Un amor que nace entre
«grandes»
es como de pequeños,
con sorpresa mutua
y secretos compartidos.
Con cartas a medias,
sonrojadas de la pena,
y con miedo a los “perfectos”
que los critican y condenan.
Un amor que nace de “grandes”
es juzgado de pecado,
de conspicuo y maldiciente,
de” aventado” e irreverente.
Un amor de “grandes”
es tan puro y verdadero,
que tan solo al intentarlo,
ya se han ganado el cielo.
Se aman con certeza,
¡ahora usan la cabeza!
saben del futuro y la soledad,
y viven en conjunta libertad.
Siempre juntos,
se sienten uno solo,
¡y son dos!
comparten la aspirina
y el jarabe de la tos.
El amor de los “mayores”
es tan maravilloso,
¡y està sagrado!
que señale con el dedo,
¡quien lo juzgue de pecado!