ENVIUDAR EN LA TERCERA EDAD.

dueloEl “proceso de duelo”, se refieren a aquel estado emocional, de pensamientos y de actividades en torno a una pérdida dolorosa por ser ésta la desaparición de un ser querido.

El duelo se configura en torno a un trauma de modo semejante al sufrido por una quebradura o herida dolorosa. Como en las lesiones del cuerpo, las del alma también requieren tiempo y cuidados para sanar.

El proceso de duelo se inicia apenas enterada la persona de la desaparición de ese ser querido.  La duración de este proceso es variable según la persona.  Como es lógico, dependerá de los recuerdos  vinculados a quien desapareció, del nivel de impacto de la noticia y de la personalidad del deudo, que es quien sufre la perdida.

Cuatro etapas en el proceso de duelo: La primera –“de impacto, shock o perplejidad”– se produce apenas enterados la noticia de la pérdida. La duración de esta etapa puede variar entre minutos o días, e incluso hasta el medio año.  Es una lucha entre la aceptación de la noticia y nuestra defensa ante el dolor.  En la tercera edad nos enfrentamos con una situación que  capta por entero nuestra atención.  Se trata de un proceso que debe operar en el deudo mismo, que sufre pena y dolor, pasando por momentos de incredulidad y de confusión.

Cuando la desaparición ya fue aceptada ingresa la segunda etapa, “de rabia y culpa”. El deudo experimenta una angustia inconsolable, junto a manifiestos desórdenes emocionales. El sobreviviente ha comenzado un proceso de búsqueda de quien desapareció. Y expresa sentimientos por éste.

De modo progresivo ingresará a la tercera etapa, que puede durar hasta dos años, conocida como “de desorganización del mundo, desesperación y retraimiento”. Es la etapa donde el dolor se prolonga y ocasiona consecuencias secundarias. El llanto y el pesar se intensifican, mezclados con sentimientos de rabia y resentimiento. A causa de esto, se desintegra del mundo, impidiendo su integración con el entorno.

Quienes conviven con el anciano notarán sus sentimientos de preocupación, de una presencia del desaparecido mezcladas a veces con alucinaciones visuales, táctiles o auditivas. Para ser útiles al proceso, no debemos impulsar un cambio brusco de conducta o la represión de su pesar. La experiencia de dolor y tristeza son parte del duelo hasta que es capaz de enfrentarlos.

Finalmente, llega la cuarta etapa, conocida como “de reestructuración del mundo, reorganización y sanación”. Este proceso puede tomar dos o tres años. Ingresamos a un mundo de tomas de conciencia y aceptaciones. Reaparece el equilibrio interior y los sentidos del existir. Junto con la recuperación de la paz, vuelve a sentir los afectos cálidos de quienes le rodean.

El duelo habrá sido elaborado cuando apreciamos la aceptación de la pérdida y el recuerdo del ser desaparecido no provoca sentimientos de dolor. Es posible hablar abiertamente de la pena que nos produce esa falta y reconocerla como algo natural es un buen auxilio psicológico para la  total recuperación.

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