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LA TERCERA EDAD Y EL TEATRO.

images reflexPara la gerontología social, la presencia de los mayores, en manifestaciones artísticas como el teatro es una manera de remover pensamientos, recuerdos y sentimientos.
Revivir a través del teatro, hechos y vivencias cercanas a nosotros y a nuestros ascendentes es equiparable en muchas ocasiones a ordenar y sacarle el polvo al – a menudo olvidado- baúl de nuestros recuerdos.
Tal es el caso de “ARA”, una obra que estará en la cartelera del teatro Regina de Barcelona, hasta el día 7 de febrero.                                                                               Ver Crónica en Catalunya Vanguardista:
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Entradas para ARA (Barcelona) en atrapalo.com

CUANDO LOS PADRES SE VAN…

Aunque es parte del ciclo de la vida, nadie puede resolverlo sin pasar por un periodo de duelo y tristeza, contando con el apoyo de los seres queridos…
Según una investigación reciente, la muerte de los padres es la pérdida de un familiar más frecuente, teniendo en cuenta que cada año el 5% de la población mundial pierde a uno de sus padres y la mayoría de ellos (los hijos) tienen entre 35 y 55 años.
Estas son las personas que sufren hoy el duelo por la pérdida de sus padres…¿Pero por qué se dice que ellos sufren más de lo que se sufría en otras épocas?
La respuesta es que la expectativa de vida es mucho más amplia que en décadas pasadas. Los hijos coinciden mucho más con sus padres y viven muchas más cosas juntos, se relacionan con mayor intimidad
La forma de conocerse y tratarse ha cambiado mucho, y el afecto comenzó a evidenciarse con mucha más claridad. Antes de la década del `40, existía mucho respeto entre padres e hijos y las cosas eran diferentes.
Hoy en día, los padres ya no viven con sus hijos adultos y, a diferencia de generaciones pasadas, no necesariamente viven cerca. Muchos nietos pueden ver a sus abuelos sólo una vez o dos al año, y no una o dos veces a la semana.
En general, son las mujeres quienes tratan de mantener los vínculos familiares más fuertes, incluso cuando deben trabajar fuera de casa.
Muchas veces, el tan necesario apoyo de parientes, amigos o compañeros de trabajo no está ahí cuando se lo necesita.
En general, la gente suelen menospreciar el sufrimiento ajeno por la pérdida de un padre anciano: “ya era viejo”, “es la ley de la vida”, “¿y qué esperabas”, como si eso hiciera disminuir el dolor del hijo. Y no se puede dar apoyo a alguien cuyo sufrimiento no queremos ver.
Mucha gente, por otro lado, restan importancia a sus padres ancianos en sus vidas, olvidándose de quienes son y hasta incluso de qué necesitan. La cercanía de la muerte no significa mucho, hasta que llega.
Muchos estudiosos del tema, aseguran que el motivo por el cual no se le da toda la importancia al fallecimiento de los padres es porque la expectativa social es que ellos se vayan antes, diferente de quien sufre la perdida de un hijo, una pareja o un hermano. El mandato social parece ser: “es lo normal, recuperate rápido que no tienes derecho a sufrir por esto”.
En general, las personas de entre 35 y 55, no dejan de trabajar una semana por la muerte de sus padres, y este es un fenómeno que muchos fundamentan en las obligaciones que individuos de esa edad, tienen con sus hijos y resto de la familia, y también en que la sociedad no le otorga la misma importancia a la pérdida de un padre anciano que a la de otro familiar cercano. En otras palabras, parece no tener derecho a acongojarse y pasar por un periodo de duelo.
Es en ese momento, en que se nota la importancia de los amigos y familiares. Cuando la persona está profundamente dolida y no tiene el tiempo necesario para superarlo en soledad.
Otros, en cambio, eligen ampararse en la fe y otros se “tragan” todos sus sentimientos y sufren en silencio. En algunos casos, pueden incluso desencadenarse cuadros severos como una depresión.
Sea como sea, se reconozca o no, nunca dejamos de ser hijos de nuestros padres, tengamos la edad que tengamos.
Fuente: enplenitud

¿MÁS VIEJOS Y MÁS FELICES?

Nuevos estudios revelan que la felicidad llega con la edad .

felicesLos «años dorados de la juventud» parecen perder su brillo. Un estudio reciente indica que los mayores son más felices que los jóvenes. El secreto estaría en el cerebro.

Gracias a recientes investigaciones, tenemos un motivo más para no mirar atrás buscando el tiempo perdido. El equipo de Heather Lacey, de la universidad estadounidense de Michigan, encuestó a 550 adultos preguntándoles cuán felices se sentían. De acuerdo con los resultados, y en contra de lo que comúnmente se piensa, las personas de mayor edad se consideraban las más felices.

El equipo médico estudió el sentimiento subjetivo de felicidad en 550 personas divididos por edades en un grupo entre 21 y 40 años, y otro de más de 60 años. Los voluntarios debían valorar su sentimiento subjetivo de felicidad en una escala de uno a diez. Además, debían apreciar en qué medida eran felices las personas de su misma edad.

Después se les pidió que recordaran o visualizaran, según la edad, cómo se sintieron o sentirían entre los 30 y los 70 años. También en este caso debieron responder cuán feliz era, según su criterio, el promedio de los seres humanos de 30 a 70 años de edad.

Todos los participantes partían de que, en la media, los treintañeros eran los más felices, y que la felicidad disminuye con la edad. Sin embargo, la apreciación subjetiva mostró una imagen muy distinta, según pudo comprobar Lacey.

Los mayores son emocionalmente más estables

Los participantes de más edad se consideraban más felices que los jóvenes. Heather Lacey explica que «al pasar los años, el ser humano aprende a sobrellevar mejor los malos y los buenos momentos «. Es decir, cuanto más vive, más feliz se siente, a pesar de que ciertas circunstancias, como por ejemplo la salud, empeoren.

«La gente cree a menudo que la felicidad depende de factores externos», sostiene Peter Ubel, co-autor del estudio, aparecido en la revista especializada «Journal of Happiness» (Revista de la Felicidad).

Si sucede algo bueno, muchos sienten que viven una felicidad sin fin. Si pasa una desgracia, como una enfermedad, muchas personas creen que le seguirá una etapa de infelicidad, explica Ubel. Pero esto parece ser un error. El sentimiento de felicidad individual depende en mayor medida de los recursos emocionales del individuo, que aumentan con la edad.

Sorprende en este estudio que las personas más ancianas se creían más felices que el promedio de su generación. Esta tendencia del ser humano, a considerarse mejor que el promedio, ha sido observada casi siempre por los investigadores en estudios anteriores.

El diagnóstico neurológico refuerza los resultados

Según un equipo de investigación australiano, el sentimiento de felicidad en la vejez puede ser de origen biológico, ya que los ancianos perciben mejor las sensaciones de satisfacción, y no tan bien las de angustia. Leanne M. Williams y su equipo de New South Wales, mostraron a un grupo de voluntarios de 12 a 79 años de edad una serie de 240 fotografías que contenían diferentes expresiones del rostro humano como alegría, miedo, rabia, asco y tristeza.

Por medio de tomografías de resonancia magnética, los científicos pudieron demostrar que las personas mayores identificaban mejor las expresiones alegres. Los jóvenes, en cambio, reconocían mejor los rostros angustiados.

Una cuestión de actividad cerebral

Al contemplar las fotos de personas angustiadas, los ancianos presentaban una actividad cerebral mayor en el centro de control emocional, el córtex prefrontal medial, al tiempo que el centro de la angustia, la amígdala, se bloqueaba.

Aunque las diferentes reacciones biológicas entre jóvenes y ancianos no pueden aún ser aclaradas por completo, Jason Radley, del Instituto Salk de Estudio Biológicos de La Jolla, California, relaciona a los glucocorticoides con ellas, según la revista New Scientist. Esta «hormona del estrés», según estudios en roedores, podría reducir la actividad en el córtex prefrontal.

Según Williams y su equipo, se pudo demostrar que la estabilidad emocional aumenta con la edad en forma lineal. Los ancianos podían controlar mejor los sentimientos negativos, y ésto a pesar de la pérdida de materia gris.

Fuente: Deustche Welle

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