CUANDO SEA VIEJO

cuando-sea-vEl día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuantas veces cuando tu dormías a la media noche, yo en calzoncillos y andando en puntillas crucé tu alcoba para revisar si estabas aguantando frío, y antes de poner la sábana, besé con amor tu nalguita fría.
Cuando hable contigo si mi voz se eleva, no estoy enojado, sólo estoy perdiendo mi audición y creo que todo mundo es sordo, así como tu piensas cuando estás escuchando radio con audífonos.
Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y compréndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas.
Piensa cuantas veces cuando niño te ayudé y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches por que no quiero bañarme, no me regañes por ello Recuerda los momentos que te perseguí y los miles de pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son productos de mi esfuerzo y perseverancia.
Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde y si no puedo hacerlo, no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.
Si alguna vez yo no quiera comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y  cuando no debo.
También comprende que con el tiempo, ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.
Cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades, algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame.
Trata de comprender que ya no vivo, si no sobrevivo, y eso no es vivir.
Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.
Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta, en otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste, enojado o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando tu empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Atentamente:Tu viejo
(Autor desconocido.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *