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RENACER DE LAS CENIZAS

Han saltado las alarmas

de toda la Humanidad

porque en la pequeña Islandia

se ha despertado un volcán

y hay una nube que avanza

en el espacio deprisa

por los vientos dispersada,

una nube de ceniza…

El volcán ha conseguido

lo que nunca consiguió

lo peor del terrorismo:

que se pare la aviación;

y hasta puede que algún día

haga que se nuble el sol

si la nube de ceniza

se sigue haciendo mayor…

¡A ver si también consigue

la madre naturaleza

que el hombre que al hombre oprime

siente por fin la cabeza,

que del orgullo se olvide,

abandone la soberbia

y sus esfuerzos dedique

a combatir la pobreza!

Y aunque parezca imposible,

cuando ocurre una tragedia

¡lo que hay en él más sublime

como el volcán se despierta!.

José García Velázquez

Segovia, 17 de abril de 2010

DE ÁRBOLES Y ALMAS

Con las ramas como palos,

parece que se han perdido

los árboles que han estado

todo el invierno dormidos;

al llegar la primavera,

el sol, que se asoma tímido,

hace que la vida vuelva

con los brotes renacidos,

las flores que los adornan,

los pájaros con sus trinos

y en los jardines los juegos

jubilosos de los niños.

Igual que el árbol, el alma,

al irse marchando el frío,

revive con la esperanza

de los campos florecidos.

José García Velázquez

Segovia, 17 de abril de 2010

DIME AMOR


¿Qué harás?

Si sobrevivo sin ti a la furia de la noche,
y desnuda atravieso entre balas
este campo minado de recuerdos,
si descubro un aljibe de amor en el desierto
y a solas bebo en la noria de las ansias.

¿Qué pasará amor?

Si mis pies a seguir tu huella se afanan
y mis manos en perseguir hojas al viento,
si convierto atormentadas nubes en llovizna
y desquebrajadas olas en manso huracán.
Si mi voz repite que te amo en la penumbra,
y tus besos es lo único que quiero.
Si busco tu nombre en el sueño que se extingue
y tu aroma de violetas mientras duermo.
Si al probar la madurez de mis mares
tus labios enmudecen de ternura
y de tanto amor se desorientan las gaviotas
que descubren al vuelo el secreto que nos une.

¿Qué ganaría?

Por coser atardeceres al diván de tu regazo
ofreciendo devorar a besos la nostalgia
mientras someto torbellinos corazón adentro.
Si vendiera como espejo mi rostro en el mercado
y dibujara tu imagen en el corazón de mis entrañas
para que pueda este poema soportar tanto tormento.

¿Cómo continuar?

Ahora que la ausencia es la única que ama
en esta soledad congelada de suspiros.
Si no hay más desiertos ni lluvia en mi alma
y tu recuerdo es oscuridad sobre mis ojos.
¡Dime amor cómo recuperarte!…
Tal vez regando mi piel por los caminos
hasta ser cadáver mezclada con tus huesos.

Lina Zeron