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LAS VENTAJAS DE LA JUBILACIÓN: El ocio no se jubila.

actividad enla terceraInstituciones y empresas multiplican los descuentos y ofertas para que los mayores puedan disfrutar de su tiempo libre sin temor a dañar sus magros ingresos

Los jubilados tienen poco tiempo libre. Puede parecer una paradoja, o un chiste más o menos gracioso, pero lo cierto es que las transformaciones sociales y laborales han convertido a los abuelos y abuelas en un nuevo tipo de «auxiliares de familia» cada vez más imprescindibles. Sin embargo, organismos sanitarios, la Administración, ONG y asociaciones vecinales de jubilados aconsejan moderar esta dedicación familiar y combinarla con otras actividades de carácter lúdico.

Pero para poder disfrutar del ocio, además de tiempo, hace falta dinero, el otro gran inconveniente de gran parte de los 7,2 millones de españoles, el 17% de la población, mayor de 65 años. Conscientes de que los 808 euros que cobra de media un jubilado en nuestro país no permiten grandes dispendios, la Administración Pública y muchas empresas semipúblicas y privadas despliegan toda una batería de descuentos y promociones para este sector de la población. Ya no hay excusas: la partida de cartas, la televisión o los viajes de Benidorm continúan siendo una buena opción, pero las alternativas de ocio apetecibles y asequibles son una realidad. Tan sólo se requiere curiosidad y ganas.

Una amplia oferta de ocio para todos los bolsillos
Llegada la jubilación son muchas las personas que, ya sea por desmotivación o por desconocimiento de la oferta de ocio a su alcance, no saben cómo llenar el tiempo libre que antes ocupaban con el trabajo. La práctica de alguna actividad de recreo en una etapa de la vida que puede durar diez, quince, treinta o cuarenta años es fundamental, no sólo para mantener entrenadas ciertas capacidades cognitivas o físicas y minimizar el efecto de ciertos deterioros psico-físicos, sino también para preservar la interacción con el entorno y encontrar significación a esta etapa de la vida.

Según datos recogidos en el boletín de marzo de 2007 del Observatorio de Personas Mayores del Imserso, la actividad cultural y de ocio más común en las personas mayores es acudir a centros comerciales. Otra alternativa muy extendida es la de las excursiones al campo, y con un bajo porcentaje de participación, entre el 4% y el 6%, se encuentran la visita de museos, acudir al cine, ir a conferencias y foros y realizar visitas culturales. Las actividades culturales y de ocio con menores porcentajes de participación son ir al teatro, conciertos, bibliotecas y espectáculos folclóricos.

Ver la televisión también ocupa diariamente una parte importante de su tiempo; cuatro horas diarias, según un reciente estudio de la Agencia Catalana de Consumo. Las personas que más tiempo dedican a ver la televisión tienen un perfil característico: bajo nivel educativo y cultural, mermado poder adquisitivo, viven en soledad o en núcleos pequeños y están fuera del mercado de trabajo.

Con el objeto de incentivar el ocio activo, ayuntamientos, diputaciones, asociaciones y clubes de jubilados organizan cursos de la más diversa índole (culturales, artesanales, deportivos) en los que el precio ya no es un problema. Así, el ayuntamiento de Murcia organiza una Semana Dorada, que se concreta en un Ciclo Cultural que incluye actividades formativas, culturales y lúdicas en las que se ofrecen representaciones y actuaciones que incluyen Teatro, Música Popular, Coplas y Canción Española, Zarzuela y Conciertos y Danza, así como Conferencias o Cine. Los mayores burgaleses también pueden disfrutar de espectáculos, actuaciones musicales, talleres de expresión dinámica, orquesta y baile, organizados por el ayuntamiento. El consistorio leonés pone a disposición de sus mayores circuitos culturales que incluyen conferencias, aulas didácticas, viajes, cine, cine forum, teatro, visitas a exposiciones, rutas de senderismo así como los conciertos, mesas debate y audiciones. Los jubilados extremeños pueden participar en el certamen literario «Experiencia y Vida», y los malagueños de la «Pasarela de Moda Mayores», mientras que los maños y madrileños tienen la posibilidad de acercarse a la Red y descubrir las nuevas tecnologías. Y estos son sólo algunos ejemplos.
Fuente: revista.consumer.

PREJUBILADOS: EL COLECTIVO FANTASMA.

No son empleados de ninguna compañía pero cobran un sueldo de su empresa todos los meses. Han cotizado durante años y ahora están retirados, pero no tienen acceso a ninguna de las ayudas que les corresponden a los jubilados. Son más de medio millón de personas que, pese a lo numeroso de su colectivo, no tienen estatus jurídico ni apenas consideración dentro de la Administración Pública.

prejubilado_01La prejubilación constituye un estado transitorio entre la vida activa y la jubilación, una situación a la que se llega cuando una empresa quiere reducir o rejuvenecer a su plantilla y que no está regularizada por ninguna ley. Entonces, los responsables proponen al empleado dejar de trabajar, pero continuar cobrando su sueldo o parte del mismo hasta que alcance la edad de jubilación.

A priori, todo parecen ventajas. Sin embargo, “los prejubilados no tenemos un reconocimiento jurídico, no existimos, lo que nos impide estar en los organismos donde se debaten los asuntos que nos afectan”. Así explica Eugenio Pascual, presidente de Jubiqué (Asociación Independiente de Prejubilados y Jubilados del Sector Financiero), uno de los principales problemas que afectan a un colectivo que “oficialmente, no existe”. Se trata, paradójicamente, de un sector muy numeroso –aunque tampoco hay cifras contrastadas– que, según los expertos de las distintas asociaciones, podría abarcar entre medio millón y un millón de personas.

En términos laborales, “la situación de estos ex-trabajadores es la de parados en busca de empleo, pero con la certeza absoluta (por su parte y por parte de la Seguridad Social) de que esa es una solución inviable”, tal y como explica la secretaria general de la Unión Democrática de Pensionistas y Prejubilados (UDP), Margarita García Durá. Debido a esta situación, este sector carece de todas aquellas ventajas sociales que les corresponden a los jubilados.

Existen otros inconvenientes, como recuerda José Tena, miembro de Ajubanesto (Asociación de Jubilados, Prejubilados, Pensionistas, Empleados y Ex-empleados de Banesto), quien asegura que “la prejubilación es un mal negocio, ya que conlleva un efecto económicamente negativo”. Esto se debe a que el empleado recibe un “sueldo” que no se actualiza según las subidas del IPC y, por otra parte, suele jubilarse anticipadamente con las penalizaciones propias de esta opción.

¿Voluntario u obligatorio?
Esto no sería un problema si realmente cada persona pudiese elegir libremente si acogerse o no a la prejubilación y valorar si esta situación le compensa. Sin embargo, Eugenio Pascual insiste en que las prejubilaciones son casi siempre obligatorias, en unos casos porque se realizan a través de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) y, en otros, porque la empresa que decide modificar su plantilla quiere hacerlo a toda costa y tiene múltiples medios de presión.

En teoría, si no hay un ERE de por medio, el empleado se prejubila voluntariamente y así se hace constar en el documento que debe firmar antes de abandonar su puesto. Pero, en la práctica, muchas personas no quieren dejar de trabajar. Entonces, surgen métodos de presión como los cambios de horario, de puesto de trabajo o los traslados. Se trata de una peculiar forma de mobbing, ante la que los mayores poco pueden hacer a causa de la falta de legislación a este respecto. Tena asegura que “se debería considerar que todas estas personas han sido forzadas en su decisión y habría que empezar a hablar del término involuntariedad de la prejubilación”, mientras que Margarita García aclara que esta figura “constituye un despido encubierto y la alternativa suele ser el despido puro y duro”.

Precisamente, una de las principales reivindicaciones de Jubiqué consiste en que se reconozca que todas las prejubilaciones resultan obligatorias y por tanto, se reduzcan o desaparezcan las penalizaciones que afectan a las pensiones de estas personas.

¿Por qué las empresas prejubilan a sus empleados?
Margarita García recuerda el origen de las prejubilaciones: “durante un tiempo, ha sido la reconversión industrial empujada por el enorme avance de las nuevas tecnologías las que han laminado millones de puestos de trabajo”, aunque matiza que, actualmente, este procedimiento “puede ser una forma de recortar plantillas o de reconvertirlas por personal más joven y con salarios más flexibles”.

Se trata de un método que, según muchos afectados, utilizan las compañías para obtener un beneficio económico, ya que les sale más rentable que recurrir al despido o mantener a estas personas en las empresas. Mariano Chicharro, presidente de la Asociación de Prejubilados de Telefónica (APT), recuerda que “las prejubilaciones masivas las hacen empresas que, sin atravesar dificultades económicas, realizan grandes regulaciones de plantillas con el fin de aumentar los beneficios a base de reducir costes salariales”. El presidente de Jubiqué agrega que estas reestructuraciones de personal tampoco se deben exclusivamente a la intención de incorporar trabajadores jóvenes a las empresas: “No todos los empleados mayores son sustituidos por gente joven, lo cual tendría cierto sentido, pero la proporción entre prejubilados y nuevos trabajadores resulta ridícula”.
¿Qué ocurre entonces con los puestos que quedan vacantes? Tanto Chicharro como Pascual apuntan a la externalización y las subcontratas, lo que resulta más barato, pero va habitualmente en detrimento de la calidad de los servicios.

Los prejubilados suelen rondar los 50 años y a veces, incluso, no los han cumplido. Suelen tener, por tanto, una serie de derechos adquiridos (trienios salariales, beneficios sociales, etc.), que van en consonancia con el caudal de experiencia y conocimientos que poseen. Pero para sus empresas no son rentables, al menos no en lo que respecta al ámbito estrictamente económico.

Chicharro considera que “la prejubilación en trabajos intelectuales, desde el punto de vista ético, no puede ser positiva. Un país no puede ni debe permitirse el lujo de despreciar e inutilizar la experiencia y el talento de un gran número de personas que han alcanzado su madurez profesional”.

El papel de la Administración Pública
Hasta hace poco, los prejubilados no tenían derecho a la jubilación anticipada. La reciente reforma de la Seguridad Social permitió anular dicha restricción, por lo que muchas de estas personas comenzaron a solicitar la tramitación de sus pensiones a partir del pasado uno de enero. Sin embargo, sus peticiones no se tramitaron porque, según reconoció la Administración, “el contrato individual de prejubilación no está delimitado por ley”. Esto significa que, una vez más, la alegalidad de esta situación provoca consecuencias negativas. Por ello, José Tena subraya que los poderes públicos deberían, fundamentalmente, propiciar “la regulación jurídica y ejercer control para evitar la discriminación y el abuso”. Margarita García añade la necesidad de “intentar paliar el trauma que supone perder un trabajo sin posibilidades de encontrar otro y a una edad en que el futuro se presenta todavía incierto y, en todo caso, no aplicar las penalizaciones, total-mente injustas, ya que no está en la mano del trabajador elegir y con el agravante de que tiene una vigencia de por vida”.

Respecto a todas estas cuestiones, Eugenio Pascual subraya la importancia de reconocer legalmente la involuntariedad de la prejubilación y permitir a este colectivo participar en los organismos cuyas decisiones puedan afectar a este colectivo. Para lograr todas estas reivindicaciones, Pascual insiste en la necesidad de asociarse y trabajar en conjunto: “Si nos organizamos, tenemos mucho ganar” y subraya que el lema de Jubiqué defiende que el asociacionismo es necesario “para defender lo que tienes y conseguir lo que no tienes”.

Chicharro concluye que la prejubilación “supone una brusca interrupción de la actividad cotidiana, cuando la persona dispone aún de todo su potencial”, por lo que “es muy importante realizar actividades que llenen el tiempo y satisfagan el gusto de cada cual para acostarse cada día con la ilusión de la actividad que se va a realizar al día siguiente”.

Cuestión de bolsillo
Un trabajador que dejase su actividad en 1998 con 50 años cobrando 200.000 pesetas mensuales (1.200 euros actuales) debería ganar, a día de hoy, 456 euros más, es decir, 1.656 euros mensuales y cotizar por ello para recibir una pensión más alta. Además, como tiene que jubilarse anticipadamente, podría perder hasta el 40 por ciento de la pensión que le corresponda. Esto significa que si su pensión ascendía a 1.000 euros, se quedará tan sólo en 600.

¿Dónde acudir?
Jubiqué – Asociación Independiente de Prejubilados y Jubilados del Sector Financiero: organización de carácter reivindicativo, independiente de cualquier empresa, sindicato o partido. www.jubique.es TEL.: 91 532 36 73.

UDP- Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados: asociación de mayores activos creada en 1977, con vocación de ayudar a este colectivo a resolver sus problemas y a luchar por sus intereses. www.mayoresudp.es – TEL.: 91 542 02 67.

Ajubanesto- Asociación de Jubilados y Prejubilados, Pensionistas Empleados y Ex-empleados del Banesto. Presta servicios a sus miembros, procurando su bienestar social y económico y defendiendo sus intereses y derechos.
www.ajubanesto.org – TEL.: 91 523 87 71.

APT- Asociación de Prejubilados de Telefónica: institución de carácter general y sin ánimo de lucro, a la que libremente pueden pertenecer sus asociados, en términos de igualdad. La APT se declara explícitamente desvinculada de partidos políticos, sindicatos y cualquier otra asociación.
www.apt.es – TEL.: 91 56 74 01.

Manifiesto contra la jubilación obligatoria
Hace unas semanas, se dio a conocer un manifiesto contra la jubilación obligatoria en el sector público, una situación que fuerza a los funcionarios de distintos sectores a dejar su trabajo cuando aún tienen capacidad y ganas para seguir desempeñando su labor. Esta situación resulta especialmente penosa en el ámbito docente del cual procede este documento. Sus impulsores han sido los catedráticos Juan Díez Nicolás, de la Universidad Complutense de Madrid, y Rocío Fernandez-Ballesteros, de la Universidad Autónoma. Esta última explica que “el manifiesto ha sido largamente gestado” y que responde a una idea que va en consonancia con el trabajo que desempeña, en el que destaca su colaboración con la ONU en el desarrollo del II Plan Internacional sobre Envejecimiento. Según explica, esta labor “me ha llevado al convencimiento de que, mientras se dictan políticas para el envejecimiento activo, existen en la sociedad barreras que lo impiden, como la jubilación obligatoria. Además, resulta incomprensible que a un individuo que alcanza su máximo nivel de competencia, se le obligue a dejar su trabajo”. El profesor Díez Nicolás, cuyas investigaciones le han acercado a esta realidad, considera que “la jubilación es un derecho que algunos han convertido en una obligación” y que “el individuo debe tener la libertad de decidir jubilarse antes de esa edad obligatoria”, aunque acepta “que a partir de cierta edad se establezcan controles para establecer la idoneidad física y mental del individuo”. Díez Nicolás explica que “estimamos que había que tomar la iniciativa y emprender esta batalla de justicia social”.
El manifiesto ha sido suscrito por muchos de los profesionales más brillantes de nuestro país, como la investigadora Margarita Salas, el embajador Carlos Fernández-Arias, el economista Giménez de la Cuadra y muchos catedráticos universitarios, como el sociólogo Emilio Lamo de Espinosa, quien asegura que “es una iniciativa imprescindible, porque estamos entrando en sociedades envejecidas. El porcentaje de población mayor de 65 años no hará sino crecer y resulta aconsejable postponer todo lo posible la edad de jubilación”. Además, resalta “la mejora en la salud de los mayores de 60 e incluso de 70 años, por lo que la jubilación debe ser un derecho más que un deber” y aclara que “pensar que los mayores le quitan empleo a los jóvenes es una estupidez. Todos necesitamos empleo y no es cosa de que andemos luchando unos contra otros (mayores, jóvenes, emigrantes) por el existente.”

http://www.jubilo.es

LOS PREJUBILADOS

Los puedes ver a media mañana en los parques, en los centros comerciales, en los prejbares, en las paradas de autobuses, en los supermercados o en las escaleras mecánicas. Se han multiplicado en la última década, siendo fácilmente reconocibles por su aspecto desorientado. Bajo el brazo los diarios gratuitos, y dentro la barra de pan, que cómo ha subido desde que nos quitaron la peseta, ay. Matan la mañana hablando con el conserje de lo ladrón que es el administrador de la comunidad. Algunos de ellos se ocultan avergonzados, saliendo de casa a primera hora y no regresando de la otra punta de la ciudad hasta el anochecer, pensando en la familia. Son los prejubilados.

Se pusieron de moda hace unos años como los grandes privilegiados de esta sociedad. Qué suerte tienes, poder cobrar sin currar, el sueño de todo español. Pero los trileros de su empresa camuflaron la letra para que Ramírez firmase con todos los honores, una palmadita en la espalda y un farias en el bolsillo. Y Ramírez se marchó a casa hecho un hombre y convencido de que le había metido un gol a su empresa que ni Messi. Poco más tarde se dio cuenta de que el goleado era él, pero cómo iba a admitir ante sus compañeros que ahora cobraba entre un 30 y un 40% menos que antes de la firmita con la Parker que le regalaron por su despedida. Hoy son ya más de 750.000 Ramírez los que están deambulando por las calles de tu ciudad, sin rumbo y en el lodo, como cantaban Los Panchos.

La banca y Telefónica son los dos grandes viveros de prejubilados en nuestro país. Muchísimos de ellos se han divorciado, y los peor parados dijeron adiós, mundo cruel, sin merecer ni diez segundos televisivos. En cuanto superan los cincuenta años les invitan amablemente a coger la puerta, y si se resisten la empresa juega a la oca con sus puestos de trabajo, para acabar junto al becario que sólo piensa en ver páginas porno pues en casa no tiene Internet. Tras prejubilarse dejan de existir para los sindicatos, los mismos que han pactado con la empresa este timo de la estampita neoliberal, simplemente porque ya no pueden votar.

Antes, los trabajadores se jubilaban tras cuarenta años en la misma empresa, dónde estará mi carro, y en su mesa nunca faltaba una foto con el cónyuge y los niños pero sin la suegra, milagros del Photoshop. En cambio ahora te puedes encontrar conque el segurata que ayer te saludaba, hoy no te deja acercarte a tu mesa mientras te entrega una caja de cartón con tu patrimonio laboral. Esto es el fabuloso mercado de trabajo del siglo XXI, pasen y vean. Bienvenidos a un mundo donde los trabajadores deambulan de subcontrata en subcontrata hasta los cincuenta y pocos años. A partir de esa edad en cualquier momento un jovenzano con dos carreras, tres másteres y cuatro enchufes, los descabellará aséptica e indoloramente. Como dirían algunos taurinos, el toro no sufre.

Todo esto sucede con el apoyo soterrado pero incondicional del Estado al que algunos humoristas llaman del bienestar. Las reformas laborales bendecidas por los gobiernos socialistas y populares nos han llevado a esta situación, que ha alcanzado su mayor cota de surrealismo con la Ley de Dependencia. Pazatero se ha hartado de sacar pecho con su voz engolada tras haberla aprobado. Pero lo que se calla es que el Estado no tiene fondos para esta ley. O sea, otro brindis al sol. Y como carecen de recursos para ponerla en práctica, no se les ha ocurrido mejor idea que incentivar fiscalmente la hipoteca inversa. Toma ya. Así los herederos de la vivienda recibirán una cifra mucho menor, pues el banco ya le habrá levantado gran parte de la viruta al mismo Ramírez que prejubiló veinte años atrás. Viva el progreso y el Estado Social.

Escrito por: Fernando Solera