NUEVO CENTRO DE JUBILADOS GAY – el primero en Argentina.

banderaTienen más de 60 años, experiencias de vida y ganas de compartirlas con sus pares, historias de lucha y de silencios por su condición sexual, y ganas de disfrutar de la vejez sin tener que ocultar su identidad de gay, lesbiana o transexual. El primer centro de jubilados y pensionados para homosexuales del país comenzó a funcionar en la organización no gubernamental (ONG) “Puerta Abierta a la Diversidad”, en el barrio de Almagro, con el objetivo de brindar un espacio cultural, de recreación, contención y pertenencia.
“Más que una propuesta era una necesidad. Hace diez años trabajamos en la ONG con gays y lesbianas, y los adultos mayores nos manifestaban que no tenían un lugar donde reunirse sin ocultar su sexualidad, porque cuando iban a un centro de jubilados tenían que disimular porque se sentían discriminados”, destacó la psicóloga Graciela Balestra, una de las fundadoras de Puerta Abierta, junto a su pareja, la psicóloga Silvina Tealdi.
Así fue que tras escuchar las historias de los adultos mayores homosexuales, que tenían como patrón común la soledad, iniciaron los trámites y formaron una Comisión Directiva. Y tras el anuncio en los medios de comunicación de la inminente apertura del centro comenzaron a recibir cientos de llamados y correos electrónicos.
El centro fue inaugurado el sábado 27 de setiembre y el viernes pasado tuvieron la primera reunión de socios, donde comenzaron a ponerse de acuerdo sobre los días y horarios, los talleres, los servicios, y demás actividades a organizar, como viajes de turismo y miniturismo.

La discriminación “Ellos nos hablaban de la soledad, que no sabían qué hacer los fines de semana, y tampoco sabían dónde conocer a otros gays de su edad porque en los boliches son todos jóvenes, y no contaban con espacios para mayores homosexuales. Además en los centros de jubilados no podían expresarse como son y se sentían discriminados”, indicó a este diario Balestra.
Al respecto comentó que “una señora nos contaba que no se animaba a contar en el centro de jubilados al que iba que era lesbiana y al preguntarle ‘por qué, si ser homosexual no es un delito’, ella contestó que allí había un señor que el resto pensaba que era gay y se burlaban mucho de él, lo despreciaban, y por eso ni loca ella iba a decirlo”.
En tanto, aclaró que Puerta Abierta no solo es un centro de jubilados para mayores homosexuales, sino también para heterosexuales, “donde cada uno puede mostrarse abiertamente como es”. Los interesados en formar parte del centro deben comunicarse al (15) 6711-4263, enviar un correo electrónico a puertaabierta2007@yahoo.com.ar o visitar la página de Internet www.puertaabierta.com.ar

“Eran todos invisibles” En declaraciones a este diario, la presidenta del centro, Norma Castillo, de 67 años, señaló que hacía tiempo que se “preguntaba dónde está el resto (de los homosexuales mayores), porque eran todos invisibles no había nadie”; pero tras el anuncio de la inauguración “recibimos una avalancha de llamados y empezaron a aparecer”.
“Con mi pareja -con quien se unió civilmente hace unos meses tras 30 años de convivencia- tuvimos una vida social muy activa, como personas comunes y corrientes, y queríamos continuar en la vejez con esa vida social. La tercera edad gay necesita contención, actividades, que no nos desplacen ni ignoren, y cuando uno tiene fuerza para hacer algo, hay que hacerlo, reunirse y compartir”, manifestó.
En este marco comentó que “muchos gays que van a centros de jubilados no quieren decir su condición por miedo al rechazo”. Asimismo resaltó que “cuando uno entra a un centro y está solo, por ejemplo, un hombre, enseguida le quieren buscar novia, aunque él no quiera, y ¿cómo hace para decir que es gay?; lo mismo pasa con las mujeres, le quieren buscar un novio y ¿cómo hace para decir que es lesbiana?”.
Al respecto, Castillo destacó que en Puerta Abierta “se recibe a todo el mundo, homo o heterosexuales, pero consabiendo que es un centro gay y uno puede expresarse libremente y estar bien, sin tener que reprimirse ni resignarse a esconderse ni vivir callado”.
Por NATALIA MUÑIZ

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