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DEPRESION. NO GRACIAS.

Mucha gente tiene la idea de que es normal que los mayores se depriman. Esta forma de pensar conduce a que en muchas ocasiones,esta enfermedad no se diagnostique ni se trate adecuadamente.
En las personas mayores, la depresión se encuentra muy influida por circunstancias relacionadas con PÉRDIDAS y CAMBIOS VITALES como muerte de seres queridos, traslado de domicilio, pérdida de salud y de capacidad física o mental.
Aquí,  se expondrá cómo conocer y actuar ante manifestaciones depresivas:

¿Qué síntomas pueden ser indicativos de una depresión?

No tener interés por las cosas con las que antes disfrutaba.                                           Sentirse TRISTE y DECAÍDO.                                                                                     Dificultad para concentrarse.                                                                                              Sentimiento de INUTILIDAD o CULPABILIDAD.                                                       Cambios en el ritmo de sueño.                                                                                   CANSANCIO, falta de energía y de ganas de disfrutar de la vida.                              Descuido en el aspecto físico.                                                                                              INDECISIÓN extrema.                                                                                                             No terminar ninguna tarea y pasar corriendo de una a otra.                                       Cambios del apetito y peso.
También pueden aparecer SÍNTOMAS FÍSICOS como dolores de
cabeza, dolores generalizados, problemas digestivos, problemas
sexuales u otros.

¿Qué puedo hacer para evitarla?

La clave para PREVENIR la depresión es aprovechar las oportunidades que nuestra actividad cotidiana nos va ofreciendo para continuar disfrutando y enriqueciéndonos.
Algunas cosas que podemos hacer:
• ACTIVIDADES SENCILLAS que me agraden y me hagan DISFRUTAR y compartir momentos con los demás.
• MANTENER ACTIVA LA MENTE con crucigramas, sopas de letras, juegos de mesa. Además, leyendo el periódico y escuchando la radio se está informado y al tanto de la actualidad.
• Mantener y CUIDAR las RELACIONES con los amigos, la familia…
y si se presenta la oportunidad hacer nuevos amigos.

Lo que no debo hacer
• Creer que lo que me pasa es normal a mi edad.
• AISLARME dentro de casa y no relacionarme con nadie.
• NO PEDIR AYUDA a profesionales aunque mis síntomas no mejoren.
• No seguir las recomendaciones que me indican o no tomar la medicación tal y como se me ha prescrito.

Déjese orientar por el médico o el psicólogo
• Cada persona precisa un tratamiento para aliviar la sintomatología depresiva. DÉJESE ORIENTAR por el médico o el psicólogo. Hay que tener paciencia y seguir las recomendaciones y el tratamiento que nos indiquen. En unas semanas, notará mejoría.
Si no es así, pida nuevamente orientaciones.
• Algunas personas que han sufrido una depresión recaen. Si esto sucede y aunque conozca un tratamiento, lo mejor es que acuda al profesional que le ha tratado en ocasiones anteriores.
Actuar por cuenta propia puede conducirnos a errores que nos pueden perjudicar.

¿Cómo ayudar a alguien querido que sufre una depresión?
FAVORECER SU AUTONOMÍA:
• PEDIRLE AYUDA para tomar alguna decisión y agradecer su
colaboración en algunas de las tareas cotidianas.
• ANIMARLE a hacer cosas sencillas que le agraden y que le
hagan disfrutar. Nuestro reconocimiento por estas tareas ayudará
a que nuestro familiar las continúe haciendo a pesar del esfuerzo
que le supone.
• Procurar que se RELACIONE con otras personas y felicitarle también
por ello. MOTIVARLE y AYUDARLE para que acuda a grupos
terapéuticos en los que le ayudarán a sentirse mejor.
• Fomentar PENSAMIENTOS POSITIVOS, charlando sobre su vida
presente y sobre el futuro.

Estar ATENTO a las EMOCIONES:
• Mostrarle nuestro apoyo, COMPRENSIÓN y seguridad.
• PERMITIR que afloren el llanto y las EMOCIONES.
Cuando persistan excesivamente, esté atento a los momentos en los que su familiar exprese algún sentimiento positivo o inicie alguna actividad. Su reconocimiento y SATISFACCIÓN ayudarán a que los episodios de llanto y las quejas vayan disminuyendo.
• RESPETAR SENTIMIENTOS. No insistir ni presionar para que su familiar cambie, esto puede empeorar su estado, haciendo que se sienta culpable o sin derecho a sentirse mal.
• NO SE DESANIME si no hay mejoría aparente.
Sea constante, mantenga la calma, y siga las recomendaciones de los profesionales que atienden a su familiar. Si tiene dudas, pida ayuda antes de que la situación empeore.

REFLEXIONES PARA APRENDER A ENVEJECER

Después de los 65 años comienza a vivirse una etapa de la vida que para muchos requiere de un aprendizaje para aceptar con alegría la edad dorada.

Para aprender a envejecer se requiere ante todo de una preparación interior ayudada por la sabiduría, prudencia y sentido de previsión que se ha adquirido en el paso por la vida.

Al llegar a los 70, es muy posible que los cambios físicos y emocionales se hagan más evidentes. Por ello es importante ser conciente de muchas de las cosas que sucederán y prepararse para aceptar todos estos cambios como hechos naturales de la vida.

Lo qué pasará cuando la vejez se asome:
Posiblemente llegará el momento en que me entenderán menos y entenderé menos a los demás. Con el tiempo se irán acentuando más las diferencias de edades.

Los adelantos científicos y tecnológicos conllevan grandes transformaciones.  Mis opiniones y juicios perderán peso. La credibilidad disminuirá y contaré menos para muchas personas.

Por fuerza de las circunstancias y por la vertiginosa carrera de la vida, cada año me iré quedando desactualizado.

Con el paso de los meses sufriré limitaciones físicas y funcionales. Disminuirá mi resistencia a las enfermedades; tendré lentitud e inseguridad para actuar y tomar decisiones y todo eso lo notarán los demás.

También llegará la disminución de mi capacidad mental e intelectual. Seré más lento para leer y entender, para asimilar y para aprender.Disminuirá mi  memoria y confundiré los acontecimientos, los tiempos y las personas.

Lo que tendré de evitar:
Tendré que poner todos los medios para no volverme caprichoso, exigente, intolerante y poco comprensivo. Evitaré ser impaciente y mal genio.
Igualmente evitaré ser quejumbroso, ‘cantaletoso’, irónico, gruñón y también me cuidaré de no repetir el mismo cuento todos los días.
Tambien evitaré sentime inútil, incapaz, estorboso ni acabado. Más bien procuraré ser todo lo contrario.
No descuidaré mi comportamiento, mis modales, ni mi presentación personal.
Evitaré  ser absorbente, acaparador, absolutista, dogmático o dueño único de la verdad. Por el contrario, seré más comunicativo y escucharé más.

Lo que tendré que hacer:
Con prudencia y paciencia, mediante mi ejemplo y mi palabra, me dedicaré más a enseñar  las buenas costumbres, la práctica de las virtudes humanas, los buenos modales, la conducta intachable y todos los conocimientos necesarios para que sean mejores y más útiles a la sociedad.
Delegaré cada vez más en mis hijos y les transmitiré mis conocimientos y experiencias para que vayan asumiendo las responsabilidades en todo lo referente a nuestra familia.
En el momento oportuno –y mejor hacerlo pronto-, debo dar a mis hijos las indicaciones sobre el manejo de nuestros bienes y sobre su distribución y reparto. Haré la relación de los bienes y las deudas y las actualizaré cada 6 meses. Si es necesario, elaboraré un testamento.
Buscaré nuevas formas de ser útil a los demás porque sé que aún esperan mucho de mí y mi obligación es entregar hasta el fin lo mucho que he recibido para ponerlo al servicio de todos.
Es apenas natural ir disminuyendo en todo: en funcionalidad, en capacidad y en posibilidades físicas y mentales y por eso es lógico que continúe opacándome y que otros me reemplacen y tomen las riendas. Conviene pues que otros se luzcan y que uno desaparezca”.

TERCERA EDAD: DERRIBANDO MITOS

Que son menos activos sexualmente. Que representan una carga para la sociedad. Que no pueden cambiar sus hábitos. Estos y muchos otros mitos fueron adjudicados a los mayores durante siglos, pero la ciencia los va derribando a todos, uno por uno…

Estos estereotipos, mitos, y obsesiones, caen rotundamente al contrastarlos con las evidencias científicas.

Pero.. ¿A que nos referimos cuando hablamos de evidencia científica?

Concretamente a los sorprendentes resultados de un amplio estudio científico sobre el envejecimiento desarrollado por la MacArthur Foundation en los Estados Unidos.

A continuación, le presentamos los rotundos contrastes encontrados entre los mitos y las evidencias científicas:

Mito 1: Ser mayor significa estar enfermo.
Uno de los hallazgos del estudio, establece que las personas mayores tienen muchas posibilidades de envejecer muy bien, antes que de llegar a estar dependientes.
Por eso, en lo que respecta a esta idea, el estudio pudo demostrar que las personas mayores son generalmente sanas. E incluso en la vejez avanzada, la gran mayoría de la población mayor sólo tiene pequeñas discapacidades funcionales, y esta proporción de personas con problemas ha ido mermando con el tiempo.

Mito 2: El secreto para una vejez exitosa, es tener la adecuada disposición genética.
Otros de los mitos que derribó el estudio de la MacArthur Foundation es aquel que señala que los deterioros físicos tienen relación directa con los genes. En efecto, sólo cerca del 30 por ciento de los problemas físicos desarrollados en la vejez podían ser atribuidos a los genes. Incluso, se pudo determinar que a medida que las personas envejecen, la herencia genética empieza a ser un factor mucho menos importante que el ambiente y el estilo de vida.
Así, cómo vivimos, y donde vivimos, tiene un impacto mucho más profundo en todas las funciones orgánicas, incluyendo el corazón, el sistema inmunológico, los pulmones, los huesos, el cerebro y los riñones, antes que los genes. Por lo que cada persona, individualmente y más allá de sus padres, es responsables en gran parte de su propio estado físico y de salud durante la vejez.

Mito 3: Los mayores representan una carga para la sociedad.
Al medir el trabajo y el éxito, nuestra sociedad simplemente no cuenta el trabajo voluntario o no pago.
Se supone que todo aquel que trabaja a cambio de una retribución económica, es el único que puede colaborar con la sociedad, y por ende, los que no lo hacen, son un carga.
Así, la actividad productiva, pero no pagada, no es parte de la ecuación para medir la contribución a la sociedad.
Por eso, en un sentido más grande, la mayor parte de la gente adulta es muy productiva, pues al tercio de los mayores que todavía trabajan por la paga, se le debe sumar otro tercio que se ofrece de voluntario en iglesias, templos, hospitales, comedores, u otro tipo de ONG’s, y otro tanto que proporciona una indispensable ayuda informal a miembros de familia, amigos y vecinos.

Mito 4: No se le puede enseñar a un viejo lobo nuevas artimañas.
Según las investigación científicas llevadas por la fundación, se ha podido demostrar que la gente mayor puede, y de hecho suele, aprender cosas nuevas.
Por cierto, estas personas contaban con tres factores claves que ayudaban a mantener intacta sus funciones mentales en la vejez: (1) una actividad física regular; (2) un fuerte grupo social que servía de apoyo; y (3) la fe en sí mismos para manejar lo qué la vida tenía para ofrecerles.
Como sabemos, los adultos mayores deben aprender, regularmente, a utilizar aparatos y equipos que les eran totalmente desconocidos durante su juventud, como por ejemplo los procesadores de alimento, hornos a microondas, o todos los botones de programación de una videograbadora.

Mito 5: Las luces pueden estar encendidas, pero el voltaje es bajo.
Nuevamente, se extiende un estereotipo sobre los hombres y mujeres mayores, en esta caso para dar cuenta de una supuesta falta de habilidades tanto físicas como mentales, que tendrían una repercusión determinante en la vida sexual.
En efecto, esta suposición de carencia de habilidades adecuada encuentra su mayor expresión en la creencia general de que es raro, e incluso categóricamente inadecuado, el interés y la actividad sexuales en la vida adulta.
La realidad señala que existe efectivamente una disminución en la actividad sexual a medida que las personas envejecen, pero que, sin embargo, existen tremendas diferencias individuales de un caso a otro, las cuales en realidad están determinadas por ciertas normas culturales, de salud y disponibilidad o no de parejas para mantener sexo o romances, mucho antes que por la edad cronológica, que de hecho no es el factor más crítico.
Pero este mito ya se debería haber derribado desde hace mucho, ya que incluso en un estudio llevado a cabo en 1953, -un tiempo mucho más represivo en el aspecto sexual, y con muchos menos recursos de salud que en la actualidad,- demostraba que el 70 por ciento de los hombres mayores de 68 años eran sexualmente activos.

Derribando mitos

Todas estas investigaciones, desarrolladas durante décadas enteras, dan cuanta claramente de cuan falso es el prejuicio de que ser viejo significa estar enfermo y frágil, pues de hecho la mayoría de los adultos occidentales que no están inmersos en condiciones de pobreza, son generalmente sanos.

E incluso durante la vejez avanzada, una gran mayoría de la población mayor tiene sólo pequeñas discapacidades funcionales, las cuales no son determinantes para su pleno desarrollo, y, por otro lado, han ido mermando con el correr del tiempo.

Por eso es posible ver en la actualidad una mayor presencia y peso, dentro de la sociedad total, de una población adulta con sus facultades cognoscitivas y físicas totalmente plenas, que ejerce una vida muy activa gracias a esta combinación de vidas más prolongadas con menores enfermedad, que agrega vida a los años así como años a la vida.

Fuente: En Plenitud.com