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EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS

pensamientotransparente

  • Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
  • Me siento como aquel chico que ganó un  paquete de golosinas: las primeras las comió con avidez, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
  • Ya no tengo tiempo para reuniones  interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
  • Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
  • Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
  • No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
  • No tolero a maniobreros y ventajeros.
  • Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de  sus lugares, talentos y logros.
  • Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
  • Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
  • Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
  • Que sepa reír, de sus errores.
  • Que no se envanezca, con sus triunfos.
  • Que no se considere electa, antes de hora.
  • Que no huya, de sus responsabilidades
  • Que defienda, la dignidad humana.
  • Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
  • Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
  • Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
  • Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
  • Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
  • Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
  • Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
  • Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…»

Mario de Andrade
(Poeta, novelista, ensayista y musicólogo  brasileño)

LA SUBASTA. Relato

corcel negroNunca se sabe si el fémur se rompe por una caída o la caída es como consecuencia de haberse roto el fémur, en cualquier caso se llevaron a Petronila al hospital aquejada de la fractura del hueso a la altura del trocanter menor.

La operaron y cuando regresó pasó a ocupar el silloncito con sujeción frente a la ventana.

Una de sus hijas, creo que fue la mayor, le proporcionó un ordenador portátil con conexión inalámbrica a Internet  y  Petronila pasó a formar parte del enjambre de usuarios navegadores cada día en mayor expansión.

Tuvimos que programar el permiso para usarlo ya que su afición crecía hasta el paroxismo convulso y era necesario que comiera algo y durmiera las horas convenientes.

Primero su afición derivaba en viajes y visitas a los lugares más lejanos, digitalizando espacios exóticos y entrometiéndose en foros, debates, blocs y páginas web de todo tipo.

Luego se inició en asistir, incluso en participar en subastas de lo más variopinto y aunque nunca llegaba a rematar ninguna puja, ya que ni podría ni debía, según parece se lo pasaba en grande.

Un día que había amanecido radiante y cuando ella se encontraba en pleno entretenimiento matinal, una auxiliar se acercó con un papel en la mano y algo excitada.

Detrás suyo, pisándole los talones, un señor con bigote y gorra “oficial” y la directora con semblante y ojos sobresaltados.

Antes de que llegaran se me ocurrió mirar por la ventana.

En el jardín, sujeto por las bridas a la verja de la puerta principal, un magnífico caballo, negro y con la apariencia de una raza equina exclusiva, relinchaba nervioso a la espera quizás de su nueva dueña.
Publicado por joan font -FONI –

ALIENTO FAMILIAR

Era un grupo numeroso, estaban en el centro del jardín rodeando a la nueva residente Era bisabuela, abuela, madre y tía de la mayoría de los asistentes, donde quizás también asistía alguna vecina.
Parecía ser una despedida colectiva y algo culpable. Me acerqué y la que prometía ser una de las hijas, cabello cano, mirada penetrante y jersey azul, me recibió ante la mirada expectante de todo el grupo, residente incluida. Su saludo fue algo seco y autoritario:
-Buenas tardes- Era más una pregunta de quién es usted que un saludo de bienvenida.
Como así lo entendí, me presenté y aguardé a mi vez.
– Somos la familia de “mamá”. Va a quedarse aquí unos días-explicó al tiempo que se apartaba para que pudiera ver a “mamá”.
Era una anciana de aspecto resignado y ademanes desvalidos. Tenía la mirada triste, cosa que no me sorprendió, era la mirada habitual en la mayoría de los nuevos ingresos.
-Papá falleció hace dos meses y hemos creído que aquí la podrían cuidar mejor hasta que se restablezca. Todos trabajamos y..-
Otra de las asistentes, seguramente la hija número dos, la interrumpió en una evidente reivindicación de sus derechos protagonistas.
-Mamá está delicada y hemos pensado que aquí…-
Un chico flacucho de una edad indefinida y con derechos de nieto o algo así, la interrumpió a su vez.-
-La vendremos a ver todos los días. Somos muchos…- aclaró mirando a su alrededor.
Todos corroboraron sus palabras en la mentira más unánime que recuerdo.

Joan Font-FONI