CUERPO, VEJEZ Y ESPACIOS EN LA TERCERA EDAD.

Para rediseñar el Hospital de Derby en Inglaterra, un equipo de arquitectos utilizó un traje que permite cuerpo2“ponerse años”, en un innovador concepto de diseño.
El denominado “traje de la tercera edad”, fue desarrollado originalmente por científicos de la Universidad de Loughborough junto con la empresa de automóviles Ford, que lo utilizó para probar cuán confortable era para la gente mayor su modelo Focus.
¿Cómo podían los ingenieros menores de 35, desarrollar vehículos ergonométricos, adecuados para clientes, varios años más viejos que ellos?
Necesitaron experimentar por sí mismos la restricción de agilidad física, con una metodología que mostrara, cómo se afectan las capacidades en una persona que envejece. El traje simula los efectos normales de envejecer, como proceso universal, continuo e irreversible, sin imitar deliberadamente una enfermedad, incapacidad ó edad (se calculó mayor de 55 años).
Adquirirlo, les permitió a los arquitectos de Derby, que deseaban comprobar si el proyecto era eficaz como parecía en teoría, tener una idea más clara de las necesidades de la gente de más edad para desenvolverse habitualmente en el ambiente.
Apenas se pusieron el traje, se dieron cuenta qué cosas no funcionarían, y realizaron cambios significativos de diseño. Con rapidez descubrieron la perspectiva del paciente: que tareas muy sencillas para la gente joven, como vestirse, sentarse, pararse o estirar el brazo, se vuelven dificultosas con el paso de los años.
Identificaron problemas potenciales como abrir puertas, canillas o alcanzar una toalla. A partir de allí perfeccionaron el traje, ya que en los ancianos, la pérdida de movilidad puede deberse a otras condiciones clínicas tales como la artritis o a una recuperación quirúrgica, entre otros factores. La experiencia fue muy exitosa para los diseñadores, debido a la reacción empática que les generó, así como por las modificaciones y mejoras inmediatas en sus propuestas.
La indumentaria será utilizada para probar y transformar las instalaciones de las residencias de personas mayores, para que les resulten más cómodas.
Básicamente, se trata de un jumper con material que agrega bulto en la cintura, y varillas metálicas que restringen la movilidad en las áreas dominantes del cuerpo: articulaciones, cuello y espalda. Se utiliza con guantes quirúrgicos que reducen la sensibilidad táctil, como ocurre por cambios en la piel y los receptores sensoriales. Cuenta con anteojos amarillos que simulan la reducción de sensibilidad a la luz azul, de visión nocturna, para distinguir contrastes e identificar puntos de referencia y el aumento de sensibilidad a los reflejos brillantes.
La población que envejece es un mercado en aumento, del que necesitamos entender más sus problemas de movilidad y cómo podemos diseñar instalaciones más apropiadas. La generación de los Baby Boomers estará en los 60 años para el 2006, y para el 2030 una de cada cinco personas será mayor de 65 en los países desarrollados. (Coincidentes para Argentina).
¿Cómo vende la industria automotriz a los jóvenes, generación high-tech, teniendo en cuenta el desafío de diseño que implica satisfacer demandas de los mayores de 55?
En lugar de diseñar para segmentos por edad, se ha respondido de una manera inclusiva, en un circuito ininterrumpido de cruce generacional, donde un grupo satisface las necesidades de otro, con las llamadas “transparent enablers” ó características discretas.
La imagen y publicidad se orientan al usuario joven, que se entusiasma con las novedades, sin evidenciar que goza del confort y ergonometría previstos para los envejecientes.
El concepto transgeneracional es que una característica que facilite comodidad y ejecución de movimientos, venderá al mercado en expansión de mayores. Pero ello no puede explícitarse. El grupo joven ayuda al que lo necesita y mientras, se convierte en un conveniente aumento de seguridad para todos.
Lentos pero continuos se introducen cambios ergonométricos en el mercado seriado: ampliación en las dimensiones de puertas, más su ángulo de abertura, asientos más altos, roll-out en baúles, cámara de visión nocturna en la parrilla que trasmite picture-in-picture a la consola, cinturones de seguridad tipo arnés, comandos por voz, etc.
En ambos casos (el Hospital de Derby y las automotrices), el buen diseño acompaña a una comercialización exitosa y construye marca.
Si hablamos de segmentos y mercados: el inmobiliario, en viviendas oferta un producto para cada edad y ciclo de la vida. Genera una necesidad permanente de cambio de tipologías, diseño interior y equipamiento.
El viejo tiene ciertas desventajas respecto a los demás individuos por la disminución en su funcionalidad y suele quedar excluído en esta oferta replicada. En un estado de vulnerabilidad en ámbitos que no lo contemplan en su diseño ergonométrico.
Si consideramos la tendencia a un envejecimiento activo, con autonomía y acceso a la tecnología; la oferta ya no se reduce sólo a residencias geriátricas. Con características psicosociales muy diferentes entre sí, el adulto mayor no quiere “estar con viejos”, sentirse enfermo, ni dejar su vivienda.
Empieza a haber, entonces, distintas alternativas: desde adaptación y mejora continua de la propiedad a lo largo de la vejez, diferentes niveles de asistencia a domicilio, hasta complejos gerontológicos con módulos para enfermedades específicas.

Definitivamente, parecería que tantos fragmentos nos parten y podemos empezar a optar por diseñar de manera inclusiva, empezando por ponernos en los zapatos…mejor: meternos en el cuerpo del usuario.

SUSANA RIBICHICH, ARQUITECTA (UBA).
Especialidad Inmobiliaria (Ex-proveedora de Tasaciones para el Scotiabank como Titular de Estudio). Posgrado en Mediación (Maimónides). Curso de posgrado en Temática Gerontológica y Ancianidad (FLACSO).

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