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ANCIANO Y NUTRICIÓN PARA AUXILIARES DE AYUDA A DOMICILIO

8466562117AUTOR/ES: Ed. MAD
ISBN: 9788466562119
AÑO: 2006
EDICION: 1ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Rústica
PÁGINAS: 146
DIMENSIONES: 23×18 cm
FIGURAS: Ilustrado

PUNTOS CLAVE:
Al progresivo aumento de la esperanza de vida se une el deseo de mantener una buena salud, funcionalidad y calidad de vida en estas edades avanzadas. Si bien la genética es un determinante fundamental de esta expectativa de vida, existen diversos factores externos directamente implicados en la calidad de vida del anciano, entre los que cabe destacar la ALIMENTACIÓN.La dieta y el estado nutricional tienen gran influencia, particularmente en la prevención y/o tratamiento de distintas enfermedades que afectan a la tercera edad. De hecho, en los países desarrollados, los ancianos son el segmento de población con mayor prevalencia de malnutrición.De todos es sabido, que la malnutrición se relaciona con un aumento en la morbilidad y en la mortalidad, sobre todo en las edades extremas de la vida.Así pues, es fundamental, de cara a mejorar la eficacia y calidad del servicio prestado a los mayores dependientes, que las personas encargadas de su cuidado dispongan de unos conocimientos nutricionales básicos, que les permitan entender y hacer frente, en la medida de sus capacidades y competencias profesionales, a las peculiaridades, que en materia de nutrición, caracterizan a este colectivo poblacional.

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UNA SOCIEDAD INTELIGENTE, CUIDA A SUS CUIDADORES

Las enfermedades no afectan tan solo a quien las padece, también influyen de forma _cuidadores2particular a los que conviven con la persona enferma.
En ocasiones las repercusiones de una enfermedad son especialmente relevantes en el entorno familiar, hasta el punto de sobrepasar las resistencias de sus miembros y convertirles también a ellos en enfermos.

La cultura española, con fundamentos mediterráneos, pone en el centro y en lo más alto de la escala de valores a la familia. Precisamente sobre la familia recaen las responsabilidades de cuidar a los familiares enfermos y dentro de la familia esta labor la realizan “desde siempre” y “por tradición”  las mujeres. Mujeres que en muchas ocasiones tiene que ocuparse además de otras responsabilidades tanto fuera como dentro del núcleo familiar.

Nuestro sistema sanitario y social, las administraciones públicas y los gobiernos de turno, se han abstraído y no se han involucrado lo suficiente en el asunto. No han dado prioridad a estas mujeres que realizan una labor fundamental, que no solo beneficia a su familiar enfermo, sino a toda la sociedad. De no ser por ellas, el sistema tendría que hacerse cargo de todas y cada una de estas situaciones particulares.
Son mujeres el 60% de los cuidadores principales de personas mayores, el 75% de los cuidadores de personas con discapacidades y el 92% de los cuidadores de las personas que necesitan atención en los hogares. Muchas de estas mujeres han tenido que dejar su trabajo o reducir su jornada laboral para poder atender a sus familiares enfermos. Se estima que asumir el papel de cuidadoras principales ha condicionado la exclusión definitiva del mercado laboral del 35% de ellas, y del 46% si consideramos las exclusiones temporales. Además cuidar a un familiar enfermo supone una carga psicológica y física enorme que condicionará de manera muy importante su salud futura.

En los últimos tiempos se oye hablar de cambios y se plantean posibles soluciones (ley de dependencia, conciliación de la vida familiar y laboral, etc), pero habría que preguntarse tres cosas al respecto:
¿se le está concediendo a este asunto la importancia que se merece?
¿se está fomentando la equidad y reduciendo la desigualdad?
¿somos conscientes del envejecimiento progresivo de la sociedad y del aumento consecuente de las enfermedades crónicas?

Es muy posible que en el futuro gran parte de la población tenga que cuidar a algún familiar en situación de dependencia. Las soluciones están ahí esperando a ser puestas en práctica y es que una sociedad inteligente, es aquella que cuida a sus cuidadores.
Por Dr. Eduardo Junco Anós

CONSECUENCIAS DEL CUIDADO EN LA VIDA DEL CUIDADOR

cuidando1La vida de aquellas personas que atienden a una persona mayor dependiente puede verse afectada de muchas maneras. Es frecuente que experimenten cambios en: las relaciones familiares, el trabajo y su situación económica, su tiempo libre, su salud o su estado de ánimo. El carácter de estas transformaciones también puede ser positivo, aunque se tienda a considerar sus consecuencias como exclusivamente negativas. En este capítulo se recogen las caras amables y las menos agradables sobre pensamientos y situaciones cotidianas en la vida del cuidado de las personas mayores.

La satisfacción de cuidar
El cuidado de una persona mayor puede ser, a pesar de las dificultades y la «dureza» de la situación, una experiencia muy satisfactoria para el cuidador. Ocurre así cuando esta labor supone luchar por alguien a quien se quiere, a quien se desea expresar cariño e interés. En ocasiones los cuidadores descubren que poseen unas cualidades que hasta entonces no conocían y no son pocos los que manifiestan haber «evolucionado» como personas a través de las situaciones asociadas al cuidado. A buen seguro, más de una cuidador se ha dicho a sí mismo afirmaciones como éstas:

«Cuando ya estás agotada te queda el cariño. Ella no quiere más que estar conmigo. Y yo con ella. La verdad es que nos hacemos compañía.»

«Si ayudaba a otros, ¿cómo no iba a ayudar a mi madre?. Mi madre es mi madre. A mi madre la llevo dentro…».

Cambios en las relaciones familiares
No es raro que aparezcan conflictos en la familia como consecuencia del cuidado. He aquí algunos ejemplos de situaciones que pueden crear tensiones, discusiones o malestar:

– Tomar la decisión de qué va a pasar con la persona mayor que necesita cuidados. ¿Se busca una residencia?, ¿se le cuida por temporadas?, ¿quién se encarga?

– Tomar la decisión que quién será la principal responsable del cuidado. En ocasiones no hay toma de decisiones, sino que se da por supuesto quién es la persona más adecuada sin contar con su opinión.

– La persona que ha asumido la mayor responsabilidad percibe que el resto de la familia no valora suficientemente su esfuerzo (por ejemplo, piensa: «¿es que no se dan cuenta?», «¿cómo creen que lo harían ellos?»).

– La pareja de la persona que ha asumido la responsabilidad de cuidar o sus hijos se encuentran a disgusto con el hecho de que la persona mayor viva en la misma casa. Esto crea de manera habitual dificultades en la relación de pareja.

Cambios en el trabajo y en la situación económica
Para muchos cuidadores no resulta fácil mantener un trabajo y realizar al mismo tiempo la tarea de cuidado. En algunas ocasiones tienen la sensación de abandonar a la persona mayor y en otras la de estar incumpliendo con su responsabilidad laboral. De hecho, el 50% de los cuidadores en España no pueden plantearse trabajar, han abandonado su trabajo o han reducido su jornada laboral. También son frecuentes las dificultades económicas, ya sea porque disminuyen los ingresos (reducción de la dedicación laboral) o porque aumentan los gastos derivados del cuidado del anciano. Expresiones como la siguiente describe una realidad que, por desgracia, afecta a no pocas familias:

«Mi madre cobra cuatrocientos euros este año, pagamos de piso seiscientos y cinco, más la luz y el agua aparte, claro, teléfono no tengo… y me han denegado la ayuda porque mi madre vive conmigo. ¿Y qué hago?, ¿la tiro en la calle?».

Cambios en el tiempo libre
El cuidado de una persona mayor dependiente exige mucho tiempo y dedicación. Una parte sustancial del tiempo que antes se dedicaba al ocio, a los amigos, hay que destinarlo ahora a afrontar esta tarea. Es frecuente que el familiar cuidador perciba que no tiene tiempo para su ocio. Incluso es posible que no se dedique ese tiempo a sí mismo por los sentimientos de culpa que le produce pensar que si dedica una parte del día a sí mismo está abandonando su responsabilidad. La reducción de actividades en general y, sobre todo, de las actividades sociales, es muy frecuente y está muy relacionada con sentimientos de tristeza y de aislamiento. Reacciones como las que se transcriben a continuación no son extrañas:

«No me relaciono con nadie, con nadie. Me tiene atrapada, me tiene atrapada».

«Muchas veces digo: ‘Ves, si no fuera por esta mujer, pues ahora iba yo a ayudaros al campo… o ir con mi marido al cine. O sea, que nos quita mucho».

«… es una atadura de pies y manos… Dos años ya cogida como una máquina desde las siete de la mañana que me levanto hasta las doce que me acuesto».

Cambios en la salud
Algo muy común en los cuidadores es el cansancio físico y la sensación de que su salud ha empeorado desde que cuidan de su familiar. De hecho, no es una ‘sensación’. Cuando en diversos estudios se han comparado personas que cuidan con personas sin esa responsabilidad, se ha comprobado que los cuidadores tienen una peor salud. En otros estudios se ha detectado también que las personas que cuidan visitan más al médico y tardan más en recuperarse de las enfermedades.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la edad media de los cuidadores principales es de 52 años y que un 20 % son mayores de 65 años. Por tanto, es muy probable que en ellos estén comenzando algunos de los cambios que conlleva el envejecimiento, como disminución de la fuerza muscular, cambios en algunas estructuras que permiten el movimiento, etc. Si a esto se añade el hecho de que están sometidos a un esfuerzo físico mayor que cualquier otra persona a esa edad, no es sorprendente que algunos de esos cambios se aceleren o que aparezcan de forma precoz. Algunas de las quejas más comunes se asemejan a ésta:

«Yo estoy ya que no puedo tirar más, porque tengo unos dolores en las rodillas… Mi hija me ha tenido que comprar una hamaca, porque no puedo estar sentada ni en las sillas por el dolor».

Cambios en el estado de ánimo
Consecuencias del cuidado en la vida del cuidador Se sabe que la experiencia de cuidar a otra persona genera en muchos cuidadores sentimientos positivos. El simple hecho de que la persona a la que cuida y a la que quiere se encuentre bien puede conseguirlo. La persona a la que se cuida puede mostrarle su agradecimiento y eso le hace sentir bien. Hay quien cree que ofrecer estos cuidados es una obligación moral y cumplir con ello le hace sentirse satisfecho.

La experiencia de cuidar, día a día, a una persona mayor dependiente puede acarrear asimismo consecuencias psicológicas negativas.

– Sentimientos de tristeza, desesperación, indefensión y desesperanza. Se he comprobado la presencia de un alto número de síntomas depresivos en familiares cuidadores. Esto puede ser debido a muchas causas: a la situación de declive que perciben en su familiar, a la reducción de su tiempo libre, etc. No es raro escuchar quejas como ésta:

«Me siento muchas veces deprimida. Hay días que me acuesto y digo: ‘Ay, madre mía, pero cuándo me va a cambiar a mí la suerte, porque con lo que tengo aquí y yo sola… y si me pasa algo, con lo que tengo en casa’, y empiezo a pensar y me pongo con la moral por los suelos, esa es la verdad».

– Sentimientos de enfado e irritabilidad. Es frecuente que los familiares cuidadores experimenten estos sentimientos cuando perciben su situación como injusta o su labor como poco reconocida.

– Sentimientos de preocupación y ansiedad ante la situación por la que pasan. Preocupación por la salud de su familiar, por su propia salud, por los conflictos familiares asociados, por la falta de tiempo para todo, etc. Una reacción típica es la siguiente:

«Estoy de los nervios. Me he jubilado por eso. Me he «aviejado» el doble en cuatro días: tengo un sufrimiento, una intranquilidad…»

– Sentimientos de culpa. Pueden experimentarse por muy diversas razones: por haberse enfadado con la persona a la que se cuida, por pensar que no hace todo lo que se puede, por desear que el familiar muera (para que deje de sufrir o para «liberarse» el cuidador de la situación), por descuidar otras responsabilidades, etc. Estas preocupaciones se plasman en frases como ésta:

«El sacerdote muchas veces me dice: » no te sientas tan mal, eres humana. Pero ¿por qué te vas a sentir mal si haces más de los que puedes?».
Fuente: consumer