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MUJERES MADURAS PERO SEDUCTORAS

Las empresas de moda se han lanzado a la busca de rostros tamizados por el paso del tiempo,  para cautivar a su clientela. Los grandes diseñadores creen que hay vida más allá de los espectaculares y juveniles cuerpos que desfilan por las pasarelas.

Donatella Versace, que utilizó en campañas pasadas a Madonna, de 47 años, como icono de su empresa, mantiene la confianza en artistas influyentes. El prestigioso fotógrafo Mario Testino metió el pasado verano en su estudio a Demi Moore para confeccionar los catálogos de la temporada de invierno de la firma italiana. A sus 42 años, la ex esposa de Bruce Willis planta cara a las ‘top-models’. Moore les ofrece una imagen «atractiva» porque parece «muy natural y nada forzada: siempre irradia personalidad». Versace, fiel a su estilo sexy y atrevido, ya ha puesto en el punto de mira para sus próximas campañas publicitarias a otra actriz madura: Halle Berry, la protagonista de ‘Catwoman’ y ganadora de un Oscar.

A Bernard Arnault, dueño de un imperio que incluye Louis Vuitton, tampoco le tembló el pulso a la hora de elegir a su nueva embajadora. El ojito derecho de Quentin Tarantino,  Uma thurman que ya no es precisamente una niña -está a punto de cumplir 38años-, lo mismo sirve para anunciar relojes, perfumes como ‘Miracle’ o las prendas de Marc Jacobs. «Es increíblemente hermosa y una gran actriz», sostiene Jacobs, que la define como la «perfecta elección» para capturar «el espíritu de enigmático encanto y glamour intemporal» que desea Vuitton.

Despreciada por la industria cinematográfica al rebasar los cuarenta, a Sharon Stone, a punto de cumplir los 48 años, parecen perseguirle todo tipo de focos. Aclamada por su último papel en ‘Flores rotas’ y en vísperas del estreno de la segunda parte de ‘Instinto básico’, la protagonista del cruce de piernas más espectacular de la historia del cine se ha subido también al carro de la publicidad. Es la imagen de la nueva línea de maquillajes de la casa Dior, que ve en Stone un valor «seductor, delicado e irresistible». Igual que en los años sesenta y setenta, cuando el perfume más famoso de todos los tiempos -Chanel nº 5- se asoció a la imagen de la actriz  Catherine Deneuve.

RELACIONES SEXUALES EN LA TERCERA EDAD

A pesar de los problemas sexuales, la mayoría continúa manteniendo relaciones
sexEl sexo no es sólo cuestión de jóvenes. Una investigación estadounidense demuestra que, aunque el paso de los años conlleva una reducción de la actividad sexual, la mayoría opta por seguir manteniendo relaciones pasados los 70.
Ésta es una de las principales conclusiones a las que llegó un grupo de expertos de la Universidad de Chicago tras estudiar los hábitos sexuales de 3.005 adultos (1.550 mujeres y 1.455 hombres), con edades comprendidas entre los 57 y los 85 años.
Tal y como señalan estos autores en «The New England Journal of Medicine» (NEJM), casi tres de cada cuatro (un 73%) adultos entre 57 y 64 años afirmaron ser activos sexualmente. Es decir, haber mantenido algún contacto sexual (sin necesidad de coito u orgasmo) durante los 12 meses anteriores a la entrevista.
Esta cifra se redujo hasta el 53% entre los participantes de 65 a 74 años y hasta un 26% entre los 75 y 85 años. Aunque este último grupo mostró una menor actividad sexual, la mitad de los que seguían manteniendo relaciones, en esta franja de edad, aseguró hacerlo con una frecuencia de dos o tres veces al mes.
Un 58% de los participantes más jóvenes (de 57 a 64 años) afirmó seguir realizando sexo oral, frente al 31% de los adultos con edades entre los 75 y lo 85 años. Al valorar la masturbación se encontró un patrón similar; mayor frecuencia en función de una menor edad.
Menor actividad sexual en las mujeres
En todas las edades analizadas las mujeres se mostraron menos activas sexualmente. Y presentaron una menor probabilidad de tener un compañero sexual o estar casadas (un 40% frente al 78% de los hombres, entre los 75 y 85 años).
Este último factor puede guardar relación, comentan los firmantes, con que los hombres suelen casarse con mujeres más jóvenes o que ellos suelen fallecer a edades más tempranas.
Además, ellas fueron más propensas a considerar que el sexo no es «importante del todo». Un 41% de las de mayor edad lo calificó de esta forma.
Problemas sexuales
La mitad de los participantes declaró sufrir algún tipo de problema sexual. Entre los hombres, los más comunes fueron la dificultad de llegar o mantener una erección (37%); la falta de interés en el sexo (28%), alcanzar el clímax muy pronto (28%) o no llegar a él (20%) y tener ansiedad durante el acto (27%).
En las mujeres, la falta de interés (43%), las dificultades para lubricar (39%), la imposibilidad de alcanzar el clímax (34%), no obtener placer (23%) y el dolor (17%) fueron los principales trastornos.
A pesar de la alta incidencia de estos trastornos, sólo un 38% de los varones y un 22% de las mujeres habían hablado de sexo con su médico en alguna ocasión desde los 50 años. En este sentido, los expertos, dirigidos por Stacy Tessler Lindau, recalcan que «los problemas sexuales pueden ser un signo de alerta o la consecuencia de enfermedades de base seria como la diabetes, una infección, problemas urogenitales o cáncer».
De hecho, las mujeres con diabetes fueron más propensas a no tener contactos sexuales. Y los hombres con este mismo trastorno presentaron más dificultades para lograr una erección.
Entre los participantes con pareja, que se mostraron sexualmente activos, la principal razón argumentada para no mantener relaciones fue la salud del hombre (un 40,3% en el caso de ellos y un 63,2% en el de ellas).
Los problemas sexuales más que ser meros achaques de la edad suelen ser consecuencia del mal estado físico del que los sufre. «Los adultos de mayor edad con problemas médicos o que estén considerando tomar un tratamiento que pueda afectar a su funcionamiento sexual deberían recibir consejo en función de su estado de salud en lugar de su edad», afirma el documento aparecido en ‘NEJM’.
Tratamientos para la disfunción
El uso de pastillas (con o sin receta), dirigidas a mejorar la función sexual, estuvo presente entre un 14% de los hombres y un 1% de las mujeres. A este respecto, el autor de un comentario, aparecido en la misma publicación, recomienda que cada pareja negocie si prefiere optar estas terapias o por no mantener más relaciones.
«Los profesionales médicos deberían animar a sus pacientes de mayor edad para que se sientan cómodos a la hora de hablar sobre sus problemas sexuales y de decidir cuál de las dos opciones les encaja mejor», subraya John H. J. Bancroft, de la Universidad de Indiana (Bloomington, EEUU).
Como posible limitación del estudio, además de que los resultados se basan solamente en las respuestas aportadas por los participantes, los investigadores reconocen que no se tuvieron en cuenta los problemas sexuales de aquellos que no mantenían relaciones. Es posible que estas personas suspendieran su actividad sexual por culpa de los trastornos que padecían.
«El conocimiento por parte de los especialistas de la sexualidad en las edades más avanzadas podría mejorar la educación y los consejos a los pacientes, así como la posibilidad de identificar clínicamente el espectro de problemas sexuales relacionados con la salud, que cuentan con una gran prevalencia y pueden ser tratados», concluye el estudio.

MARÍA SAINZ

LAS MUJERES TIENEN PEOR SALUD QUE LOS HOMBRES.

Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que en España un alto porcentaje de anciana_by_bantonimujeres tienen una delicada salud de hierro. Entre 45 y 65 años presentan más enfermedades crónicas que los hombres y manifiestan peor salud. Sin embargo los hombres, aunque enfermen menos, sufren patologías más graves y presentan un mayor índice de mortalidad. Las mujeres viven un promedio de 6,6 años más que los varones. Su sistema inmunológico las protege mejor ante las enfermedades infecciosas. Así lo ha publicado el Informe de Salud y Género 2006.

Achaques que padecen las mujeres:

* Artrosis y problemas reumáticos
* Dolores de cabeza
* Jaquecas
* Migrañas
* Varices

Las enfermedades de origen psíquico más frecuentes en ellas son: ansiedad y depresión, y doblan en frecuencia a los hombres. El 75% de los consumidores de psicofármacos (somníferos y tranquilizantes) son mujeres.

La sobrecarga en el trabajo, los empleos repetitivos de escaso reconocimiento social y la escasez de tiempo libre están en la base de la menor salud de las mujeres. Así, la dependencia del hogar, el trabajo de cuidadoras de personas y el trabajo remunerado van mermando su salud, “sobre todo aquellas de las clases sociales más bajas y que sólo han trabajado en el ámbito doméstico. Este grupo de personas es el más vulnerable ante la enfermedad.”

Cuando una mujer va al médico y le explica problemas inespecíficos de salud, éste le acostumbra a recetar psicofármacos. A menudo la mujer somatiza estos problemas. Somatizar significa transformar los sufrimientos psíquicos en síntomas o enfermedades orgánicas (enfermedades físicas). La Organización Mundial de la Salud advierte que es un riesgo solucionar problemas sociales (las desigualdades por razón de su condición de mujer) con psicofármacos.

Las principales causas de fallecimiento de las personas maduras son los tumores (de mama en la mujer y de pulmón en el hombre) y las enfermedades circulatorias.

Los hombres son más reticentes a acudir a las consultas médicas que las mujeres, por lo que la atención sanitaria se realiza muchas veces cuando la enfermedad muestra un estado avanzado. Entre los hombres destaca la muerte por enfermedades del sistema respiratorio, la cirrosis y otras enfermedades del hígado, condicionadas todas ellas por el consumo de tabaco y alcohol de mayor incidencia en los hombres por factores de género.

Cuando un trastorno no tiene un fundamento físico (la exploración del médico o los análisis no detectan un problema orgánico), es que la mente o las condiciones de vida nos hacen enfermar. Si no se soluciona el problema, nuestro físico no puede soportar tanta presión o sufrimiento. Los fármacos pueden disminuir la intensidad del síntoma, pero con el tiempo, si no se soluciona el origen del sufrimiento, acabará por convertirse en una auténtica enfermedad.

La doctora Stella Maris Maruso, terapeuta argentina, dice que todo lo que comemos, pensamos y sentimos va tejiendo nuestra salud. Y es tajante: “hay emociones que pueden matarte. La angustia ante lo incierto, el miedo, la desesperanza, el remordimiento, la rabia… ¡Cada una tiene su bioquímica! Y es venenosa, es depresora del sistema inmunológico”

Puede leer el artículo completo en: http://www.yosoymadresoltera.com