EL SILLONCITO

El silloncito le aguardaba como cada mañana, a un lado de la ventana, donde el sol no incidía directamente y sólo acariciaba con suavidad, parte de su espalda  y  brazo izquierdo.
Como cada mañana apoyó su cabeza con suavidad y cerró los ojos en espera de algún recuerdo o al menos, de algún sueño que aliviara su cansancio y le llevara lejos, a lugares
sin dolor, donde caras amigas y manos suaves le demostraran afecto.
Hacía tanto tiempo que la alegría huyó de su esperanza que si alguien insistía en encontrarla, su boca se curvaba en una mueca y sus labios se adelgazaban.
Tardaban las imágenes en llegar a su mente y sólo cierto temor temblaba en su cerebro, sin saber por qué.
Cuando intentaron despertarla, su semblante se había suavizado y algo parecido a una sonrisa se le había pegado en la cara, como una despedida.

FONI-09
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