LA SEXUALIDAD EN EDADES AVANZADAS

2sex2Nuestra cultura desvaloriza en gran medida la última etapa de la vida, la vejez, y en cambio puede ser una etapa tan fructífera como cualquier otra, sobre todo cuando se goza de un estado de salud aceptable. También en lo que a la sexualidad se refiere.
Falsas creencias sobre la sexualidad
Nuestra cultura desvaloriza en gran medida la última etapa de la vida, la vejez, y en cambio puede ser una etapa tan fructífera como cualquier otra, sobre todo cuando se goza de un estado de salud aceptable.

Pero si este aspecto básico se da, el grado de vivencia de estos años no dependerá únicamente de la persona, la sociedad ejerce gran influencia, cargada de mitificaciones erróneas que desprestigian esta etapa, concibiéndola más bien como una etapa acabada, deteriorada y con una percepción de las personas mayores como “viejas”, sin ánimos, inválidas frente a la vida, y en casos más crueles como estorbos.

El negativismo cultural en lo que atañe a la vida sexual en los años avanzados es el reflejo de una actitud y un prejuicio contra el individuo por el hecho de ser mayor, clisado de intransigente, senil con una moral desfasada, carente de capacidades, apenas sin valor social que compense sus defectos… Esto aplicado a la sexualidad, es la manifestación última de la asexuación, “Si te haces viejo, estás acabado”.

Así pues, el ambiente ejerce sobre la población de la tercera edad la creencia y aceptación de un rol estereotipado, viéndose en ocasiones las personas mayores como “inadaptados”. Esta falsa creencia juega un importante papel en la autoestima, la autoconfianza, autoeficacia, rendimiento físico, social, sexual…

El deseo de tener relaciones sexuales y de ser físicamente capaz de llevar a término una relación sexual depende íntimamente de nuestra percepción de nosotros mismos. Si los ancianos aceptan la idea de que son poco atractivos o incapaces desde un punto de vista sexual, su interés, actividad y actuación durante una relación sexual se afectarán de la forma más negativa.

En síntesis, la sexualidad de las personas ancianas está profundamente influida por multitud de estereotipos culturales que rechazan la normalidad de las sensaciones y aptitudes sexuales en ese estadio del ciclo vital. Si bien el mal estado de salud y la falta de un compañero o compañera pueden complicar el desempeño sexual, no existe razón alguna que justifique por sí misma que las personas de edad deban renunciar o interrumpir el disfrute del sexo.

La capacidad sexual en los años tardíos
De forma contraria a lo que se piensa, a saber, que el interés y las capacidades sexuales en las personas mayores de más de 60 años se extinguen por completo, los estudios realizados muestran que muchos individuos continúan teniendo una vida sexualmente activa.
Con la edad, es más frecuente una disminución de la sexualidad pero en términos de frecuencia y vigor de las relaciones. A diferencia de la creencia común, los estudios revelan que el interés sexual persiste en la edad avanzada en un 72% en los hombres y 65% en mujeres. Los porcentajes disminuyen un poco cuando el interés se lleva a la práctica, restringiéndose así en un 42% de hombres mayores que manifiestan tener actividad sexual y un 36% de mujeres mayores que llevan a cabo prácticas sexuales.

Una de las causas importantes en la disfunción sexual es la sociocultural, el miedo y la ansiedad a “fallar”. Tal como se ha dicho, existen multitud de prejuicios en esta etapa en relación con la sexualidad, que inciden de manera directa o indirecta en la respuesta sexual, pero al margen de esto, es importante señalar que el potencial sexual existe toda la vida, aunque sí existen cambios en la respuesta sexual tanto en el hombre como en la mujer.
Cambios en la respuesta sexual
Los cambios más notorios que se producen entre los hombres sexualmente activos, corresponden a nivel de próstata, erección y eyaculación. Se estima que entre el 17 y 28% de la población masculina en edad avanzada tienen problemas en la erección.

Las erecciones pierden firmeza, se necesita una estimulación más prolongada para llegar al orgasmo y las eyaculaciones son más pobres en cuanto a cantidad de semen y espermatozoides, debido a la reducción en la producción de testosterona, aunque su producción es hasta el final de los días.

Entre las mujeres, el grado de interés y de satisfacción sexual no disminuye con la edad, aunque sí la actividad. William Masters y Virginia Jonson, quienes fueron los primeros en investigar la fisiología sexual, ya anunciaron en su día que, “No existe un límite de tiempo para la sexualidad femenina que sea causado por el hecho de envejecer”(´66). Entre las causas más significativas de disminución del deseo sexual en las mujeres, está la pérdida o falta de compañero y las actitudes culturales negativas sobre todo con la llegada de la menopausia.

Sí es verdad que con la menopausia se producen ciertos cambios en la respuesta sexual de la mujer que pueden afectar al placer, ya que se produce una pérdida de elasticidad de las paredes vaginales y una disminución en la producción de lubricación, esto puede producir que las prácticas coitales pueden resultar dolorosas. Con un tratamiento adecuado, como empleo de lubricantes o terapia de sustitución hormonal con estrógenos reestablece el problema de de sequedad vaginal.
Consideraciones relevantes
La mala salud y los fármacos pueden afectar la actuación sexual. Los fármacos administrados para una enfermedad crónica determinada podrían tener efectos sexuales adversos, ya que algunos medicamentos que afectan el sistema nervioso autónomo pueden influir en la respuesta sexual. Los problemas de salud como la diabetes, problemas cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, hipertensión, artritis…afecta a los vasos sanguíneos y nervios de los genitales, produciendo trastornos sexuales.

Los problemas de salud pueden limitar, pero no por ello significa en la gran mayoría de los casos, ser invalidante para llevar una vida sexual activa. Los hallazgos indican que las personas mayores disminuyen la práctica sexual orientada al coito y hacen más hincapié al placer, las caricias y forma de sentir. En realidad, en cuanto a la vivencia de la sexualidad para los mayores, se pierde con los años actividad sexual en términos de cantidad pero se gana en calidad.

Es de esencial importancia, el nivel de actividad sexual a lo largo de la vida. Cuando se ha llevado una actividad frecuente y vigorosa en años anteriores, se mantendrá una sexualidad activa en los años maduros.

También es de vital importancia la reeducación tanto de los propios ancianos como de la sociedad. Una información adecuada de los cambios que se producen en la vida sexual en la edad adulta es fundamental para gozar con tranquilidad y bienestar de estos años, derrumbando así viejos mitos y prejuicios que solo infundan miedos y restricciones.

En definitiva, todos nos dirigimos hacia el mismo camino y precisamente por ello, la última trayectoria no debe ser percibida con rechazo, lástima o pena. Es preciso cambiar la visión para conseguir una actitud más tolerante hacia la sexualidad entre los ancianos y entre ellos mismos.

Sara Rivero Mañas y Juan J. Borrás Valls
Instituto de Psicología, Sexología y Medicina Espill

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