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CARTA A MI NIETO.

Te amo de forma irresponsable
y con los años viejos,
por ti, soy  sigilosamente capaz
y reto constante, al inmisericorde tiempo.

Te levanto y cargo entre mis brazos,
cuando tropiezas o te reconoces pequeño,
y me transformo en el soporte cómplice,
de tu  aventura nueva.

Por fidelidad a tu encono,
soy rapaz  y  no prevengo caídas,
que irremediablemente  y  a la postrer,
por ser anticuariamente viejo, me fracturen.

Al son que tú me marques, yo bailo,
hago muecas y hasta finjo ser ciego,
aunque  a decir verdad,
las cataratas que vislumbras,
¡no son precisamente las de Niagara!

Escondo previsor, las mijagas de tu tiempo,
para engullirlas en mis próximos,
mil  años de soledad.

En esos años cuando te absorban los  silencios.
y  vea tu grito irreverente a través,
de tu fúrica mirada, diciéndome;
¡déjame caminar solo! ¡ya soy mayor!

Entonces, me replegaré,
y discreto, emprenderé el vuelo,
me fugaré y  como el ave fénix,
me desgarraré y cambiaré el plumaje.

Obtendré nuevos bríos para defenderte
con mis garras  de tu necia madurez,
y seré tan solo, tu fiel abuelo, ¡otra vez!

Autor: Beda L. Domínguez S.

ALIENTO FAMILIAR

Era un grupo numeroso, estaban en el centro del jardín rodeando a la nueva residente Era bisabuela, abuela, madre y tía de la mayoría de los asistentes, donde quizás también asistía alguna vecina.
Parecía ser una despedida colectiva y algo culpable. Me acerqué y la que prometía ser una de las hijas, cabello cano, mirada penetrante y jersey azul, me recibió ante la mirada expectante de todo el grupo, residente incluida. Su saludo fue algo seco y autoritario:
-Buenas tardes- Era más una pregunta de quién es usted que un saludo de bienvenida.
Como así lo entendí, me presenté y aguardé a mi vez.
– Somos la familia de “mamá”. Va a quedarse aquí unos días-explicó al tiempo que se apartaba para que pudiera ver a “mamá”.
Era una anciana de aspecto resignado y ademanes desvalidos. Tenía la mirada triste, cosa que no me sorprendió, era la mirada habitual en la mayoría de los nuevos ingresos.
-Papá falleció hace dos meses y hemos creído que aquí la podrían cuidar mejor hasta que se restablezca. Todos trabajamos y..-
Otra de las asistentes, seguramente la hija número dos, la interrumpió en una evidente reivindicación de sus derechos protagonistas.
-Mamá está delicada y hemos pensado que aquí…-
Un chico flacucho de una edad indefinida y con derechos de nieto o algo así, la interrumpió a su vez.-
-La vendremos a ver todos los días. Somos muchos…- aclaró mirando a su alrededor.
Todos corroboraron sus palabras en la mentira más unánime que recuerdo.

Joan Font-FONI