Es verdad:
aun extraño aquella novia,
tu abuela, mi dulce compañera,
compartimos años, amor ,pan y sal,
el amor se durmió en el camposanto,
y la sal aunada a la humedad
las heredo a mis mejillas al partir.
También es verdad,
que me invadió grotesco el silencio,
mis manos rebeldes se cerraron,
le di de puñetazos a la vida
y encarcele las caricias
para que no volaran tras otras huellas,
Y sigo aquí, dicen que …“vivo”
El color escapo de mi rostro,
y las heridas sangrantes permanecen,
mi lamento como gemido al viento,
es tan estridente a veces,
que las aves huyen asustadas,
despavoridas,
ante el desgarro del dolor.
Mírame , ven,
obsérvame con tus ojos nuevos,
Ten compasión de mi torpeza lucida,
de esta pena ante el deterioro de mis años ,
no investigues cuestiones o aventuras ,
no existen,
tampoco preguntes por los besos nunca dados,
ellos se quedaron yertos en mis labios,
tristes y pardos, insaboros.
¿porque no me fui tras ella?
Era tan fácil el camino,
tuve la opción de dejar de respirar,
¡era mas fácil que continuar la vida misma!
Pero ya habías nacido,
un día cualquiera te observe casi sin ver,
era de madrugada y la luna fue tu cómplice,
sonreíste y me perdí,
en tu mirada calida y tu sonrisa,
me di cuenta de que había vuelto a verla .
y renací a la vida, por ti y por ella.
Autor;
Beda L., Domínguez.