LOS ADULTOS MAYORES, ¿son una carga económica para la sociedad?

2trabajLos adultos mayores hacen grandes aportaciones al desarrollo económico de sus sociedades, pero aún así pervive el mito de que en los años venideros, las sociedades no podrán solventar el suministro de apoyo económico y atención de salud a los adultos mayores

Dos hechos paralelos alimentan ese mito. Uno de esos hechos es el reconocimiento, cada vez más claro, del gran número de ciudadanos que en este milenio vivirán hasta edades más avanzadas.
El segundo mayor hincapié que se está haciendo en las fuerzas del mercado en casi todo el mundo, y el debate conexo sobre el papel adecuado del estado, a la hora de brindarles a sus ciudadanos ingresos seguros y atención de salud.
En muchos países, más los industrializados, existe una preocupación creciente frente a los niveles de gasto del estado en la esfera de la protección social, y se debate si los costos correspondientes se pudiesen reducir abriendo más la protección social a la competencia del sector privado.
Es de lamentar que este debate mundial ha puesto énfasis en el costo que representa para la sociedad el suministro de pensiones y atención de salud a los adultos mayores, en lugar de ponerlo en los aportes económicos constantes y sustanciales que los ciudadanos de edad más avanzada hacen a la sociedad, y ha dado lugar difundiendo este mito; sin embargo, los hechos demuestran que ello no es reflejo fiel de la realidad.
Hay que tener en cuenta dos aspectos importantes: el trabajo y la protección brindada por las pensiones públicas.

Los adultos mayores trabajan
La mayoría de las personas de edad, en todo el mundo, siguen trabajando con o sin remuneración, haciendo aporte sustancial a la prosperidad económica de sus comunidades. No hay ninguna base económica ni biológica para la jubilación a una edad fija, con el promedio entre 60 y 65 años en los países desarrollados.
En realidad, en las economías nacionales, en las que predomina la agricultura, la mayoría de los adultos mayores, tanto hombres como mujeres, siguen trabajando en la producción agrícola hasta estar físicamente incapaces de realizar sus tareas, hecho que a menudo ocurre en una etapa muy avanzada de la vida.
A su vez, en las sociedades desarrolladas, se reconoce cada vez más ampliamente, que los adultos mayores deben tener plena libertad para trabajar todo el tiempo que deseen.
La edad no debería impedir ni obstaculizar en modo alguno los afanes de una persona para conseguir trabajo, debiendo reconocerse y recompensarse los beneficios de la edad.
En épocas de gran desempleo se ha hecho fácil alentar a las personas a dejar su empleo remunerado, a fin de liberar puestos para individuos más jóvenes que buscan trabajo; sin embargo, se ha investigado que la realidad del mercado laboral es mucho más compleja y que el retiro temprano no se traduce necesariamente en puestos para los jóvenes, quienes pueden carecer de adiestramiento o las aptitudes necesarias para reemplazar al adulto mayor.
De hecho, los trabajadores experimentados de más edad, resultan necesarios para el mantenimiento de la productividad y para que los empleadores y clientes puedan contar con la estabilidad de fuerza laboral.

Las pensiones protegen contra la pobreza
Hoy muchos adultos mayores cuentan con planes de pensión que protegen de la pobreza, y el crecimiento de esos planes de retiro se relaciona con la industrialización de las economías, la urbanización de los vínculos familiares tradicionales, y representan un enfoque colectivo para permitirles compartir recursos a las personas en edad laboral y los que ya se han retirado.
La seguridad de ingresos preocupa no solo a las personas de edad, también a sus familiares, en muchos países en desarrollo se ha dado el carácter de crítico al problema de la pobreza en los adultos mayores, mientras que antaño las familias estaban dispuestas a cuidar de sus mayores y aún en condiciones de hacerlo hoy, el mundo cambiante limita sus posibilidades para asumir esas funciones tradicionales.

Invertir en una población que envejece significa:
* Programas de aprendizaje a lo largo de toda la vida, para aumentar las posibilidades de que los adultos mayores consigan empleo.
* Eliminación de la discriminación por razones de edad en el lugar de trabajo.
* Promoción de políticas que garanticen la seguridad de ingresos, para ofrecer una protección económica adecuada a los adultos mayores, a través de planes de pensión públicas y privadas fiables.
* Acceso a una atención de salud adecuada para prevenir la pobreza debida a la mala salud.
* Adaptación de las políticas de pensiones, para aumentar al máximo las posibilidades de elección individuales y la flexibilidad del mercado laboral.

Muchos decenios de experiencia en materia de seguridad social en Europa, América del Norte, Australia, y otros países, demuestran que un enfoque colectivo para brindar ingresos seguros y atención de salud a los adultos mayores se han implementado con un buen funcionamiento.
Se calcula que en muchas sociedades industrializadas, más de la mitad de los adultos mayores caerían en la pobreza si no contaran con las prestaciones de las pensiones públicas.
La experiencia reciente también ha puesto de relieve la necesidad constante de adaptar y reajustar dichos programas, en función de condiciones socio-económicas cambiantes, como ejemplo, la edad para jubilarse, las prestaciones, etc., la capacidad de los programas de retiro se verían amenazadas.
La experiencia del siglo XX, en cuanto a la protección en el ámbito de la seguridad social, demuestra la importancia entre el nivel de ingresos y la salud.
La pobreza se relaciona con la mala salud, que junto con la incapacidad, constituye amenaza principal para la seguridad de ingresos en muchos países en desarrollo, donde la nutrición deficiente y las malas condiciones de vida, dejan a muchas personas en estado de demasiada debilidad, como para tener un volumen de producción suficiente para satisfacer sus necesidades de subsistencia.
El acceso a la atención de salud es fundamental para ayudar a los trabajadores a recuperar su capacidad laboral y asegurarse de que los niños crezcan para convertirse en adultos sanos, capaces de participar productivamente en la sociedad.
Por consiguiente, las políticas de salud, deben adoptar un enfoque basado en el ciclo de vida, que se enfrente a los problemas de salud desde su comienzo, permitiendo así que las personas envejezcan sin discapacidades ni enfermedades crónicas.
El número creciente de personas de edad que esperan recibir atención de salud y pensiones por vejez no debe ser visto como amenaza o crisis, sino que, más bien, representa una oportunidad para formular políticas que en el futuro puedan asegurar niveles de vida dignos para todos los miembros de la sociedad, tanto jóvenes como adultos mayores.
Los países deben establecer marcos estratégicos para la coordinación de reformas de salud, sociales y económicas y para aumentar el nivel de comprensión del público sobre las elecciones que hay que hacer en cuanto a políticas.
El reto más grande que se les plantea a las sociedades actuales no radica en el envejecimiento de las poblaciones, sino precisamente, en la necesidad de analizar y realizar cambios pertinentes en las políticas sanitarias, sociales y económicas.

Autoras: Adriana Saldaña Lozano, Gloria Molina Pérez

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