«CÓMO LLEVAMOS NUESTRA VEJEZ»

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Nittin Desai, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales.

El año pasado cumplí 60, y tuve la ocasión de celebrar varias fiestas. Estas fiestas no son inusuales; en mi cultura, es un logro que alguien llegue a los 60 años.
A nivel mundial, debemos reconocer que el hecho de estar viviendo más años no es un problema sino un logro. Este hecho, naturalmente, demanda ciertos cambios de actitudes. Venerados y protegidos en algunos lugares, en otros, las personas de edad son denostadas, arrinconadas abandonadas y sufriendo de abusos físicos, psíquicos y financieros.
Sin embargo, la marginación de las personas de edad deberá ser erradicada del planeta en los próximos años. Según opinión de los demógrafos de las Naciones Unidas, es muy probable que, en un plazo de 50 años, haya por primera vez en la historia más personas mayores de 60 años que niños menores de quince. Mientras ahora una de cada diez personas tiene menos de 60 años, en el año 2050 la proporción será de una por cada cinco. Y se espera que las cifras de los que tienen más de 80 años («personas de edad mayores») se quintuplique.
Los analistas de la ONU han estado siguiendo y analizando las ramificaciones de estas tendencias en diferentes ambientes, situaciones económicas y regiones. En las regiones más desarrolladas, las personas mayores ya superan a los jóvenes. Aunque el mundo desarrollado ha envejecido gradualmente en el último siglo, la transformación en la estructura de edades aún es un desafío en cuanto al descenso proyectado en la proporción de las personas de edad de trabajar, respecto de las que no están dentro de esa franja de edad, a efectos de pensiones, sistemas de seguridad social y cuidado de la salud.
En los países en desarrollo, el ritmo de envejecimiento es más rápido; en éstos, se espera que la población de personas de edad se cuadruplique en los próximos 50 años. Ésas naciones tendrán que hacer frente a restricciones de recursos, a medida que se confrontan los retos simultáneos de desarrollo y envejecimiento de la población. Es evidente que los países más ricos, así como en los más pobres, la revolución demográfica ejercerá su influencia sobre todos los ámbitos de la vida cotidiana y afectará, por ende, a hombres, mujeres y niños.
En 1999, la ONU alertó sobre esta revolución durante la celebración del Año Internacional de las Personas de Edad. El lema y eje central de ese año fue la necesidad de crear «una sociedad para todas las edades», aquélla en donde las actitudes, políticas y prácticas en todos los niveles y sectores permitieran a las personas envejecer con seguridad y dignidad, para que continuaran participando en sus sociedades como ciudadanos de pleno derecho, contribuyan al desarrollo y, al tiempo, se beneficien del mismo.
La 2° Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, que Naciones Unidas realizó en Madrid del 8 al 12 de octubre, va un paso más allá. En dicho evento, países de todo el mundo adoptaron el Plan Internacional de Acción 2002, el cual – sin ser un instrumento de obligado cumplimiento- brinda una guía a quienes tiene que formular las políticas relativas a los cambios que se precisan para hacer realidad el lema de «Una sociedad para todas las edades».
Su punto de partida se basa en que la tendencia global de vivir más años es un logro histórico que debe reflejarse en el manejo de nuestras economías y en la organización de nuestras sociedades.
El plan cubre una amplia gama de posibles medidas políticas. Algunas de las cuales están relacionadas con la protección de los derechos de las personas de edad. Ellos se merecen remuneraciones o pensiones decentes. Debe ponerse especial atención en las mujeres, que son el colectivo mayoritario dentro de las personas de edad. A menudo, una parte de ese colectivo no recibe pensiones adecuadas, debido a sus bajos ingresos, o por causa de trabajo interrumpido. También las mujeres pueden haber sido víctimas de prácticas habituales perjudiciales que han socavado su capacidad económica. Los programas de erradicación de la pobreza deben considerar las necesidades de las personas de edad en el medio rural, en donde vive la mayor parte de dicho colectivo en los países en desarrollo. Deben, asimismo, abordarse las necesidades de las personas de edad que viven solas y de las que padecen discapacidades.
El plan de acción también destaca la necesidad de atender los cuidados de salud, no sólo en las personas de edad sino durante toda la vida; los resultados serán personas de edad más saludables. También se precisa que, en todas partes, se dé una mejor capacitación a quienes se encargan de cuidar a las personas de edad. Igualmente, se requerirá de una mayor cobertura en materia de educación, programas de capacitación en geriatría y en tecnología en este específico campo, a fin de hacer frente a la revolución demográfica.
Un objetivo clave es hallar la fórmula adecuada para aprovechar el potencial de las personas de edad como base para el desarrollo de las sociedades futuras. En este sentido, es esencial la integración permanente de las personas de edad a sus comunidades.. Para ello se necesitan tomar iniciativas para promover intercambios intergeneracionales productivos, basados en el recurso del potencial humano que aportan las personas de edad.
El plan de acción  adoptado en la reunión de Madrid cubre entre otras estrategias, los aspectos políticos, económicos y sociales. Pero no todas los mecanismos a aplicar encajan en todas las circunstancias. Se espera que los responsables de formular las políticas nacionales seleccionen las herramientas políticas más apropiadas para adecuarlas a las realidades de sus respectivos países, y que incorporen la cuestión del envejecimiento en su agendas nacionales.
Según el proverbio chino «no importa lo viejo que seas sino cómo lleves la vejez». Para todos aquellos que vivimos en este mundo, lo que importa realmente es la manera en que llevamos nuestra vejez»

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