“El ser humano tiene una necesidad biológica de relacionarse emocional y físicamente con los demás a lo largo del tiempo. Ese afán constituye otra de las parcelas más importantes de su existencia, y es con la llegada de la jubilación cuando hay que saber cómo adaptarse a los cambios que se producirán en este campo de la vida”, afirma José Luis García, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Por regla general, parece que los hombres viven peor que las mujeres la jubilación. Las expresiones del tipo “¿qué hago yo ahora?”, “¿para qué sirvo, aparte de para trabajar?”, unos sentimientos de soledad infundados por la falsa creencia de que se rompen los lazos de la vida laboral o la ansiedad por que se acerca la llegada de abandonar el trabajo inundan los pensamientos de una gran parte de los futuros o actuales jubilados. Julia Silva, psicóloga, cuenta que “por supuesto, no hay que generalizar ni dramatizar en exceso. La jubilación es sinónimo de tiempo libre a voluntad. Hay que considerarla así. Es importante gestionar bien el tiempo con la pareja, dentro y fuera de casa. Hay que partir de la base de que cada uno puede ocupar su tiempo de la manera que quiera, pero siempre bajo un denominador común: el respeto y el consenso”. El componente fundamental, el amor, que nunca es un río tranquilo, tiene una maravillosa particularidad: su duración descansa en la facultad de transformarse y evolucionar al filo de los años. Para la sexóloga Ana Muñoz, “la combinación del amor, la ternura y una vida sexual satisfactoria puede resultar una verdadera delicia en la madurez de la vida. Si a ello añadimos que ya no existen las prisas porque no tenemos que trabajar, el resultado es sorprendente”, apostilla la experta. Los especialistas aconsejan los siguientes puntos para mantener la estabilidad sentimental en las fases cercanas al abandono laboral:
a. Dialoga con tu pareja. Evita los silencios y los malentendidos.
b. Comparte los momentos más valiosos de la vida con tu pareja, sin renunciar por ello a tener tu propio espacio o a hacer lo que más te guste.
c. Mantén la llama. Puedes hacerlo de diferentes modos: escríbele notas cariñosas, no olvides las fechas importantes (el primer encuentro, el nacimiento de los hijos, el aniversario de boda…), sorpréndele con lo que más le gusta.
d. Pon en práctica nuevos planes en los que tú y tu pareja os divirtáis: (cenas en casas de amigos también jubilados, pertenencia a clubes sociales, viajes inesperados…). Es fundamental el respeto de las metas, las expectativas y los deseos de tu pareja.
e. No olvides nunca que vivir en compañía es también saber preservar el jardín secreto de cada uno y dialoga con tus hijos si el “síndrome del nido vacío” (o cuando los hijos se van de casa) te afecta en exceso. De igual forma, debes planificar el cuidado a tus propios padres, especialmente los de edad muy avanzada que necesitan cuidados permanentes. Comunícate para ello con tu familia y apóyate en los recursos institucionales y servicios sociales.