TERAPIA OCUPACIONAL Y TIEMPO LIBRE – CONSIDERACIONES EN LA VEJEZ

terapia-ocuLOS PUENTES HACIA LA SALUD“… Que para no ser heridos levantamos muros. Que quien levanta muros no cosecha nada. Que casi todos somos albañiles de muros. Que seria mejor construir puentes. Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve. Que volver no implica retroceder. Que al retroceder también se puede avanzar…” (Walt Witman)

TIEMPO LIBRE EN LA VEJEZ
Se infiere que según los parámetros de la sociedad actual, desde la juventud hasta el fin de la adultez el eje organizador o estructurante de la vida de un sujeto es el trabajo.
Es más, ya en la infancia todo está supeditado al área productiva, en la cual está incluido el trabajo y el estudio. Por lo tanto el eje estructurante más importante hasta la adultez es la productividad.
Con los cambios económicos y sociales, los niños deben asegurar su futuro y para este fin adoptan horarios inundados de actividades de toda índole, excepto de tiempo libre.
En la juventud, momento en que el individuo se inicia en el ámbito laboral debe perfeccionarse para lograr obtener un lugar en el sistema productivo y la adultez sería la etapa en la cual las habilidades laborales están en su máximo esplendor pero se debe ser exigente más que nunca, para no ser desplazado, para no ser considerado “mercancía dañada o antigua”.
Al indagar sobre este tema me surgió una pregunta: si en la adultez el trabajo se suele considerar el eje estructurante más importante, en la vejez ¿Cuál es el eje estructurante más importante?, se puede decir que en los adultos mayores la vida gira en torno al tiempo libre, a la falta de trabajo, que este tiempo sustituye al tiempo productivo y por lo tanto se convierte en lo que brinda sentido a la existencia.
La jubilación es uno de los factores sociales que puede ocasionar una interrupción en el desempeño ocupacional del adulto mayor, por lo cual desde un enfoque preventivo la Terapia Ocupacional interviene en la exploración de intereses, tanto pasados como en la adquisición de nuevos, para promover la ejecución de actividades que sean significativas y que logren constituir un desempeño ocupacional equilibrado.
Por lo tanto en la vejez todo el tiempo que una persona dedicaba al área productiva se verá perdido y se convertirá en tiempo libre.
Por lo cual los adultos mayores deben prepararse para el incremento del tiempo libre cuando llegue el momento de su jubilación.
Por lo investigado a través de diversas bibliografías, si el adulto mayor no consigue este pasaje es posible que el sujeto caiga en una desorganización, la cual puede llevar a la pérdida de la continuidad identitaria, ya que todas las estructuras fundantes de la vida pierden sentido, caducan dejando al sujeto en un estado de desorientación, en una etapa en la cual se dificulta volver a empezar.
Pero si los viejos de hoy mientras eran adultos consideraban que el tiempo libre era perjudicial y los adultos de hoy simplemente no poseen dicho tiempo, ¿cómo se puede evitar esta desorganización al entrar en la vejez?. Para que este pasaje sea exitoso se deberá comenzar en la niñez o por lo menos en la adultez con un proceso que tenga por objeto instruir en el uso, organización y disfrute del tiempo libre.
Absorbidos por la vorágine competitiva y por el “tener” en lugar de “ser”, que son premisas fundamentales de esta época socio-cultural, nos lleva a arraigar un concepto falso de tiempo libre teñido de aspectos negativos.
El Dr. Nelson Goldstein plantea: “Hoy en día en nuestra sociedad se acepta el tiempo libre, pero sólo como descanso, como reparador del cansancio que causa el trabajo, para que este rinda más.” (1992). De esta manera se penetra en un círculo vicioso, el tiempo libre sirve para recuperarse del trabajo y para consumir, y se trabaja para generar ingresos y seguir consumiendo.
Para la Terapia Ocupacional, el tiempo libre es una de las tres áreas que conforman nuestro desempeño ocupacional, las otras dos son la productividad y el automantenimiento, ninguna se destaca más que la otra, ya que un equilibrio a nivel cualitativo y cuantitativo entre estas es lo que refleja el grado de la salud.
En la niñez el juego permite crear, aprender, construirse como personas para lograr afrontar las etapas futuras del curso vital. Por medio de la exploración en el juego el niño se adueña de su ambiente, lo domina.
En la adultez y en la vejez el tiempo libre se basa en la recreación; es transformar las estructuras, resignificarlas, permite prepararnos para las etapas siguientes, permite mantener o reconstruir la identidad, afrontar las diversas situaciones desde un lugar en el que se está permitido errar, por que así se continúa aprendiendo.

Grupos de pertenencia: La vejez es un período de cambios significativos para el individuo; se va recortando el entorno; se viven pérdidas de roles, de proyectos, de grupos y de personas significativas, esto está acompañado por el declinar fisiológico normal de las funciones orgánicas. Si a estos cambios se le suma un incremento nostálgico de la interioridad, un declinar en las habilidades para desarrollar lazos vinculares y un accionar de auto segregación se transita por un envejecimiento patológico.
Si se considera a la vejez como una crisis, al ser un momento decisivo y peligroso en la evolución del curso vital, el grupo viene a restablecer la pérdida de continuidad, del sentimiento de unicidad.
Las personas recurren a un grupo por una determinada temática, por una propuesta interesante, ya sea para mantener una pasión o para cumplir con un anhelo nunca satisfecho. Me refiero a que las actividades deben ser significativas para la persona, ya que de otra manera no se lograría un real compromiso y sólo representará la manera de mantenerse ocupado. Se seguirá siendo pasivo creyendo que se es activo. Pero en lo más profundo de este mecanismo de participación parece, con el tiempo, no ser tan importante la actividad o la razón por la que se convoca al grupo, esta es una mera excusa para volver a poseer un estado de completud narcisística, sentirse apoyado y poder brindar apoyo a pares. Formar parte de un espacio continente y a su vez contenedor.
El grupo que tiene por objeto realizar actividades de tiempo libre, no sólo se reduce a esto, ya que el formar parte de un grupo permite elaborar pérdidas, crear puentes para poder construir o reconstruir nuevos lazos y así desplegar capacidades en desuso o desarrollar nuevas y mantener la continuidad identitaria. Por esta razón cualquier espacio de tiempo libre debe habilitar un espacio de reflexión en el cual los participantes puedan poner en palabras las vivencias que se manifiestan en estos espacios y en la vida cotidiana.
Este espacio debe ser manejado con riguroso cuidado, teniendo en cuenta la individualidad y la historia de vida de cada participante. Todas las experiencias vividas se resignifican desde una perspectiva diferente, se piensan y se sienten de otra manera. Es como releer un libro luego de veinte años.
Esto es lo que posibilita un grupo de reflexión: habilita, apoya, sostiene el trabajo de reelaborar vivencias desde otra perspectiva. Esto a la vez permite prepararse mejor, posicionarse mejor, para afrontar vivencias novedosas y específicas que se suceden en la vejez.
El modelo teórico de la ocupación humana posee dos premisas fundamentales, plantea que para mantener y restaurar la salud es esencial participar en actividades (ocupaciones), y que la persona tiene la necesidad de explorar, dominar el medio y ser competente.
El coordinador de un espacio de reflexión posee la función de facilitar esta exploración para que el adulto mayor logre dominar el ambiente y así se generen sentimientos de competencia y se promueva la autonomía, teniendo siempre en cuenta las capacidades de los integrantes. Por medio de las actividades de tiempo libre, que se efectúan en grupo, como ser: grupo de reflexión, taller de memoria, de literatura, cuentos, plástica, entre otros, se fomenta el mantenimiento de la autonomía de los participantes, objetivo primordial de la Terapia Ocupacional Gerontologíca. Se apunta a lograr un envejecimiento activo; tal como describe la OPS: “…Permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y a participar de la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades…”, describe “ser activo”como: “…una participación continua en las cuestiones sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas, no sólo a la capacidad para estar físicamente activo…” (2002). Desde el enfoque de la psicogerontología, por medio del grupo se fomenta sobrellevar las vicisitudes con las que se enfrentan los adultos mayores en esta etapa del curso vital, permite diversificar los apoyos.
Pertenecer a un grupo de pares habilita a compartir pérdidas y a pensar colectivamente las alternativas o soluciones a conflictos cotidianos. En los espacios terapéuticos surge “la memoria” como un tema para debatir y reflexionar.
El rol del coordinador es explicar el funcionamiento normal de la memoria, para luego escuchar las experiencias cotidianas de los participantes y reflexionar sobre las mismas.
De esta manera el grupo posibilita poner las angustias en palabras, permitiendo no cargar con todo solo, compartir aquello que se hace muy difícil de sobrellevar. A la vez cuando cualquier dispositivo, actúa como un disparador para amplificar el contexto en que se moviliza el individuo, para conectarse y relacionarse con los otros, con otros dispositivos y con acciones saludables, se pasa a utilizar el tiempo libre como un espacio de prevención del envejecimiento patológico.
Para lograr que un dispositivo de tiempo libre se establezca como un espacio de prevención se requiere de un grupo interdisciplinario de profesionales entrenados para identificar los comportamientos que desembocan en un envejecimiento patológico.
Se requiere de una comunicación efectiva y de un abordaje holístico que permita visualizar la totalidad del ser humano, no sólo aspectos aislados. Asimismo se debe contar con las habilidades para generar cambios en estas conductas o acciones que perjudican la salud de los adultos mayores.
El coordinador debe posicionarse desde un lugar de orientador, de facilitador, pero no desde el saber, para fomentar la adopción de recursos necesarios para transitar esta etapa del curso vital.
María Jimena Garriga Zucal Lic. En Terapia Ocupacional Esp. En Psicogerontología

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