de costado.

«Los viejos son la única población que proporcionalmente crece en las sociedades actuales, con una expectativa de vida que quieren llevar a los 120 años, y sin embargo existe una representación social deficitaria con respecto a la carga que significa una larga vejez. Durante más de la mitad de la vida humana vamos a ser viejos y la pregunta que surge es ¿cuál es el sentido de vivir más si no es en plenitud?», dice Julieta Oddone, magister en Gerontología de la Universidad de Córdoba, miembro del Conicet e investigadora de la Universidad de Buenos Aires.

Por Micaela Urdinez

SER GAY EN LA TERCERA EDAD

Los ancianos homosexuales sufren una doble discriminación por ser gays, para los que son homófobos, y por ser viejos dentro del mismo mundo gay que los trato con desprecio o destinterés.

imagesEnfrentar la vejez es un proceso difícil para cualquier persona, pero ¿qué sucede cuando quien se enfrenta a la vejez es homosexual? Para las personas que se enfrentan a la tercera edad resulta difícil adecuarse a nuevas circunstancias, demandando nuevas atenciones y servicios que no siempre se satisfacen adecuadamente. Se están dando cuenta de que dentro del mundo gay, la nueva identidad (comercial) los deja fuera. El mercado (gay) y los medios de comunicación, junto con la complicidad de la sociedad los excluyen.

En la nueva identidad gay no caben los viejos: solo los jóvenes (aunque no todos) «Dentro del ambiente hay discriminación por ser mayor, por pesar más kilos de los que indica la norma estética, sino vistes de una forma determinada, etc, dentro del ambiente esta discriminado todo aquello que salga de un cliché que es la identidad de las muchas maneras que hay de vivir la homosexualidad».

Los ancianos homosexuales sufren una doble discriminación por ser gays, para los que son homófobos, y por ser viejos dentro del mismo mundo gay que los trata con desprecio o desinterés

En algunas ciudades como Barcelona se crearon grupos de apoyo para personas gays de la tercera edad sin mucho éxito ¿Si no se obtuvieron los resultados esperados en sociedades con una trayectoria mayor en cuanto al desarrollo del ambiente gay, que oportunidades hay para organismos como este en Guadalajara? ¿Cuál es la postura y oportunidades para quienes viven esta realidad aquí?

En otros países como Holanda, Alemania Gran Bretaña o Estados Unidos existen asociaciones gays para gente mayor SAGE en Nueva York, formada por gente mayor y otros que se preocupan por estos temas, es precisamente en Estados Unidos donde se han realizado los primeros estudios sobre homosexualidad y tercera edad.

Es necesario un estudio para descubrir las necesidades de este sector en nuestra ciudad, pero ¿Quién desea invertir en ello? ¿Será este mercado un sector tan atractivo como ha resultado el mercado gay en general? Cómo base se puede decir que si los estudios al respecto sobre las personas de la tercera edad en general son escasos, ¿qué podemos esperar de uno especializado en homosexuales de la tercera edad?

Tener un grupo de amigos, un lugar para reunirse con sus contemporáneos, sitios que los incluyan ofreciendo servicios dirigidos específicamente para ellos, son opciones que no estan tomadas en cuenta del todo, podemos encontrar por ejemplo saunas llenas de personas de la tercera edad porque no tienen otro lugar donde reunirse y donde buscar contacto sexual el cual se vuelve precario conforme se avanza con la edad por estar fuera de los gustos generales de cuerpos delgados y musculosos que muestren juventud y fuerza, puede entonces pensarse que si tienes mas de 45 años ya estas fuera del mercado sexual, cuando de forma natural la fortaleza física comienza a minarse y todo cambia de forma. Es cuando se busca la forma de satisfacer necesidades sexuales llegando a ser unos de los principales consumidores de la prostitución, ya que si llegas a los 45 años y no tienes pareja puede resultar un tanto más complicado conseguir una, y formalizar una relación duradera que te apoye en esta etapa.

¿Qué sucede si no estamos bajo el amparo de una pareja? ¿Si nuestra familia muestra indiferencia a lo que nos suceda? No todos podremos tener el privilegio de tener una relación duradera, si hablamos de cuanto tiempo dura una relación homosexual tal vez podamos guiarnos por alguna estadística que incluso sea desalentadora, el hecho es que si para cuando llegue el momento tan temido de darnos cuenta que la vigorosa juventud dejo de estar presentes en nuestra vida seguramente estaríamos mejor si tuviésemos una pareja a nuestro lado. El hecho de mantener una relación durante muchos años es una tarea y una elección muy singular, podemos en su momento decidir quien o quienes queremos en nuestras vidas como pareja o como amigo pero no de nuestras familias, siempre hemos sabido quienes son, como piensan, que hacen y si llevamos una buena relación con ella también. Saber si podemos contar con el apoyo de nuestra familia será un aliciente para cuando ese momento llegue y que la falta de atenciones, servicios e interés por parte de la sociedad nos golpeé.

Conceptos como «La familia no biológica» entran al tema y nos preguntamos ¿son estas las familias gay? Las relaciones amistosas que se cultivan al paso de los años se vuelven las seres mas cercanos a nuestra persona que pueden incluso crearse lazos tan fuertes como quienes son nuestra familia biológica, y una prueba de ello la podemos ver en el apoyo que reciben personas  de quienes son sus amigos verdaderos una muestra de solidaridad frente al individualismo que tanto se critica en la homosexualidad y que además es una constante en las sociedades modernas.

Buscar apoyo, y trabajar en construir nuestras propias opciones para cuando el momento llegue, por el momento podemos apoyarlos no excluyendo, no discriminando porque nosotros mismo hemos sufrido descriminación.

Por Ricardo Castro,

Fuente: http://www.gaygdl.com