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RECOMENDACIONES PARA UN ENVEJECIMIENTO SALUDABLE:

consejosLa preocupación más importante de todas las personas y, de forma especial, de las personas mayores tiene que ver con los problemas de salud y sus consecuencias, fundamentalmente la dependencia. El compromiso de un envejecimiento saludable es un compromiso con la buena salud y consiste en:
– Adquirir una serie de hábitos de vida saludables (nutrición, ejercicio físico, mental y afectivo, abandono del consumo de alcohol y tabaco).
– Seguir los controles médicos de salud recomendados. A continuación se intenta responder a las preguntas básicas para poder desarrollar un envejecimiento saludable y se exponen las recomendaciones principales que han demostrado su utilidad para prevenir la enfermedad y con ello la dependencia.

¿Qué son los controles de salud?
Son visitas programadas al médico y/o la enfermera de su centro de salud que tienen por objeto prevenir que aparezca la enfermedad o mitigar sus efectos si ésta ya se ha desarrollado. Se ha comprobado que diversos servicios preventivos son muy eficaces en las personas mayores.

Estas acciones se muestran en la siguiente lista, expuesta en la tabla siguiente, a modo de chequeo útil para comprobar su cumplimiento.

Hipertensión: si usted no es hipertenso, es necesario que su médico o enfermera le tome la tensión arterial al menos una vez al año. Las cifras que debe mantener son cifras menores de 135/85 mm/Hg. Si ya es hipertenso o padece alguna enfermedad, debe de seguir los controles de la tensión arterial que le marque su médico.

Dislipemias: son las alteraciones de los niveles de las grasas en sangre. Si usted presenta factores de riesgo vascular como hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo o enfermedades isquémicas de la circulación arterial (infarto de miocardio, angina de pecho, trombosis cerebral…), es necesario realizar al menos una analítica anual de los niveles en sangre del LDL-colesterol, el llamado «colesterol malo», (menor de 130 mg/dl) y de triglicéridos (menor de 200 mg/dl). Si no presenta dichos factores de riesgo no es necesaria esta comprobación.

Diabetes: algunas asociaciones científicas recomiendan la medición de glucosa en sangre para las personas mayores con los factores de riesgo descritos en el apartado anterior.

Obesidad y desnutrición: al menos una vez al año es necesario que le tallen y le pesen para poder obtener el llamado Índice de Masa Corporal (IMC) a través de la fórmula IMC=peso/tallaxtalla -el peso en kilogramos y la talla en metros-. Si el resultado se halla entre 18,5 y menos de 25, el peso es el correcto. Por debajo de 18,5 significa desnutrición, por encima de 25 sobrepesos y si es superior a 30 se califica como obesidad.

Déficit de visión y de audición: al menos una vez al año debe acudir al oftalmólogo para someterse a un control que incluya un examen de su agudeza visual y de la tensión ocular. Con ello se detectan los errores en la graduación de la vista, el glaucoma (tensión en los ojos), las cataratas (opacidad del cristalino) o la degeneración macular (alteración del centro de la visión de la retina). Todas estas alteraciones disponen de tratamiento con el que se puede evitar la dependencia que puede producir una mala visión. En cuanto al oído, si usted detecta cualquier pérdida de audición, visite al médico. Si éste le prescribe un audífono, no dude en ponérselo porque, aunque sea una persona mayor, se puede adaptar a él perfectamente. En la actualidad estos aparatos son pequeños y discretos y apenas se notan.

Cáncer: la edad no es nunca una contraindicación para tratar un cáncer. Sí lo es su extensión, por lo que es muy importante un diagnóstico precoz cuando todavía no está extendido.

Cáncer de mama: se recomienda una mamografía cada dos años hasta los 70 años.

Cáncer del cuello uterino: se recomienda una citología anual hasta los 65 años. Si los resultados han sido normales, no son necesarios nuevos controles.

Cáncer de colon: se recomienda un análisis anual de una muestra de sangre oculta en heces.

No se recomiendan otras intervenciones precoces para el resto de cánceres, excepto:

Cáncer de próstata: algunas asociaciones científicas recomiendan para el varón realizar una vez al año un tacto rectal junto con un análisis de sangre del antígeno específico de próstata entre las edades de 50 a 69 años. Pasada esta edad no se recomiendan dichas exploraciones.

Cáncer de piel: algunas asociaciones científicas aconsejan la exploración anual de la piel de las personas mayores. Cualquier cambio que usted observe en su piel relacionada con el aumento del tamaño o del color de los lunares, ulceraciones o tumoraciones debe acudir inmediatamente al médico.

Depresión: la depresión necesita en el caso de las personas mayores un diagnóstico y tratamiento lo más temprano posible para evitar sus consecuencias. Si presenta antecedentes de depresiones, de pérdida reciente de algún familiar querido o trastornos importantes del sueño, tiene un riesgo significativo de desarrollar una depresión. Si usted responde «sí» a la pregunta directa de «¿está usted deprimido/a?», acuda a su médico.

Demencia: la edad avanzada no tiene por qué estar vinculada a una pérdida de la memoria y, lo que es más importante, no tiene por qué acarrear una pérdida de autonomía en actividades instrumentales de la vida diaria como saber comprar, manejar el teléfono, utilizar el dinero, manejar la medicación o, sin ir más lejos, orientarse en la calle o con el uso de los transportes públicos. Si presenta algún tipo de alteración de la memoria o algún tipo de problema en relación con las actividades descritas, acuda a su médico.

Pérdida funcional: cumplir años no es sinónimo de que usted pierda la capacidad de andar, tenga incontinencia de esfínteres, no se pueda vestir, no se pueda asear o bien no pueda realizar las actividades descritas en el apartado anterior. Ante cualquier pérdida funcional acuda a su médico y tenga presente que si ésta se produce no es a causa de la edad. Siempre existe una causa subyacente que es necesario conocer cuanto antes porque cuanto más tiempo pase incapacitado más difícil será su recuperación.

Vacuna de la gripe: todas las personas mayores de 65 años deben vacunarse anualmente contra la gripe. La época del año apropiada es de octubre a mediados de noviembre.

Vacuna neumocócica: todas las personas mayores de 65 años deben vacunarse al menos una vez en su vida de la vacuna neumocócica, que previene las infecciones pulmonares del neumococo, es decir de las neumonías. La vacuna se administra en cualquier época del año por vía intramuscular y, al igual que la vacuna de la gripe, no produce apenas efectos secundarios.

Vacuna antitetánica: es necesario que todas las personas mayores de 65 años estén correctamente vacunadas del tétanos. Si usted ha seguido las vacunaciones periódicas durante su vida, siga y vacúnese cada 10 años con la dosis de recuerdo. Si usted no ha seguido esas vacunaciones, que es lo más frecuente, debe acudir a su médico para que le aplique la vacuna, cuyo efecto se mantendrá con una dosis de recuerdo cada 10 años.

¿Cuáles son los hábitos de vida saludable?
Son hábitos, costumbres, formas y actitudes de vida, comprobadas de forma científica, para evitar que aparezcan las enfermedades y la dependencia. Las personas mayores deben interiorizarlas y comprometerse a llevarlas a cabo. Es un compromiso con la vida.

Son las siguientes:
– Actividad física adecuada.
– Dieta bien equilibrada, rica en fibra, vegetales y frutas, y baja en grasas.
– Aporte adecuado de calcio.
– Prevención de lesiones (reducir el riesgo de caídas, de accidentes de tráfico y de quemaduras). – Interrupción del tabaquismo y del consumo de bebidas alcohólicas.
– Cuidado dental adecuado, con visitas regulares al odontólogo para que le detecten y traten eficazmente problemas bucales.
– Cuidado adecuado de los pies, con visitas regulares al podólogo para que le traten problemas frecuentes de los pies.
-Evitar la automedicación, tomando sólo lo prescrito por el médico.

LA DIABETES. PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

diabetesmagnifyer¿Se hereda la diabetes?
No es exacto decir que la diabetes sea hereditaria del mismo modo que lo decimos, por ejemplo, de la hemofilia. Lo que sí está comprobado es que tiene un importante factor genético. Por ejemplo, en el caso de la diabetes tipo 1, la probabilidad de padecerla es de un 6 % para las personas que tienen un padre o hermano que ya la padece, frente a un 0,4 % en la población normal. Estas cifras, con ser significativas, están muy lejos de darnos un predicción precisa de quién va a padecer la enfermedad. Por otro lado, decimos que la diabetes tiene un origen multifactorial, lo cual quiere decir que la predisposición muchas veces no será suficiente sin otros factores desencadenantes. Y, en todo caso, hay que recordar que la enfermedad, o al menos no pronóstico, no se define por unos determinados patrones fisiológicos o químicos, sino por la existencia de daños o complicaciones, que muchas veces podrán ser evitados, o al menos, minimizados, con unas medidas preventivas y de estilo de vida adecuadas.
¿Cuáles son los factores de riesgo para la diabetes?
En general, se consideran como factores de riesgo para la diabetes la edad superior a 45 años, el tener alguno de los padres o hermanos diabéticos y la obesidad.
¿Cómo se controla la diabetes tipo 2?
Para controlar la diabetes tipo 2, aquella que en principio no es insulinodependiente, lo esencial es un cambio en el estilo de vida. Para ello es fundamental una dieta cardiosaludable- baja en grasas y colesterol- y con alto contenido en fibra. Junto a ello son fundamentales el ejercicio, la pérdida de peso y dejar de fumar para prevenir las complicaciones de la diabetes.

¿Qué consejos hay que seguir para que los niveles de glucosa en la sangre se mantengan normales?
En principio, es difícil fijar a priori los límites de «normalidad», pues para cada diabético hay unos «márgenes» diferentes. Por eso, lo recomendable es que estos límites se fijen individualmente para cada paciente por parte del médico, pues algunos pacientes presentarán síntomas con unos niveles más bajos que otros y algunos nunca presentarán síntomas, a pesar de unos niveles aparentemente elevados.
Por eso si se comprueba que los niveles de glucosa pueden estar altos o demasiado bajos, o que se están aumentando las necesidades de insulina, o hay dudas sobre la dieta correcta, hay que acudir siempre al médico.
¿Por qué en unas ocasiones es más difícil controlar los niveles de glucosa que en otras?
En las personas con diabetes, los cambios en los niveles de glucosa dependen mucho más de la dieta que en la persona no diabéticas. Por ejemplo, el ayuno produce una bajada de glucosa que se manifestará sobre todo durante la noche o la madrugada, pero muchas personas tienen también una bajada reactiva de la glucosa entre las 2-5 horas después de una comida, precisamente cuando se ponen en marcha los mecanismos fisiológicos que se desencadenan tras los altos niveles de glucosa que se dan después de las comidas. En las personas diabéticas, esto puede estar influido por los fármacos o la insulina en dosis demasiado altas. Al mismo tiempo, también se pueden dar lugar a niveles elevados de glucosa por dosis demasiado bajas de insulina.
Por otro lado el ejercicio físico no habitual también influye, así como las infecciones u otras enfermedades, que provocan una situación de stress al organismo, que, en el caso de los diabéticos, supone una mayor necesidad de insulina..
¿Hace falta que siga una dieta estricta aunque mi diabetes sea leve?
Las formas más leves de diabetes pueden controlarse sólo con la dieta. Antiguamente se pensaba que la dieta tenía que ser baja en hidratos de carbona, pero hoy sabemos que se consigue un buen control de la enfermedad con una ingesta elevada de hidratos de carbono, siempre que se eviten los de absorción rápida, como los azúcares y dulces. Lo realmente importante es evitar las excesivas subidas de glucosa en la sangre, y eso por ejemplo depende mucho de una dieta en la que no que se consuma glucosa sola, sino acompañada con otros elementos, como lípidos y proteína. La fibra vegetal también retrasa, que no disminuye, la absorción de la glucosa, y es por tanto, muy recomendable.
El objetivo del tratamiento será en cualquier caso minimizar los síntomas agudos que se deben a niveles demasiado altos o demasiado bajos de glucosa, y en prevenir las complicaciones a largo plazo.
Al mismo tiempo, hay que controlar otros factores, que se pueden sumar a las complicaciones de la diabetes a largo plazo, como la hipertensión arterial, el consumo de tabaco, o la obesidad.
Por lo tanto, las seguimiento de la dieta tienen una importancia capital en mantener unos niveles aceptables de glucosa y en minimizar la probabilidad de la aparición de complicaciones. Así que el padecer una diabetes en sus fases más iniciales no es dispensa para seguir una dieta adecuada que, en todo caso, nos permitirá al menos retrasar el momento en que sean necesarias otras medidas terapéuticas.
¿Si se padece diabetes, será necesario utilizar insulina?
Aunque los pacientes con diabetes no insulinodependiente tienden a tener un control de la glucemia cada vez más dificultoso, que a la larga es fácil que lleve a la necesidad de la administración de insulina, esto no es una regla fija. Lo importante a la larga es mantener un buen nivel de salud y una calidad de vida aceptable el máximo tiempo posible y evitar la aparición de complicaciones propias de la diabetes. En muchos casos incluso, se va a intentar retrasar todo lo posible la administración de la insulina precisamente con el fin de mantener una buena calidad de vida. No olvidemos que éste es el objetivo fundamental de toda intervención sanitaria, y sólo secundariamente lo sería el control de los niveles de glucosa.
Por tanto, habrá que considerar cada caso individualmente y sopesar los beneficios y los riegos que el tratamiento con insulina puede suponer.
¿A qué complicaciones puede dar lugar la diabetes?
Las complicaciones a que da lugar la diabetes vienen dadas por alteraciones a nivel de los vasos sanguíneos o de los nervios. Los cambios en los vasos provocan enfermedades cardiovasculares, oculares y renales. La alteración de los nervios provoca una neuropatía y disfunción eréctil en el varón.