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CUIDADO DE LA IMAGEN PERSONAL EN LA VEJEZ

He aqui un bonito he interesante documento sobre el cuidado de la imagen personal de las personas mayores, que nos recomienda nuestro buen amigo Gabriel Gallardo. Se trata de una Guia editada por el IMSERSO que trata sobre el cuidado de la imagen de las personas que no pueden hacrelo por si mismas. Muy recomendado para cuidadores y que lleva por  titulo: «Así soy y así me gusto».

TERCERA EDAD, LA PASIÓN DE LOS SABIOS.

amor t eMuchos tabúes de la sociedad atentan contra ese natural derecho a vivir el amor en la tercera edad, ya se trate de parejas establecidas o de nuevas relaciones.
«Soy una adulta muy positiva, con muchos deseos de vivir con calidad un largo tiempo. He tratado de proporcionarme buenos ratos, desde luego según mis gustos: leo mucho, me encanta escribir y participar en concursos, investigar, conocer… Eso me proporciona una vida activa y me ayuda a mantener la mente clara».

Así se nos presentó a través del correo una fiel lectora de Sexo Sentido cuya historia compartimos hoy: «Un amigo me pidió que llamara a su papá, que siempre estaba amargado y peleaba por todo. Primero pensé que ese no era mi problema porque la personalidad es muy difícil de cambiar, pero me picó el bichito de la curiosidad. Comencé diciéndole: “Por favor, no cuelgue. Lo llamo porque creo que podemos conversar temas en común, entretener nuestros oídos con cosas agradables a nuestra edad e intentar tener una buena relación de amistad». Conversamos cerca de media hora y ¡sorpresa! Me pidió que lo volviera a llamar».

Desde entonces mantuvieron una amistad «de adolescentes», intercambiaron postales por email, confesiones sobre sus vidas, proyectos… Un día él le pidió conocerla. Ella dudó: «Me arreglé mucho, pero sentí temor de que él no encontrara lo que esperaba físicamente, aunque desde el punto de vista espiritual coincidíamos en muchas cosas».

Finalmente accedió y empezaron a visitarse, hasta que él le pidió profundizar la relación: «Comenzó entre nosotros primero lo espiritual, la sinceridad por parte de ambos, y un día me percaté de que nos necesitábamos, que era bueno tener a alguien pendiente de mí y sentir de nuevo esa ilusión que a cualquier edad hace tanta falta.

«Éramos un hombre y una mujer bastante adultos y yo tenía terror a quedar mal, a que 921177mi cuerpo ya no tan joven lo pudiera desilusionar. No sabes cuánto lo pensé, pero en lo más interno de mi ser lo deseaba, y me entregué. Me entregué como puede hacerlo una jovencita, con más pudor y más miedo porque llevaba ocho años sin pareja. Pensé que había olvidado la sexualidad, pero no, estaba ahí, solamente dormida.

«Ahora siento cosas inigualables y él responde sexualmente a mis caricias con desesperación. Esto no le pasa a cualquiera ni con cualquiera: tiene que haber empatía, comunicación y sobre todo amor… Dicen que hacemos buena pareja. A mí me interesa terminar mis días activos, feliz de lo que me ha tocado vivir y de este momento».

Alimento a la autoestima.
La historia de esta lectora confirma que, a cualquier edad, una de las primeras necesidades del ser humano es sentirse aceptado, querido, perteneciente a algo y a alguien, y la sexualidad es una dimensión importante en ese camino.

Según afirma el sitio AdultoMayor.htm, estos sentimientos refuerzan la autoestima, recurso esencial para enfrentar las crisis de desgaste, desánimo o desilusión que suelen vivirse al enfrentar la jubilación o la pérdida de seres queridos en el entorno familiar y social.

Pero muchos tabúes de nuestra sociedad atentan contra ese natural derecho a vivir el amor en la tercera edad, ya se trate de parejas establecidas o de nuevas relaciones.

La causa de ese rechazo aprendido culturalmente al parecer se relaciona con la falta de una «excusa» reproductiva para el goce en esas edades, además de que por lo general se asocia la imagen del coito a la penetración y para colmo se da por sentado que los ancianos no tienen erecciones. Asimismo influye la percepción estereotipada de que el placer sexual exige un cuerpo perfecto, y si no tenemos algo así para ofrecer nadie nos querrá.

El antídoto para todas estas trabas subjetivas es la autoaceptación: cada quien debe amarse como es en cada etapa de su vida y amar a su pareja del mismo modo para trazar entre ambos objetivos realistas, sin compararse con esos patrones irreales de ciertos sex simbols de moda.

78910La sexualidad en esa etapa debe considerarse de una forma más amplia e integral, pues incluye componentes tanto físicos como emocionales, afirma la doctora Elsa Gutiérrez, autora del libro Vivir 120 años. Sus reflexiones coinciden con numerosos artículos que describen la pasión madura con menos penetración ciertamente (aunque sin prescindir de ella en muchos casos) pero con más caricias, masturbaciones mutuas, momentos de tierna intimidad emocional, besos, palabras de elogio y alusiones a «pecadillos» pasados que sonrojan y estimulan el deseo de estar juntos.

De esa manera se conjuran los naturales cambios físicos que acarrean la edad biológica y las enfermedades crónicas —con sus inevitables fármacos— mientras se prolonga el disfrute sexual, pero sobre todo se alimenta el deseo de vivir, condición necesaria para tener salud.

Solidario respeto.
Más allá del estereotipo de ancianitos asexuados y faltos de imaginación, estudios mundiales realizados en distintas décadas del pasado siglo validan cierta actividad sexual en adultos mayores de ambos sexos. Uno de ellos afirmaba que uno de cada tres varones mayores de 70 años mantenía entonces su interés en el sexo. Un reporte posterior elevó la cifra a 76 por ciento de la muestra en hombres y 27 por ciento en mujeres mayores de 65 años.

Nuevas investigaciones a finales del siglo referían una diferencia significativa en la actividad sexual a favor de los ancianos casados (73,8 por ciento) frente a los no casados (55,8 por ciento), así como del sexo masculino frente al femenino.

Las cifras hoy, dependiendo de la cultura y región geográfica, son superiores, y evidencian que los factores limitantes para el bienestar erótico en edades extremas son más bien del tipo psicosocial, como la falta de privacidad, los sentimientos de culpa, la resistencia familiar, la coacción injusta, la incomprensión de necesidades afectivas y la falta de solidaridad, sobre todo cuando estas personas dependen económicamente de otras más jóvenes.

Pero cuando se prepara el terreno con suficiente tiempo y se aprende a recibir la ancianidad con bríos para defender el espacio y la felicidad propios, no hay barreras que impidan a ningún ser humano cultivar sus legítimas fantasías sexuales y disfrutar a plenitud del cuerpo y la experiencia.
Por: Mileyda Menéndez Dávila

TERCERA EDAD… ¿DECADENCIA O PLENITUD?

Como otra etapa de la vida, la tercera edad debe vivirse con los pies en la tierra, el corazón en la mano y los ojos en lo trascendente.

4321Según estimaciones del Fondo de Naciones Unidas, el número de personas con más de 65 años de edad asciende a 600 millones en todo el mundo.
¿A qué se debe este creciente número de personas de la tercera edad?
Múltiples son sus causas, pero tal vez cabe mencionar, entre las principales, la disminución de los nacimientos y de la mortandad infantil y, sobre todo, el progreso de la ciencia en la medicina y en la cirugía.
Gracias a esto, si los nacidos en 1900, a nivel mundial, tenían una esperanza de vida de 34 años, hoy el nivel promedio de vida es de 70.

¿Qué es y cuando llega la Tercera Edad?
Hay muchas preguntas y exclamaciones que se oyen a nuestro alrededor respecto a la tercera edad:
– ¿Qué es?
– ¿Cuándo comienza?
– ¿Qué problemas acarrea?
– ¿Cómo será la mía?
– ¿Soy anciano por tener 70 años?
– ¡Yo no quiero vivir si no puedo valerme por mí mismo!
– ¡No quiero vivir marginado!
– ¡No quiero llegar a perder mi fuerza, mis facultades, mi amor a la vida!

Estas preguntas y exclamaciones a veces nos hacen rechazar inconscientemente esta etapa de la vida, no menos importante y hermosa.

¿Cuándo se es de la «tercera edad»?
Para unos la edad se tiene en las arterias. Para otros: «joven es el que mira al futuro, maduro el que mira el presente y viejo el que mira el pasado».
Hay otros que miden la edad por la «juventud» o «vejez» del corazón y no por el calendario.
Todo esto nos lleva a pensar que el hombre puede vivir tres edades correspondientes a la tercera edad: la cronológica que señala los años, la biológica que marcan las arterias y la psicológica que apunta el corazón.
Lo cierto es que la tercera edad aparece en un cierto momento, de manera silenciosa, poco a poco y es una realidad que debemos aprender a vivir.

Visión pesimista.
Hay quienes sólo ven en la persona de la tercera edad el deterioro que salta a la vista y que poco a poco va apareciendo con sus consecuencias.
Ven sólo la piel arrugada, manchada. Ven sólo el cuerpo inclinado y la lenta desaparición de las fuerzas físicas. Ven sólo la disminución de ciertas facultades como la inteligencia y la memoria.
Por un lado el deterioro físico y por otro el deseo enorme de aferrarse a la vida, forma una combinación que a veces culmina en apatía, amargura, irritabilidad.
Este comportamiento negativo se debe casi siempre a algún padecimiento o enfermedad, a un resentimiento por abandono o marginación, a una falta de autoestima y/o sentido de la vida que se perdió o que nunca se ha descubierto.

Visión optimista.
Aunque a primera vista pueda parecer la vejez un deterioro, se le debe ver y apreciar más bien como un desierto donde no se ven plantas, ni flores, árboles, agua, ni vida aparente. Pero…, si se perfora la tierra de ese desierto, aparecerán riquezas como ríos de agua subterráneos y yacimientos de petróleo.
Si caen las lluvias, brotarán -de aquella pobreza aparente- miles de plantas, arbustos y flores de mil colores.
En la persona de la tercera edad hay mucha riqueza. ¡Es todo un remanso de paz! por haber conseguido el ansiado equilibrio interior.
Ya no le turba, ni le espanta cualquier cosa, ni siquiera el trato con los demás. Tiene experiencias que ha ido formando con sus éxitos y fracasos, viviendo días alegres y días tristes, llenos de esfuerzos y luchas.
Es una persona que es ¡un tesoro de sabiduría! La escuela de la vida le ha enseñado mucho, ya lo dice esta frase: «Poco sabe el que poco ha vivido».
Víctor Hugo, el gran dramaturgo, habla de esta sabiduría como de una «luz»: «si se ve fuego en los ojos de los jóvenes, en el ojo del anciano se ve luz».

La tercera edad es ¡tiempo de plenitud!
No es el final, sino la continuación de la vida. El gran artista, Pablo Picasso, siguió pintando hasta los 91 años de edad. Lo mismo hizo Salvador Dalí, otro gran pintor.
Si hay vida enriquecida por el equilibrio interior, por la experiencia y la sabiduría; entonces no deberíamos encontrar tanta persona de la tercera edad, inquieta, irascible, malhumorada, avara, egoísta, en una palabra: difícil.

Visión realista
La vida es comparable a un navegar. Hay un puerto de partida y un puerto de llegada.
Comenzar a vivir, es empezar a navegar hacia el puerto, el destino final.
Comenzar a vivir es empezar a envejecer, por lo tanto el envejecimiento, el deterioro, pertenece a todas las edades aunque a la tercera edad le correspondan ciertas características que debemos de aceptar y darles sentido para que no nos lastimen y nos hagan personas irascibles e intratables.
La decadencia física es una de esas características y consiste por lo general, en un «embotellamiento» de los sentidos, en un deterioro de la percepción, en trastornos visuales y auditivos.
Se da también en esta edad, una pérdida de vigor intelectual y una clara disminución de la memoria de fijación mientras que se conserva la memoria de evocación, o sea que sólo se recuerdan los acontecimientos lejanos y se olvidan fácilmente los cercanos.
Otra característica es la alteración frecuente en la emotividad, que les lleva a no ser dueños de sus sentimientos. Con facilidad se alteran, se deprimen y se resisten a todo cambio. Se aferran al pasado y temen el futuro.
A pesar de todo, no debe haber lugar para el pesimismo. Lo bello (la juventud) debe dejar paso a lo sublime (la vejez).
Porque sublime es la vida cargada con años de experiencia, de sabiduría, de entrega a los demás.
La persona de la tercera edad no debe olvidar lo que dice el pensador hindú Tagore: «No lloremos por haber perdido el sol, pues las lágrimas no nos dejarán ver las estrellas».

Y es que la tercera edad es una etapa más de la vida que nos ofrece gozo, nuevas oportunidades, y se debe vivir conscientemente, sin ajetreos, como una oportunidad para reflexionar sobre lo que se ha hecho o dejado de hacer. ¡Lo que falta por hacer! ¡Lo que falta por corregir!
Debe ser un «tiempo luminoso» de coloquios interiores. Tiempo para hablar con uno mismo, con Dios, con los demás. Una etapa de la vida donde se ame la tranquilidad, el reposo, el silencio. Tiempo para huir de los ruidos, de los conflictos, de los peligros, de las tensiones.

Sólo con esta actitud se podrá realizar la misión de la tercera edad, que es llenar el vacío entre generaciones, enseñar la verdadera jerarquía de valores, transmitir las buenas costumbres, la cultura, la fe. Enriquecer al mundo y a la familia con las propias experiencias, con el consejo, con la serenidad y la paz que tanta falta hacen.

El General Mc Arthur dejó estos criterios para que cada persona se encasille en el grupo de jóvenes o viejos según se perciba a sí misma:
«No se es viejo por haber vivido un cierto número de años, se es viejo por abandonar un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar al ideal, arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, el temor y la desesperanza son los enemigos que lentamente nos hacen curvar hacia la tierra y nos convierten en polvo antes de la muerte. Joven es aquel que se sorprende, se maravilla y pregunta como el niño insaciable: ¿y después? Él desafía los acontecimientos en el juego de la vida».
«Usted es tan joven como su fe, tan viejo como su duda; tan joven como su confianza en usted mismo, tan firme como su esperanza y tan viejo como su abatimiento».
«Usted permanecerá joven mientras sea receptivo a cuanto es bello, bueno y grande; receptivo a los mensajes de la naturaleza, del hombre, del infinito».
«Si un día su corazón es mordido por el pesimismo y carcomido por el cinismo, que Dios pueda tener piedad de su alma vieja».

La tercera edad, como todas las edades del hombre, debe de vivirse con los pies en la tierra, el corazón en la mano y los ojos en el cielo.

El hombre es un ser trascendente, y por lo tanto, debe vivir dándole a su vida un sentido, un ideal, un por qué, que lo motive, lo oriente, y sobre todo, debe vivir las diferentes edades y circunstancias en armonía con él mismo y con los demás.
Por: Pilar F. de Sada.
Fuente: Desarrollo y Formación Familiar, A.C.