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LA TERCERA EDAD.

3c2aa-edadEn las culturas milenarias de oriente las personas de la tercera edad son valoradas por su grandiosa sabiduría acumulada durante muchos años, los jóvenes recurren a ellos para pedir consejos y para aprender los valores y la clave de la felicidad, en occidente en cambio durante muchos años las personas de la tercera edad fueron vistos como inútiles por estar fuera del sistema de productividad y por el creciente culto a la juventud y la belleza, sin embargo en la última década, el aumento del promedio de vida, gracias a la medicina, ha hecho que los sistemas económicos y sociales vuelvan su mirada hacia la tercera edad, dándole un estatus diferente e importante, a nivel mundial se han organizado sociedades para proveer bienestar, cultura y entretención a las personas que pasan por sus años dorados, en las ciudades turísticas se ven repletas de excursiones organizadas por y para los grupos de la tercera edad que buscan pasar sus años de jubilación disfrutando de la naturaleza y de viajes de cultura y entretención.

Peró y ¿que es la vejez? La vejez es una etapa vital del desarrollo, tal como lo es la niñez o la adolescencia basada en el reconocimiento de que al transcurrir el tiempo produce efectos en la persona, estos efectos son físicos, psicológicos y sociales, es importante resaltar que la vejez no esta directamente relacionada con la enfermedad y la depresión, cada vez más personas de la tercera edad tienen vidas muy activas y llenas de eventos sociales, con alta calidad de vida consecuencia de una vida saludable, basada en el deporte y la buena alimentación, lo que les permite tener una vejez vital y feliz.

Así es como aparece la Gerontología una ciencia dedicada a proveer mejores condiciones de vida a la población de la tercera edad, está relacionada a varias profesiones, psicología, terapia física, medicina, etc..

De igual manera como ha cambiado la concepción de la tercera edad en nuestras sociedades, se requiere un cambio de actitud de las personas jóvenes con respecto a la vejez, dándole la importancia que el anciano merece dentro del núcleo familiar, escuchándolo de manera respetuosa y atenta, no considerarlo como un niño, al que hay que hacerle todo, sino incentivarlo a ser lo más independiente posible, darle responsabilidades acorde a sus estado de salud, hacerlo participe de las actividades de la casa, inculcarles a los niños el respeto por ellos, lo ideal es ponerse en sus zapatos y pensar como quisiera ser tratado a su edad de esta manera podemos tener una visión más comprensiva y exacta de su realidad.

La tercera edad merece una mirada de respeto y tolerancia que dignifique sus últimos años de vida, que sea consecuencia de su esfuerzo y trabajo por edificar familia, de su lucha de años por sacar a sus hijos adelante, conocerlos y respetarlos también nos permitirá evaluar si la manera en que llevamos nuestra vida nos augura una vejez con salud y tranquilidad.

Fuente:

LA NUEVA TERCERA EDAD EUROPEA

Las personas mayores ya son un grupo demográfico suficientemente importante para que sociólogos, políticos y empresarios lo tengan muy en cuenta.

vejez03Nadie lo duda: el aumento de la longevidad ha sido una de las mejores noticias del siglo XX. Pero, en los países desarrollados, esta agradable nueva lleva consigo un efecto indeseado: junto con el aumento de la esperanza de vida se experimenta un creciente descenso de la natalidad. Como consecuencia de eso, la sociedad envejece. En el año 1950 en el mundo había 200 millones de personas mayores de 60 años. En 1970 se alcanzó la cifra de 307 millones y en 2000 se superaron los 580 millones. El número de miembros de la llamada “tercera edad” aumenta veinte puntos porcentuales más que el crecimiento de la población. Nos encontramos, así, en la generación de la historia con mayor proporción de personas mayores.                                                                  ¿Es también a la que más respeto les concede?

Un enredo burocrático
Lamentablemente, todo parece indicar que no. Según el especialista en bioética español José García Férez, “la pérdida de importancia y relevancia social de los mayores ha propiciado lo que en la actualidad se denomina técnicamente etaísmo”. Se trata de un conjunto de valores o actitudes que vienen a marginar en todos los órdenes de la vida al anciano y a producir un deterioro de la estima social. El culto a la juventud, a la velocidad, la actualidad, el descrédito de la madurez, la pérdida de valores tradicionales, los cambios de hábitos culturales, la desintegración de la familia, la obsesión por la salud y la forma física… son fenómenos que, directa o indirectamente, vienen a relegar la función de los ancianos a un segundo término. Es por eso por lo que García Pérez reclama que se constituya una “ética gerontológica adaptada al momento presente”.

Cuando vivimos en la flor de nuestra juventud o disfrutamos de las mieles de una adultez serena y madura no reparamos en la cantidad de problemas técnicos, administrativos y sociales a los que se enfrenta una persona mayor. El ingreso voluntario o involuntario en una residencia geriátrica, la realización de un testamento vital, la organización de las directrices anticipadas sobre el patrimonio o la familia, la designación de un tutor legal en caso de incapacidad, la subrogación de decisiones, la pérdida de la intimidad, la exclusión laboral, el uso del sistema sanitario, la pensión…, envejecer puede convertirse en una pesada carga burocrática y casi ninguna sociedad está preparada para facilitar la tarea a los millones de ciudadanos que deben realizarla.

Pero, por otro lado, el triunfo de la vejez sobre la enfermedad gracias a los últimos avances médicos ha favorecido el florecimiento de una nueva masa social compuesta por personas mayores sanas, vigorosas, deseosas de participar en la actividad social, conscientes de su peso político, consumidoras y reivindicativas.

Nuevo grupo de presión
Según la mayoría de los expertos, los agentes sociales no terminaron de reaccionar correctamente ante el surgimiento de este nuevo grupo de población. Los políticos intuyen que en él existe un interesante depósito de votos, pero no saben cómo explotarlo. La nueva tercera edad ha empezado a organizarse de manera espontánea a la espera de que alguien repare en su importancia.

Como consumidores, los ciudadanos maduros han encontrado un lugar, por lo menos en los países más desarrollados. Revistas, productos cosméticos, viajes, ocio, inmobiliarias.., no pocos sectores han decidido dedicarse a cautivar a los mayores de 65 años. Con eso, según los expertos en marketing, se ha producido una curiosa competencia entre el culto a la figura joven y el deseo de no incomodar a la madura. ¿Será esta competencia el motor de un nuevo cambio social que estimule un mayor respeto hacia el papel de los abuelos en la sociedad?

No es posible saberlo. Lo que se pueden hacer los especialistas en detectar si se han producido cambios en la percepción de la vejez a lo largo de los últimos años. En este sentido resulta revelador el informe elaborado por el profesor de la Universidad de Sheffield Alan Walker bajo el título «Actitudes hacia el envejecimiento de la población en Europa». Se trataba de una comparación de los euro-barómetros sucesivos entre 1992 y 2000, sobre todo en las preguntas que se refieren al futuro y presente de las personas mayores.

En dicho informe se detectan importantes diferencias de criterio entre los europeos de hoy y los de hace 12 años respecto a la ancianidad. Por ejemplo, se ha experimentado un creciente pesimismo ante la posibilidad de que no se mantenga el sistema actual de pensiones. Si en 1992 sólo los griegos y los portugueses consideraban que las pensiones futuras serían más bajas que las actuales, en 1999 ya no quedaba ningún país optimista al respecto. Por otro lado, en casi todos los países aumentó el número de personas que consideran que sería bueno retrasar la edad mínima de jubilación. De estos datos se desprende que ha habido un aumento de la incertidumbre sobre el futuro del sistema social de apoyo al jubilado, aunque muchos consideran más que nunca que una persona de 70 años está perfectamente capacitada para seguir manteniéndose con su propio trabajo sin necesidad de jubilarse.

Contra la discriminación
En este mismo período, los europeos también tomaron conciencia sobre otro tema que afecta a los adultos mayores: la discriminación por cuestión de edad, un asunto que no es exclusivo de Europa. En 1992 dos de cada tres europeos pensaban que era necesaria una legislación específica para luchar contra esta forma de discriminación, sobre todo en el ambiente laboral. En 1999 la proporción subió a tres de cada cuatro.

A pesar de eso, los datos demuestran que los problemas sociales derivados de la edad no están demasiado presentes en la mente de los ciudadanos de Europa. Un porcentaje muy elevado de encuestados tanto en 1992 como en los años posteriores reconoció «no haberse planteado todavía” qué iba a sentir cuando se jubilara. La jubilación no es un tema prioritario para los jóvenes y adultos maduros. Aún así, la mayoría de los europeos es partidaria de una jubilación flexible y de que se impulsen medidas de envejecimiento activo, como empleos de asesoría para personas mayores o trabajos de voluntariado para jubilados.

En cuanto a la atención de los mayores, los datos demuestran que el ingreso en una residencia geriátrica es considerada la «peor” opción en la mayoría de los países. En los países nórdicos, la atención residencial cuenta con más apoyo que en los países del sur. En toda Europa, sin embargo, parece existir consenso a la hora de declarar quién debe hacerse solidario de la atención de los mayores: sin duda, la familia. Aunque, como es sabido, una cosa es la intención y otra que realmente se predique con el ejemplo.

Fuente Consultada:  Revista Muy Interesante