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LA TERCERA EDAD Y LA FAMILIA.

Relaciones afectivas. 541935La vida de la mayoría de los individuos de edad avanzada se enriquece por la presencia de personas que cuidan de ellos y a quienes éstos sienten cercanos.
La familia es todavía la fuente primaria de apoyo emocional, y en la edad avanzada tiene sus propias características especiales. Ante todo es probable que sea multigeneracional. La mayoría de las familias de las personas de edad avanzada incluyen por lo menos tres generaciones; muchas alcanzan cuatro o cinco. La presencia de tantas personas es enriquecedora pero también crea presiones especiales. Además, la familia en la edad avanzada tiene una historia larga, que también presentan sus más y sus menos. La larga experiencia de afrontar tensiones puede dar confianza a estas personas en el manejo de cualquier situación que la vida ponga en su camino.
Muchos eventos de la vida son especialmente típicos de la familia de edad avanzada (aunque no se limitan a ellas): volverse abuelo o bisabuelo, retirarse del trabajo o perder al cónyuge.

Matrimonio. El matrimonio que dura largo tiempo, es un fenómeno relativamente novedoso; la mayoría de los matrimonios, como la mayoría de las personas, solían tener una vida más corta. Muchos hombres perdían a una ó más esposas en el parto; y, en general, ambos sucumbían a la enfermedad siendo jóvenes. En la actualidad los aniversarios quincuagésimos son más comunes, aunque son más comunes, aunque aún muchos matrimonios se terminan más temprano por muerte o divorcio.
Dado que las mujeres comúnmente se casan con hombres mayores y por lo general viven más largo tiempo que éstos, muchos más hombres que mujeres viven con sus cónyuges.

La felicidad conyugal. Las parejas casadas que están todavía juntas en sus 60 años tienen mayor probabilidad que las parejas de edad intermedia de considerar su matrimonio como satisfactorio. Muchos dicen que su matrimonio ha mejorado a través de los años. Puesto que desde hace algunos años el divorcio ha sido más fácil de obtener, los esposos que todavía están juntos en una época tardía de la vida han elegido estar juntos.
Por lo general la decisión de divorciarse llega temprano en un matrimonio; las parejas que permanecen juntas a pesar de las dificultades son capaces de superar sus diferencias y de llegar a una relación mutuamente satisfactoria.
Otra posible razón por la cual las personas de edad avanzada reportan mayor satisfacción en el matrimonio es que a esta edad están más satisfechas con la vida en general. Su satisfacción puede surgir de factores externos al matrimonio, como el trabajo, el fin de la crianza de los hijos, ó más dinero en el banco.
También es posible que consideren que su matrimonio es feliz como una justificación consciente o inconsciente por haber permanecido en él tan largo tiempo.

Fortalezas y tensiones en el matrimonio en la edad adulta tardía. Estar enamorado es todavía importante para el matrimonio exitoso en la edad adulta tardía. Los esposos de edad avanzada también valoran el compañerismo y la expresión abierta de los sentimientos, como también el respeto y los intereses comunes. Pero pueden surgir problemas provenientes de diferencias en valores, intereses y filosofías.

Una nueva libertad llega en cuanto el esposo y la esposa se apartan de los roles de sostén de la familia y de la crianza de los hijos, a medida que cada uno de los dos se vuelve más interesado en la personalidad del otro, y a medida que cada uno disfruta de modo creciente la compañía del otro. Además, la capacidad de las personas casadas para manejar los altibajos de la edad adulta tardía con relativa serenidad puede resultar de su mutuo apoyo. Esto refleja tres beneficios importantes del matrimonio: intimidad (sexual y emocional), interdependencia (compartir tareas y recursos), y sentido de la pareja de pertenecer uno al otro.

El éxito de un matrimonio en la edad adulta tardía puede depender de la capacidad de la pareja para adaptarse a los cambios de personalidad de la edad adulta intermedia, los que con frecuencia llevan a hombres y mujeres en direcciones opuestas. Como el esposo se involucra menos con el trabajo y está más interesado en la intimidad, la esposa puede interesarse más en el crecimiento personal y la autoexpresión. En el cambio de roles, las parejas pueden argumentar sobre tareas domésticas, entre otras.

Los matrimonios de edad avanzada por lo general se ponen a prueba por las dolencias de salud de uno de los cónyuges. Las personas que deben cuidar de su pareja incapacitada pueden sentirse aisladas, enojadas y frustradas, sobre todo cuando ellos mismos tienen precaria salud. Cuidar a un cónyuge que padece demencia es algo que exige de manera especial, y comúnmente da como resultado un sentido de pérdida de identidad. Tanto la personalidad como el desempeño externo influyen en la manera como los responsables del cuidado pueden adaptarse a las exigencias que se le presentan. Aquellos que son optimistas y están bien adaptados para comenzar con esta labor y los que mantienen contacto con amigos, logran desempeñarse mejor.

Algunas parejas disfrutan el retiro porque les permite tener tiempo de ocio para viajar, pasar momentos con los hijos y nietos, y perseguir otros intereses, juntos o por separado. No obstante, la jubilación no siempre hace que un matrimonio sea mejor.

Surgen problemas con mayor frecuencia en aquellas situaciones en que el esposo se retira y la esposa todavía sigue trabajando. La esposa puede sentir que su carga de trabajo es injusta, dado que los esposos en edad de retiro gastan menos de ocho horas a la semana, en promedio, en tareas domésticas, mientras que sus esposas invierten cerca de 20 horas más a la semana y hacen más de tres cuartas partes de los quehaceres doméstico

CUANDO LOS PADRES SE VAN…

Aunque es parte del ciclo de la vida, nadie puede resolverlo sin pasar por un periodo de duelo y tristeza, contando con el apoyo de los seres queridos…
Según una investigación reciente, la muerte de los padres es la pérdida de un familiar más frecuente, teniendo en cuenta que cada año el 5% de la población mundial pierde a uno de sus padres y la mayoría de ellos (los hijos) tienen entre 35 y 55 años.
Estas son las personas que sufren hoy el duelo por la pérdida de sus padres…¿Pero por qué se dice que ellos sufren más de lo que se sufría en otras épocas?
La respuesta es que la expectativa de vida es mucho más amplia que en décadas pasadas. Los hijos coinciden mucho más con sus padres y viven muchas más cosas juntos, se relacionan con mayor intimidad
La forma de conocerse y tratarse ha cambiado mucho, y el afecto comenzó a evidenciarse con mucha más claridad. Antes de la década del `40, existía mucho respeto entre padres e hijos y las cosas eran diferentes.
Hoy en día, los padres ya no viven con sus hijos adultos y, a diferencia de generaciones pasadas, no necesariamente viven cerca. Muchos nietos pueden ver a sus abuelos sólo una vez o dos al año, y no una o dos veces a la semana.
En general, son las mujeres quienes tratan de mantener los vínculos familiares más fuertes, incluso cuando deben trabajar fuera de casa.
Muchas veces, el tan necesario apoyo de parientes, amigos o compañeros de trabajo no está ahí cuando se lo necesita.
En general, la gente suelen menospreciar el sufrimiento ajeno por la pérdida de un padre anciano: “ya era viejo”, “es la ley de la vida”, “¿y qué esperabas”, como si eso hiciera disminuir el dolor del hijo. Y no se puede dar apoyo a alguien cuyo sufrimiento no queremos ver.
Mucha gente, por otro lado, restan importancia a sus padres ancianos en sus vidas, olvidándose de quienes son y hasta incluso de qué necesitan. La cercanía de la muerte no significa mucho, hasta que llega.
Muchos estudiosos del tema, aseguran que el motivo por el cual no se le da toda la importancia al fallecimiento de los padres es porque la expectativa social es que ellos se vayan antes, diferente de quien sufre la perdida de un hijo, una pareja o un hermano. El mandato social parece ser: “es lo normal, recuperate rápido que no tienes derecho a sufrir por esto”.
En general, las personas de entre 35 y 55, no dejan de trabajar una semana por la muerte de sus padres, y este es un fenómeno que muchos fundamentan en las obligaciones que individuos de esa edad, tienen con sus hijos y resto de la familia, y también en que la sociedad no le otorga la misma importancia a la pérdida de un padre anciano que a la de otro familiar cercano. En otras palabras, parece no tener derecho a acongojarse y pasar por un periodo de duelo.
Es en ese momento, en que se nota la importancia de los amigos y familiares. Cuando la persona está profundamente dolida y no tiene el tiempo necesario para superarlo en soledad.
Otros, en cambio, eligen ampararse en la fe y otros se “tragan” todos sus sentimientos y sufren en silencio. En algunos casos, pueden incluso desencadenarse cuadros severos como una depresión.
Sea como sea, se reconozca o no, nunca dejamos de ser hijos de nuestros padres, tengamos la edad que tengamos.
Fuente: enplenitud