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CUANDO TU MADRE HAYA ENVEJECIDO

¡Piénsalo, Medita!

Cuando tu madre haya  envejecido y  tú seas mayor también.

Cuando lo que para ella antes fue fácil y liviano, ahora se ha tornado en pesada carga.

Cuando sus amorosos y esperanzados ojos
ya no vean la vida como alguna vez lo hicieron,
Cuando sus pies, ya cansados,
no puedan  sostenerla mientras camina.

Entonces, entrégale tu brazo en apoyo,
Acompáñala con serena alegría,
Pues llegará la hora en que tú con llanto,
la tendrás que acompañar en su último andar.

Y si ella algo te pregunta, entonces dale una respuesta.
Y si ella otra vez pregunta, vuelve a responderle.
Y si  pregunta por tercera vez, contéstale,
no con enfado, sino con gentil calma.
Y si  ya no puede ella entenderte con claridad,
explícale todo con paciente afán.
Pues, llegará la hora… la amarga hora,
en que sus labios nada ya te preguntarán.

«Club de adultos mayores avavan»

UNA VIEJA… QUE NADIE QUIERE.

Cuando llegue a ver a mi Madre,

¡Ahí estaba ella!
la encontré entre sus cajones,
en cada resquicio de su alma,
y hasta en su mirada sin ver,

Perpetua entre su tristeza de antaño,
estaba la «vieja» que nadie quiere,
¡esa!, la que causa tanto daño.

La quise ahuyentar con un beso
decirle que mi Madre no esta sola,
que le traigo en mi voz un verso,
que postrer  le dejo Papá.

Pero Mamá se aferro a su mano,
y al  pañuelo con sabor a sal,
y en un suspiro le dijo,
“quédate en mi, soledad”

Ella es la «vieja»…
que nadie se quiere encontrar,
de tiempos se enseñorea,
y se mete cual la humedad.

Se aloja, donde no existe la fe,
te deja lastimado de el corazón,

trae arrastrando consigo

la tristeza y la conmiseración.

«Ella» es la  soledad y la depresión.

me irrita,

¡me inunda de desesperación!

me hace sentir cansado,

y me derrumba a su lado.

Por ella conjugo verbos,

y poco a poco  se adueña de mí,

me hace saborear las lágrimas,

y la vida me vuelve infeliz.

Esa vieja me hace daño,

más nada me importa  sufrir,

es mi Madre a quien quisiera,

algún día,  mirar sonreír.

Si ella volviera a soñar,

se alegraría hasta el cielo,

se pondrían recelosas,

las estrellas  y luceros,

Con su sonrisa de ingenua,

de pequeña desdentada,

es la luz que me ilumina,

en oscuras madrugadas.

Cuando la vida me vence,

cuando se acaba el camino,

esa sonrisa me vuelve,

a mi refugio de niño.

Déjala en paz “soledad”

Toma mi hastió y mis ansias,

dicen que soy escribano,

tendrás una mayor ganancia,

Escribiré en tu honor mil poemas,

narraré  tus desafíos,

llenare de ensueños el aire,

y a los amantes de  frió.

Tendrás refugios seguros,

¡Reinaras en los desencantos!

Pero déjame a mi viejecita,

que yo…

que yo ,yo la necesito tanto.

Autor: Beda L.Dominguez